Es un dato anecdótico, pero los resultados del 19-J en Andalucía ponen al PP (58 escaños) cerca de duplicar al PSOE (30). El dato real, el dato clave, es que Juanma Moreno podrá gobernar en solitario, porque su histórica mayoría absoluta convierte a Vox (14) en irrelevante. Se aleja el fantasma de que, en adelante, el centro derecha tendría que pactar con la derecha extrema para formar gobiernos.
Si Alberto Núñez Feijóo miraba éste su primer test como el posible inicio de su camino a la Moncloa, se acuesta este domingo dando un gran paso. Y si Pedro Sánchez trataba de disipar la nube negra que lo acompaña desde hace meses en el soleado feudo tradicional del PSOE, ya puede (comenzar a) despedirse.
Para empezar, porque su apuesta, Juan Espadas, se queda en 30 diputados, y no ha podido ni llegar al peor resultado socialista, los 33 de Susana Díaz en 2018. Después, porque nada hace presagiar que pueda seguir jugando con el espantajo de que todas "las derechas" son lo mismo, o de calificar al primer partido de su oposición como "un estorbo" y "la derecha más ultramontana de Europa".
[Juanma Moreno: "Sólo pueden los que creen que pueden y Andalucía tendrá 4 años de prosperidad"]
Porque los votantes andaluces han dejado claro que el modelo "moderado" Moreno y Feijóo les convence más que el anterior y que la vía de agua hacia Vox se ha cerrado: Macarena Olona se queda en 14 escaños. Si se compara con los 12 de 2018 confirma que Vox (aún) sigue creciendo; si se miran las expectativas al ser proclamada candidata, nunca menores de 22-24 escaños, lo suyo es un gatillazo.
"¿Usted ha frenado a la ultraderecha, señor Moreno?", le preguntaron a la entrada de la sede electoral del PP, en Sevilla. "No, yo no he sido, han sido los andaluces", contestaba un sonriente Juanma Moreno, acompañado de su mujer, Manuela Villena.
Antes, una euforia contenida se había apoderado de las calles aledañas y de los despachos hasta que ya se supo con seguridad que la victoria había sido aplastante. De vez en cuando, se escuchaban gritos a medida que iban subiendo los escaños, y en la calle comenzaban a arremolinarse cientos de simpatizantes entre banderas de España y de Andalucía. Ya la euforia no se podía esconder, ya no se quería esconder.
Con la canción de fondo Hay que vivir el momento de Manuel Carrasco, Moreno vivió el suyo y salió para decir que habían hecho historia. También para lanzar dos mensajes a los andaluces: "Sólo pueden los que creen que pueden" y "Andalucía tendrá cuatro años de prosperidad".
Cuando acabó, la gente sólo quería tocarlo y hacerse fotos con él. "Déjame que te dé la mano", le dijo un simpatizante, mientras otra le pedía entre lágrimas que no le fallara. Moreno le dijo que no y se mimetizó entre ellos como si fuera una estrella de rock.
El descalabro de la izquierda
Por su parte, la izquierda se descalabra en su totalidad (juntas, las tres candidaturas apenas rebasan el 36%, a siete del 43% del PP), y el PSOE en particular. Porque cambiando de datos, según el proveedor y el día, las encuestas siempre decían lo mismo: "El PP sube, la izquierda se hunde". Es decir, la tendencia que confirma el resultado de este domingo.
La última mayoría absoluta en Andalucía había sido la del hoy condenado por los ERE Manuel Chaves, en el año 2008. Y ésta es la primera vez que el Partido Popular gana en todas las circunscripciones electorales de la región. De hecho, el PP no baja del 42% en ninguna de las ocho provincias.
Este domingo, con el peor de la historia socialista en Andalucía, Juan Espadas cosecha, además, un dato más bajo que cualquiera de los previstos, perdiendo casi cuatro puntos porcentuales respecto a los que cosechó la candidatura de Susana Díaz hace tres años y medio.
Aquella noche del 2-D de 2018, una caída clara del PSOE no sólo condenó la carrera política de Díaz -a la que Sánchez ya se la tenía jurada-, sino que abrió la puerta a que los populares sumaran con Ciudadanos y el apoyo externo de Vox. Ahora, éstos son irrelevantes y aquéllos, los liberales, se quedan fuera.
Como les pasó en Castilla y León. Como les pasó en Madrid... el partido de Inés Arrimadas sale en coma, con un cero, sin pulso desde que ella se hizo cargo de la formación naranja. Y ya sin líder andaluz: Juan Marín anunció la dimisión de todos sus cargos.
Ni Génova lo creía
El Partido Popular arrasaba este domingo en Andalucía superando incluso sus mejores pronósticos posibles. La participación no fue muy alta (58,36%), pero los mensajes de "domingos de playa hay muchos", con los que los populares trataban de movilizar a todos los suyos, han dejado todo el desastre en el lado socialista.
Aunque algunos sondeos a pie de urna sí llegaban a concederle al PP la mayoría absoluta, nadie en realidad se lo creyó nunca en la sede de Génova: "Vamos muy bien, pero la absoluta no es creíble, no pensamos que podamos llegar a los 55 escaños… porque nos ha faltado una semana de campaña".
Y eso significa que hasta en el PP veían la tendencia constante al alza. Los de Feijóo han centrado todos los esfuerzos y la maquinaria del partido en estas semanas de campaña. Tanta satisfacción se respiraba en Génova que la secretaria general, Cuca Gamarra, fue la primera figura política de la noche en comparecer, para presumir de unos resultados que significan el "fracaso del sanchismo" y el "freno" a Vox.
Andalucía no es sólo importante por sí misma -pues el PP se consolida hegemónico en un territorio que fue cortijo del PSOE-, sino que será "el gran granero de votos" para las generales, y es "el primer peldaño" del camino para el nuevo líder del PP. Uno que acaba en la Moncloa.
Y para que eso sea verdad, en la dirección del PP saben que, como mínimo, les hacía falta que se visualizara la posibilidad de que Vox puede no ser necesario. El viaje a "la centralidad", la recuperación de las mayorías y la cosecha de "votos prestados" de los "socialistas decepcionados y/o engañados" por Sánchez dependen de ello...o dependían: ya ha pasado, ya se puede hablar de ello con el verbo en pasado.
El PSOE de Sánchez
La nueva hegemonía popular se combina, además, con el hundimiento del PSOE de Espadas. La derrota del candidato socialista, que dejó la alcaldía de Sevilla para hacerse cargo de la reconquista de Andalucía, tiene explicaciones no sólo regionales: Espadas ha pagado el hecho de ser visto como el 'encargado' de Pedro Sánchez.
No sólo era visto así. Era una realidad que él fue la apuesta del aparato de Ferraz para destronar a Susana Díaz. La hoy senadora no sólo le disputó el liderazgo al hoy presidente del Gobierno en las últimas primarias del PSOE, sino que siguió haciéndole oposición interna hasta que fue derrotada.
Díaz cayó en las primarias frente al hombre elegido por Sánchez. Cayó defendiendo unos postulados del PSOE de siempre, apoyada por la generación de Felipe González y en contra de las alianzas del presidente con Podemos y el independentismo... parte de las razones que los expertos atribuyen a la caída estrepitosa de Espadas.
Pero hay más motivos: el primero, también en clave nacional, que los datos económicos no acompañan al PSOE en Moncloa. La inflación está empobreciendo a marchas forzadas a la ciudadanía, en especial a las clases medias y bajas, y la respuesta de Moncloa está siendo ineficaz en lo legislativo y errática en lo político, cargando las críticas contra la oposición.
[El Gobierno, decidido a extender durante otros seis meses las medidas contra la inflación]
La izquierda, perdida
El tercer motivo ya es regional, local, propio del candidato. Porque la derrota del PSOE no es sólo atribuible a la influencia de Sánchez, sino a que Espadas no ha sabido proponer nada concreto a los electores.
Si el mensaje del PP, pidiendo "votos prestados" a los socialistas enfadados, ha funcionado, el dato del PSOE por debajo de los 33 escaños de Díaz en 2018, señalan al propio candidato. Nadie lo conocía, no consiguió que se le identificara como alternativa, nunca se le vio presidenciable... e incluso tuvo que rectificar los mensajes que, con megáfono de la Ejecutiva, venían de Madrid porque le perjudicaban. Ahora, queda amortizado para el futuro.
Pero es que además, como decíamos al inicio, las encuestas siempre dijeron lo mismo, que la izquierda se hundía, y cada día un poco más. Y si hubo siempre pocas opciones de que, con esas circunstancias, el PSOE sacara la cabeza, el desánimo se terminó de apoderar de los electores progresistas.
No hay más que ver los resultados de las listas de Por Andalucía (la candidata Inma Nieto se quedó en 5 diputados) y de Adelante Andalucía (con Teresa Rodríguez que ha obtenido dos).
Así, se puede decir que el primer ensayo del "frente amplio" de Yolanda Díaz se estampa, como hizo desde el inicio -con las peleas para elegir a la cabeza de cartel y la desaparición de Podemos como marca-. Y la escisión anticapitalista de Podemos, liderada por Rodríguez, podría haber servido, simplemente, para malograr cualquier opción, al repartir el voto entre perdedores.