Luis Ángel Hierro es el candidato al que nadie esperaba. Sonaba como un outsider y se ha colado en el cara a cara entre Susana Díaz y Juan Espadas; entre el aparato del PSOE-A y el de Ferraz. Una lucha que él ha decidido dejar en segundo plano para centrarse, dice, en las bases.
Es de los que cuenta que él no quería, "pero me insistieron" y, claro, ahora es candidato. Va a todos lados en un coche que ha alquilado. No tiene un chófer, sino que varios compañeros se van turnando "por seguridad" para llevarlo de aquí para allá. 600 kilómetros hoy, 720 mañana… Muchas horas en el coche
¿Se descansa en un coche en una caravana electoral? De eso nada. Junto a Luis Ángel va siempre Paco, su responsable de comunicación en campaña, un currante que se ha tomado vacaciones en su trabajo para "disfrutar" (dice) con Hierro. Se lo están pasando bien y eso se les nota en las caras.
Hemos acompañado al tercero de los candidatos a las primarias del PSOE-A en un día en el que recorrió 680 kilómetros: de Sevilla a Málaga, de ahí a Los Barrios, luego a Estepona y de vuelta a casa. "Duerme poco", cuenta su equipo. Con cinco horas va sobrado y está en marcha.
Esta semana ha sido especial. El miércoles, cuando EL ESPAÑOL le acompañó en su campaña, le pusieron la segunda dosis de la vacuna. Debe ser el único español que no ha pedido una foto. "No dejan entrar a nadie".
A las 9:15 le tocó el pinchazo en el estadio de La Cartuja. Tiene buenas palabras para la organización de la vacunación, pero incluso en las conversaciones informales caben mensajes de campaña: "La atención primaria en Andalucía está fatal".
Hierro va en vaqueros, pero con americana y corbata. El nudo muy, muy fino. Lleva una camisa sport de las que tienen botones en el cuello. Sí, tiene un look de profesor que no se puede sacudir. En la solapa, un pin del PSOE, claro. Es el candidato inesperado a liderar a los socialistas andaluces. Lo tiene difícil, pero se lo está pasando bien.
Ha celebrado el cumpleaños de su hijo llevándolo a la facultad por la mañana. Se llevan cuarenta años y unos días. A las 10 están en camino hacia Málaga. Hoy es un día de carreteras buenas, no tocan pueblos difíciles de alcanzar.
Dos horitas hasta llegar a Málaga y empiezan la ronda. En la cafetería del Thyssen les espera Cristóbal, un periodista de La Opinión de Málaga que al día siguiente titula la entrevista con un: "Díaz y Espadas son de centro; nosotros, de izquierdas".
Luego engancha otra entrevista, esta con EL ESPAÑOL. Se pide una botella de agua y se la bebe a tragos cortos. Está contento, feliz, sonriente. Una sonrisa casi infantil de alguien que está experimentando algo nuevo y bonito.
La luz de la plaza de la Constitución le viene bien porque le da más intensidad a lo que dice. Está en el candelero y puede trasladar sus ideas. Por momentos recuerda a aquel Anguita de la Izquierda Unida y el "programa, programa, programa".
"Vamos bien de tiempo", dice. En el bar donde se entrevistaba con EL ESPAÑOL aparecen un par de militantes locales. Se saludan y se dirigen al siguiente acto. Es en la librería Proteo, que ardió el pasado 6 de mayo.
Allí se encuentra con algunos históricos socialistas de Málaga: Paco Cuenca, el propietario de la librería y el profesor de Historia de la Universidad de Málaga Fernando Arcas. Están a su lado. Mientras habla de sus medidas de cultura, llega José García.
García es el responsable de coordinar los actos de campaña. También el responsable de recortar el presupuesto al máximo. El partido ha dotado a cada uno de los candidatos con 5.000 euros para toda la campaña.
Además, se han ido buscando la vida con suscripciones. García saca un paquete de tabaco Manchester, se enciende un pitillo y gestiona un generador para el cierre de campaña en Jaén. Lo consigue barato.
En Málaga a las dos de la tarde el cuerpo va pidiendo algo para refrescar. Los asistentes al acto privado, unos diez, se sientan en una terraza y piden unas cervezas. Allí Hierro parece que descansa pero no. Aunque está sentado sigue trabajando y no pierde el hilo ni de su conversación ni de las que se mantienen cerca de él.
Son las cuatro y hay que coger la carretera. Ahora toca ir a Los Barrios (Cádiz). Algo menos de dos horas de coche para una entrevista en una tele local a las seis de la tarde. Allí se explaya.
Tiene tablas y sabe que no tiene nada que perder. Paco, su responsable de prensa, está entre bambalinas: edita fotos, publica en redes sociales, revisa qué está pasando en la campaña…
Otros 40 minutos en coche, ahora camino de Estepona donde a las ocho tiene un encuentro con militantes. En el roll-up que despliega su equipo en la Casa del Pueblo se lee su lema de campaña, un lema que recuerda a Unamuno: "Convenceremos y venceremos".
Hierro explota al máximo su faceta de profesor. Genera confianza. Los militantes se arremolinan a su lado. Charla y se le ve cómodo entre iguales. Pero se hace tarde.
El día termina con otras dos horas y media para llegar a Sevilla. Cuando Luis Ángel pone el pie otra vez en su casa son más de las doce y media. Al día siguiente tiene gira cordobesa: a las 10:30 en Córdoba con la UGT, luego en Carcabuey a las cuatro, en Cabra a las cinco y media y cierra el día de vuelta a Córdoba para estar con los militantes. Y diez días más de campaña por delante.
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