"Nos ha salido perfecto. Este es el empujón definitivo para recuperar la alcaldía". La reflexión es de un estrecho colaborador de María José Catalá, presidenta del PP de Valencia y futurible candidata en la ciudad. Se refiere a la apuesta que adoptó el partido hace unos meses, cuando desempolvó sin tapujos el orgullo por Rita Barberá.
Era una maniobra arriesgada. Incluso pareció un claro error cuando, solo días después de que Pablo Casado ensalzara su figura en la Plaza de Toros de la ciudad, el juez instructor del pitufeo procesó a 49 antiguos concejales y asesores de la dirigente por blanqueo de capitales. También al PP como persona jurídica.
Todo apuntaba a que la reivindicación de su figura sería a contracorriente judicial, con la esperanza de que la memoria de la exalcaldesa fuera limpiada en un juicio. La vista oral se daba por segura. Y no solo eso: el calendario auguraba una incómoda coincidencia con las elecciones municipales de 2023.
Pero la Audiencia Provincial de Valencia sorprendió a juristas, acusaciones e investigados con un archivo precoz de los delitos que afectaban personalmente a Barberá y devuelve al PP la moral de victoria en la capital del Turia.
La Sección Cuarta del tribunal, con inusitada contundencia, está estimando uno por uno los recursos de apelación de los investigados por el presunto pitufeo en la campaña electoral de 2015. Se les acusaba de haber participado en un blanqueo organizado. En concreto, de haber transferido 1.000 euros al partido que después habrían recibido en dos billetes de 500 de oscura procedencia.
Pero todos los acusados de este delito están siendo exonerados, como también ha ocurrido con el propio PP como partido. "En modo alguno puede sostenerse, más allá del espacio de la mera sospecha, que los apelantes recibieron el dinero sucio propuesto y consumaron con esta acción el injusto típico característico del delito imputado", aseveran los autos de la Audiencia.
En esta investigación (la pieza A del caso Taula, conocida como la del pitufeo) quedan asuntos pendientes. El teniente de alcalde de Barberá, Alfonso Grau, y la exsecretaria del grupo popular en el Ayuntamiento, Mari Carmen García Fuster, sí serán juzgados como presuntos recaudador y administradora de fondos irregulares. El primero, por presuntos delitos de malversación, blanqueo y cohecho en las campañas de 2007 y 2011. La segunda, por blanqueo en la de 2011. También irá a juicio el expresidente de la Fundación Valenciana de la Innovación y el Conocimiento (FIVEC).
Pero la causa ha quedado notablemente deshinchada con la absolución del grueso de los implicados y, en particular, porque la imputación de Rita Barberá fue precisamente por el supuesto delito de 2015 que ahora la Audiencia Provincial considera tan solo una "mera sospecha". Si la exalcaldesa siguiera hoy con vida, se encontraría en una situación similar a la de los concejales y asesores del PP cuya investigación está siendo archivada tras 6 años de travesía judicial.
Giro de guion
Ha sido tal el giro de guion que el PP, de la noche a la mañana, ha pasado de gestionar las críticas por ensalzar a la exalcaldesa a lidiar con el reproche contrario: el de no haber creído lo suficiente en su inocencia. La herida con la familia y el equipo más estrecho de Barberá seguía abierta, y el archivo de esta causa, la que la sumió en el ostracismo en 2016, ha vuelto a resquebrajarla.
El PP presionó sobremanera para que Rita Barberá dejara su escaño en el Senado cuando fue imputada. El propio Pablo Casado, entonces vicesecretario de comunicación del partido, la invitó a que diera "un paso atrás". Ella dejó la formación, pero no el acta, circunstancia que elevó todavía más la presión política. "Ya no forma parte del Partido Popular", subrayaba otrora el hoy presidente del PP.
El desenlace es de sobra conocido. En aquel ambiente de máxima tensión, la exalcaldesa murió de un infarto en un céntrico hotel madrileño. Fue el 23 de noviembre de aquel año, se acaba de cumplir un lustro. Ocurrió solo dos días después de que Barberá prestara declaración por el supuesto blanqueo de 2015, ahora archivado.
Por ello, María José Catalá, actual líder del partido en Valencia, subraya ahora que "se ha trabajado más que nunca esta legislatura por la reconciliación con el entorno de la exalcaldesa". Es momento de poner en valor los gestos realizados antes del archivo.
Entre ellos, el PP ensalza el respaldo sin ambages de Pablo Casado en la Convención Nacional del PP, donde trató de redimir su mala conciencia e instó a la alcaldable y a Carlos Mazón, presidente del PP Valenciano, a recuperar "la grandeza de Rita Barbera". "Valencia la soñó y la transformó una mujer. Fue la mejor alcaldesa del mundo", dijo aquel día Catalá, que auguró que a Valencia "la volverá a transformar una mujer".
El propio Mazón tiene también en su haber la defensa cerrada de la exalcaldesa que hizo pese al procesamiento de sus concejales. "Quiero aprovechar para ratificarme en el orgullo de lo que significa Rita Barberá para la ciudad de Valencia y para el Partido Popular", dijo en octubre. "No van a conseguir que bajemos los brazos ni los hombros, ni que nos avergoncemos de Rita Barberá. Déjenla descansar en paz", espetó entonces. Recientemente anunció que readmitirá en el partido a los concejales y asesores que fueron apartados cuando estalló el caso.
Les queda, en cualquier caso, trabajo por delante. "¿Os imagináis la rueda de prensa que habría convocado Rita para acallar tantas y tantas críticas? Habría sido una gozada verla", comentaba estos días, aún herido, un familiar directo de Barberá.
"Es lógico que estén heridos tanto familiares como votantes y ciudadanos que querían muchísimo a Rita Barberá. Pero nos quedan muchos meses para reconciliarnos con ellos", valoran fuentes del PP.
Una de las primeras ofensivas en esta línea ha sido volver a exigir el nombramiento de la dirigente como alcaldesa honoraria de la ciudad, algo a lo que se opusieron Compromís y PSOE el pasado mes de junio. El PP lo intentó cuando se cumplieron 30 años de su acceso al poder.
El actual equipo de gobierno deberá medir sus pasos de forma minuciosa ante el evidente cambio de escenario. Cabe recordar que, pese a la dramática situación del PP, que llegó a las elecciones de 2019 sin haber hecho apenas oposición por tener a 9 de sus 10 concejales imputados en esta causa, tan solo perdió 2 representantes en los comicios.
La izquierda mantuvo el poder por un solo edil, al sumar 17 -con 10 de Compromís y 7 de PSPV PSOE-. El centro derecha se quedó en 16 con los 8 del PP, 6 de Ciudadanos y 2 de Vox. "Si estuvimos tan cerca entonces, en un muy mal momento, ¿qué no podemos lograr ahora con cuatro años de firme oposición a Joan Ribó y año y medio por delante para ensalzar la memoria de Rita Barberá?", reflexionan ahora fuentes del PP.
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