Hay imágenes que, aunque sean casuales, dicen mucho más que un discurso. Esto es lo que sucedió el pasado viernes, 24 de junio, durante el cierre de campaña de Unidos Podemos en Madrid. A las once de la noche, tras casi dos horas de extenso mitin, llegaba el turno de que Pablo Iglesias se dirigiese a los diez mil congregados en el evento. Una vez que unos y otros se saludaron, flanquearon a Iglesias tres caras visibles de Podemos: Luis Alegre, Tania Sánchez y Juan Carlos Monedero.
Casualidad o no, Iglesias se rodeaba de tres de sus pretorianos. Por una vez, Íñigo Errejón, que había intervenido poco antes, no flanqueaba al líder del partido morado. La imagen adquirió más simbolismo cuando el propio secretario general de Podemos mencionaba, uno a uno, a quienes le circundaban. Primero, agradecía su generosidad a "Alberto Garzón, Izquierda Unida y el Partido Comunista", con la preceptiva ovación de los seguidores de IU presentes. En segundo lugar, cuando estaba hablando del 15-M, decía que "quiero mostrar hoy mi homenaje hoy a Juan Carlos Monedero, que estuvo en las plazas desde el principio, muchas gracias por tu ejemplo". Otra vez la ovación fue sonora.
Más o menos cariño
A su escudero Luis Alegre le agradecía su trabajo desde los inicios del partido. Después, saludaba con efusividad a Tania Sánchez por "haberme empujado a tomar la decisión" de liderar Podemos. Con gran emoción, daba las gracias a Pablo Echenique por "enseñarnos el camino", nuevamente entre los fervorosos aplausos de los presentes. Con menos calor del público y del propio Iglesias, citaba a "Errejón y su gente, que llegaron después". Por último, también mencionaba a Miguel Urbán, Irene Montero o Rafa Mayoral.
Acaso para la mayoría de los presentes la mayor o menor emoción de los saludos pasaba inadvertida. Sin embargo, entre los dirigentes de Podemos y, sobre todo, entre sus equipos de trabajo llamaba la atención la frialdad del saludo de Iglesias a Errejón, sobre todo en comparación con las otras menciones. Parecía que el secretario general había hablado en clave interna, al mostrarse especialmente cariñoso con los pablistas en detrimento de los errejonistas. No obstante, no era tiempo para la pelea entre facciones de Podemos, porque todos habían arrumbado los problemas internos para centrarse en el 26-J.
El resultado reabre las heridas
Lo cierto es que, con la excepción de ese detalle del último mitin, durante toda la campaña electora apenas se vislumbraron ni siquiera atisbos de los problemas intestinos en el partido emergente. Unos y otros habían aparcado sus diferencias, que no son pocas ni minúsculas, en pos de un interés común: superar al PSOE en las urnas y convertirse en la gran alternativa al PP. Pero el inesperado resultado de las elecciones ha convertido lo que parecía que iba a ser un gran éxito colectivo en una reapertura de las heridas internas. En solo seis días, el partido ha pasado de la tranquilidad contenida a los nervios desatados y los ánimos enfrentados, con las redes sociales como Telegram y Facebook como principales campos de batalla, sin olvidar las declaraciones públicas con mensajes envenenados o las filtraciones aún más envenenadas.
La balsa de aceite que parecía Podemos ha ido mutando en las últimas horas. Y, como ya ha ido contando al detalle este diario, el nivel de las discrepancias ha ido aumentando poco a poco. Básicamente, hay dos grandes argumentos en liza que se corresponden con los dos sectores preponderantes en el partido. Por un lado, los fieles a Errejón arremeten contra la coalición con IU -auspiciada por los pablistas- y la califican como el principal factor del fiasco electoral, al grito de "ya te lo dije". Por otro lado, los próximos a Pablo Iglesias defienden esa alianza como mejor vehículo para el futuro y, en algunos de los casos -Monedero o Teresa Rodríguez-, censuran el estilo moderado de la campaña -decidido por los errejonistas- como clave de la derrota.
Con este clima de división interna desatado en solo seis días, Podemos se encamina al Consejo Ciudadano que se celebrará el sábado 9 de julio en Madrid como primer envite. Y, como ya adelantaba EL ESPAÑOL el pasado lunes, la batalla entre ambas corrientes internas desembocará en una Asamblea extraordinaria donde el partido morado decidirá su futuro. Será entonces cuando los protagonistas de la imagen y el discurso antes mencionados se situarán junto a Iglesias, mientras "Errejón y su gente" tal vez se sitúen en frente.