Ni Pedro Sánchez ni Susana Díaz podían imaginar que, cuatro años después, su guerra para hacerse con las riendas del PSOE continuaría. A última hora del 21 de mayo de 2017, Sánchez se hizo con la Secretaría General del partido contra todo pronóstico. Las bases, removidas palmo a palmo por el hoy presidente del Gobierno, se impusieron al aparato, que apoyaba claramente a la política sevillana.
Ahora Susana Díaz aspira a lo mismo en el PSOE andaluz tras verse forzada a adelantar las primarias autonómicas. Es decir, contar con más apoyo de esas bases que el alcalde de Sevilla, Juan Espadas, el otro candidato a la Junta que tiene el respaldo de Ferraz.
Díaz no pelea cuerpo a cuerpo con Sánchez, pero lo vuelve a tener enfrente: cuatro años después de decirle "Pedro, el problema eres tú", éste quiere relevarla. De hecho, el triunfo de Espadas pondría en serio peligro su futuro y su supervivencia política.
El movimiento para iniciar el recambio en Andalucía se fraguó desde la dirección nacional con la excusa de que el presidente andaluz, Juanma Moreno, podía hacer un Ayuso y adelantar elecciones, algo que a día de hoy sigue descartado.
Si echamos la vista atrás las carreras de Sánchez y Díaz han seguido caminos muy distintos. Él triunfó, está gobernando en medio de una pandemia y tiene un partido entregado que dirige desde Moncloa. Ella está en la oposición, fuera de San Telmo tras perder el Gobierno andaluz en diciembre de 2018 y con enemigos que en su día fueron íntimos colaboradores.
En realidad, estas primarias andaluzas son el epílogo de aquellas de 2017 cuando Sánchez se convirtió en el líder de las bases. En aquella ocasión el tercer rival fue Patxi López.
El peso en las provincias
Hoy, Susana Díaz y Juan Espadas, además del profesor universitario y exdiputado Luis Ángel Hierro y el médico granadino Manuel Pérez García, recorren Andalucía para conseguir apoyos. En un primer momento, en forma de avales.
Los cuatro están convencidos de que obtendrán ese 2% necesario para ser candidatos oficiales -algo más de 900 apoyos-, pero realmente es un mero trámite. Lo que de verdad contará es la votación en las urnas de los 45.000 afiliados andaluces, que será secreta, el próximo 13 de junio. No obstante, puede haber segunda vuelta si ninguno de los candidatos saca mayoría absoluta.
Por el momento, el sanchismo lleva una mínima ventaja. De partida, cuatro provincias están con Espadas. Son Cádiz, Granada, Jaén y Huelva. Otras tres son de mayoría susanista: Sevilla -a la que pertenecen ambos candidatos-, Córdoba y Almería.
La provincia más disputada era y es Málaga. Algunos de los principales cargos socialistas han dado su bendición al proyecto del actual alcalde de Sevilla, es el caso de los senadores José Aguilar y Miguel Ángel Heredia.
El caso de Heredia es uno de los más llamativos. En 2019 se salvó in extremis de la purga de cargos afines a Díaz. El paso de apoyar a Espadas le acaba por posicionar del lado de los sanchistas.
Por su parte, Dani Pérez, el portavoz municipal del PSOE en la capital malagueña, fue de los primeros en subirse al proyecto de Espadas. Sin embargo, no hay unidad entre los concejales de la capital.
El nuevo y viejo PSOE
Por todo ello, el 13 de junio podría haber sorpresa. Eso fue lo que le ocurrió en mayo de 2017. Pero la diferencia, según remarcan fuentes socialistas a EL ESPAÑOL, es que "Sánchez en su momento representaba a un nuevo PSOE y Díaz ahora sigue representando al viejo" tras casi 37 años de gobiernos socialistas.
"Aquí ha habido un antes y un después tras perder la Junta. Cuando Felipe González, Zapatero o Rubalcaba perdieron, se fueron. No puedes apalancarte y no aceptar que has perdido", aseguran estas fuentes, que reconocen que en su día apoyaron a Susana Díaz.
A aquellas primarias Sánchez se presentó tras abandonar su escaño y recorrer España con un vehículo propio, pero Díaz sigue como secretaria general y portavoz en el Parlamento. "Además, viene de perder unas primarias nacionales y, después, la Junta", insisten. Pero Díaz aún confía en hacer valer que ella no es la candidata de Madrid.
No obstante, desde Ferraz son conscientes de que tienen que medir bien sus movimientos. Juan Espadas es el alcalde socialista de más peso a nivel nacional y si pierde, desde el propio PSOE reconocen que le costaría volver a presentarse a la Alcaldía.
A su vez, las primarias podrían dejar una federación divivida y, en caso de elecciones generales, el propio Sánchez pagaría en sus carnes la división del partido. De ahí la trascendencia nacional de este combate.
En 2017, Susana Díaz no felicitó públicamente a Pedro Sánchez, pero reconoció ante buena parte de su federación en la terraza de un bar en Madrid que había recibido "una hostia". Hay documento videográfico.
A la postre, Sánchez y Díaz firmaron un pacto de no agresión que, cuatro años después, ha saltado por los aires. Realmente, según reconoce buena parte del partido, esa hacha de guerra nunca ha estado enterrada del todo y ahora vuelve a levantarse con toda su crudeza.
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