La calma política en el que ha vivido Mónica Oltra las últimas semanas, con la actualidad centrada en los escándalos de corrupción del caso Azud, ha concluido de forma abrupta. En apenas 24 horas le han enseñado la puerta de salida tanto en el PSPV-PSOE como en su propia formación, Compromís. Los socialistas de forma explícita, por boca de su compañera de Gobierno Gabriela Bravo. La coalición nacionalista, con un movimiento político: el del conseller Vicent Marzà, quien se postuló este miércoles para relevarla como candidata a la Generalitat.
El debate lo ha reabierto la remodelación del Gobierno valenciano impulsada por Ximo Puig para "dar un impulso" al mismo en la recta final de su segunda legislatura. Los socialistas barajan hasta cuatro cambios, escenario que parecía incomodar a Compromís, y a Mónica Oltra en particular.
La vicepresidenta primera y consellera de Igualdad se encuentra en serios apuros judiciales. Un juez ha pedido al TSJCV su imputación. El caso investiga si su departamento maniobró para desacreditar a la menor tutelada que sufrió abusos sexuales por parte del exmarido de Oltra, el educador Luis Eduardo Ramírez Icardi, que fue condenado por ello a 5 años de cárcel.
Se trata de un caso de corrupción política, el presunto uso de la administración pública para tapar un escándalo que afectaba negativamente a la titular del departamento. Pese a que Oltra se aferra al cargo con el argumento de que no ha cometido ninguna irregularidad, la gravedad de las acusaciones difícilmente le permitirá seguir en el mismo. Máxime en un gobierno de coalición en el que compartiría la presión con socios políticos que nada tienen que ver con los hechos que se investigan.
¿No sería entonces una maniobra inteligente por parte del Ejecutivo acometer ya la salida de Mónica Oltra en el marco de una amplia crisis de Gobierno, para diluir su marcha con otros ceses? Sobre esta posibilidad fue preguntada Gabriela Bravo, consellera de Justicia, en una entrevista concedida a la cadena Cope.
"Me lo plantearía"
Bravo, con su respuesta sobre si Oltra debería apartarse, se convirtió en la primera integrante del Gobierno valenciano en defender abiertamente su salida. "Yo desde luego, en una situación, más allá de responsabilidades penales, en la que pudiera comprometer la credibilidad de la institución a la que represento, me lo plantearía", consideró.
Se trata de la "opinión personal" de una dirigente, tal y como subrayó este miércoles Ximo Puig. Pero no de una cualquiera. Bravo, exportavoz del CGPJ, es la titular de Justicia del Ejecutivo autonómico, además de la pareja sentimental del propio presidente valenciano.
Los afines a Oltra enmarcaron estas palabras en la enemistad que existe entre ambas dirigentes, acreditada en otros múltiples encontronazos. Pero lo cierto es que Gabriela Bravo no hizo más que verbalizar públicamente lo que reconoce en privado el grueso de los socialistas valencianos: que Oltra, sin menoscabar su presunción de inocencia, debería dimitir si la imputan por la gravedad de los hechos que se investigan.
Los ingredientes del mismo complicarían sobremanera la recta final de la legislatura para el Gobierno progresista, porque se trata de un supuesto descrédito intencionado por parte del departamento de Oltra a una niña tutelada que había sufrido abusos sexuales por parte su exmarido.
En concreto, hubo dos informes encargados por Igualdad que concluyeron que el testimonio de la joven carecía de credibilidad. Pero la Fiscalía y el Instituto de Medicina Legal sí le dieron verosimilitud, como también hicieron finalmente los jueces, que condenaron al educador.
El golpe de Bravo centraba el foco mediático cuando se produjo un movimiento quizá más preocupante para la vicepresidenta valenciana. El hasta ahora conseller de Educación de la Generalitat, Vicent Marzà, dejó este miércoles abierta la posibilidad de relevar a Mónica Oltra como candidato de Compromís a la presidencia. "Esa decisión ya vendrá", afirmó preguntado sobre si descarta dar este paso.
El dirigente, de un marcado perfil nacionalista, se pronunció en estos términos en la rueda de prensa que ofreció para comunicar su dimisión en el departamento del Gobierno valenciano. Marzà expuso que abandona sus competencias para "centrarse en el partido", sin precisar qué papel exacto ejercerá en el mismo.
"Estaré construyendo", dijo. Lo hará "como diputado", según explicó en tono electoral. "Es necesario, imprescindible, consolidar un tercer Gobierno del Botánico", afirmó. "No podemos permitirnos que vuelva la derecha a gobernar este país", agregó. Preguntado sobre si aspira a ser el portavoz parlamentario en Les Corts, lo negó tajantemente. "No. La actual síndica lo está haciendo muy bien", afirmó.
Pero en absoluto fue tan rotundo al ser cuestionado sobre si aspirará a ser presidente autonómico. "No tengo ambiciones personales individuales, han de ser decisiones colectivas", expuso. ¿Estará entonces a la disposición de Compromís si decide que sea usted el candidato? "Cuando toque, regaremos", respondió evasivo, haciendo uso de una de las frases más utilizadas por su compañero de partido, el diputado en el Congreso Joan Baldoví.
En algunos pasajes de su intervención, en cambio, sí dio a entender que tiene aspiraciones internas, y que habría estado mal aprovechar su cargo en el Gobierno para alcanzarlas. "Alguno aprovecharía conseller como plataforma, pero no es mi caso. No quiero aprovechar la visibilidad para trabajar en cuestiones más partidistas", afirmó.
Giro en Compromís
El giro de este dirigente, cuya marcha no estaba prevista y menos que contemple ser candidato en lugar de Oltra, disparó todos los rumores sobre si Compromís está preparando el relevo de la vicepresidenta. O si al menos es lo que está haciendo Més Compromís (el antiguo Bloc) que es el partido mayoritario de la coalición y al que pertenece Marzà. Oltra milita en Iniciativa, su otro gran integrante.
Tras el acto, muchos de los asistentes se alinearon en un discurso compasivo con Oltra, cuya inocencia defiende sin ambages toda la coalición, pero crítico con su continuidad si la imputan. "No sé si sería bueno que continuara", lamentaba un destacado dirigente de la formación.
El problema de Compromís es que, al margen del mencionado Joan Baldoví, tiene pocos liderazgos claros con capacidad para ejercer de candidatos a la presidencia, y más si deben tomar esta decisión con poco margen de maniobra. Y uno de ellos es, precisamente, Marzà.
En Iniciativa hubo diversidad de opiniones. Algunos circunscribieron el movimiento de Marzà a su estricta voluntad de cerrar una etapa, y su ofrecimiento al partido "en el marco del funcionamiento democrático de Compromís". Otros no se mostraron tan ingenuos.
"No ha estado bien, es como si una ministra de Podemos dejara el Gobierno de España y dijera que no descarta liderar el partido en lugar de Yolanda Díaz. Claro que supone un cuestionamiento del liderazgo de Oltra", reconocían.