Los tiempos del pacto del Majestic parecían ya superados para CDC. La deriva independentista del partido y la hoja de ruta del Govern habían relegado a la formación de su papel tradicional, cuando ejerció durante años de muleta para asegurar la gobernabilidad del país pactando a izquierda y derecha. Este martes, sin embargo, los convergentes han vuelto a demostrar su capacidad para adaptarse a las circunstancias: en Madrid han facilitado que la Mesa del Congreso quede en manos del PP y C’s. Al mismo tiempo, en Barcelona, el president de la Generalitat ha anunciado que empezará los contactos para que la CUP le apoye en la cuestión de confianza a la que se someterá después del verano.
A pesar de que la izquierda y los nacionalistas no habían logrado pactar un candidato alternativo, el papel de CDC ha generado muchas críticas desde las filas progresistas. Los 169 votos que ha obtenido Ana Pastor en la segunda vuelta han dirigido todas las miradas hacia el PNV y CDC, que no han querido pronunciarse sobre el sentido de su voto. Más sonora ha sido la votación sobre Pablo Prendes (C’s), vicepresidente primero, y Rosa Romero (PP), vicepresidenta tercera. Ambos candidatos han obtenido 179 votos, 10 más que la suma de PP y Ciudadanos.
“Hemos votado de todo”, han contestado algunos diputados de CDC al salir del hemiciclo. El líder del partido en el Congreso, Francesc Homs, ha reforzado el misterio al no comparecer ante los medios como sí ha hecho el resto de portavoces. Después de repetir por activa y por pasiva que la prioridad era no permitir un gobierno del PP, todo apunta a que los nacionalistas catalanes han dado el control de la Mesa a C’s y PP a cambio de poder obtener grupo propio y su correspondiente subvención, estimada en poco más de 40.000 euros mensuales.
La actuación de CDC este martes viene precedida de su negativa -junto a ERC- a entregar la presidencia del Congreso al candidato del PSOE, Patxi López, o al de Podemos, Xavier Domènech. Francesc Homs se reunió tanto con Mariano Rajoy como con Pedro Sánchez para negociar un grupo propio para su formación, algo que ambos mandatarios ofrecieron a CDC. Homs, sin embargo, parece haberse decantado por entregar la Mesa a los partidos más beligerantes con el independentismo.
"Lo que siempre hemos mantenido es que los votos independentistas no servirían para perpetuar la presencia de Rajoy en la Presidencia del Gobierno español, siempre hemos hablado en estos términos", ha aclarado la portavoz del Govern, Neus Munté (CDC), en rueda de prensa este martes en Barcelona. Con estas palabras, Munté ha desligado la Mesa del Congreso de su compromiso de no apoyar a Rajoy y ha afirmado que las votaciones de ERC y CDC en Madrid merecían el "máximo respeto" por parte del Ejecutivo catalán.
El hecho de tener grupo propio no es baladí. Más allá de la mencionada asignación mensual del Congreso, el grupo parlamentario también da derecho a subvenciones electorales, contratación de asesores y permite tener voz propia tanto en el hemiciclo como en las comisiones y ruedas de prensa en la cámara baja.
Puigdemont, en manos de la CUP
El juego de equilibrios de CDC en el Congreso contrasta con la situación que vive el partido en Cataluña. Los convergentes están pendientes de una moción de confianza a la que se someterá el president de la Generalitat, Carles Puigdemont, que necesita el beneplácito de la extrema izquierda de la CUP. Además, tienen como socio de Gobierno a ERC y basan sus planes de ampliar la base social independentista seduciendo al espacio de Ada Colau.
Puigdemont intentará abordar con el partido anticapitalista la cuestión de confianza antes de las vacaciones. Los diputados de la CUP han advertido este martes de que les gustaría dejar cerrada la negociación durante este julio, pero las exigencias de unos y otros anticipan otra negociación agónica cuyo resultado se conocerá en el último momento.
Los anticapitalistas quieren ligar su apoyo a Puigdemont a la convocatoria de un referéndum unilateral de independencia, algo que por ahora no gusta en las filas convergentes. Desde la CUP quieren que la segunda parte de la legislatura “se lea en clave de excepcionalidad” y que el Govern de pasos irreversibles hacia la ruptura con España.
En las filas de Junts pel Sí (JxS) y del Govern, sin embargo, consideran que es imprescindible que el apoyo de la CUP vaya ligado a la aprobación de los presupuestos de 2017, algo que los anticapitalistas no ven claro por el momento. “No tendría sentido que hablásemos de unos Presupuestos que ni siquiera se han puesto sobre la mesa”, ha afirmado este martes el diputado de la CUP Benet Salellas.
Los resultados del 26-J han situado a CDC en una posición complicada. La constatación de que no habrá un Gobierno en La Moncloa que ofrezca una salida a los planes independentistas redobla la presión para los convergentes y les empuja hacia una vía unilateral que ni siquiera defienden todos los dirigentes del partido. A la presión de ERC y la CUP ahora también se suma la de la ANC, cuyos socios decidieron la semana pasada que la mejor opción es convocar un referéndum vinculante sin el permiso del Estado.