Con la misma minuciosidad de panadero con la que en su rol de candidato se prestó a amasar el pan este lunes en un programa de ETB, el lehendakari Íñigo Urkullu mezcló a finales de julio todos los ingredientes de la política española y examinó la ruta de su descomposición para sustraer a su influjo la celebración de los comicios vascos.
Analizó, reflexionó, consultó y hasta cambió de planes en una semana ante el desarrollo de la crisis más importante de la democracia. Hubiera agotado su mandato y convocado elecciones para el 23 de octubre si no fuera porque el complicado panorama español ya auguraba la prolongación del bloqueo y la posibilidad de terceras elecciones.
Poco propenso a las incertidumbres aventuró un segundo debate de investidura de Rajoy coincidente con la campaña vasca y fijó la fecha del 25 de septiembre para anticiparse y minimizar el impacto de las negociaciones.
Logró adelantarse y aunque no por ello los comicios dejan de estar “contaminados”, se invierten las tornas y son los partidos españoles los que están pendientes de las urnas vascas. Con razón o sin ella, consideran cruciales sus resultados para desbloquear la situación.
Más seguro resulta que la legislatura que se avecina será determinante para el encaje del País Vasco en España, sometido ahora a revisión. Estará marcada por la discusión de un mayor autogobierno y el derecho a decidir cobrará adeptos en el Parlamento con la irrupción de Podemos, que defiende una solución a la canadiense, con una Ley de Claridad que permita pronunciarse a los vascos.
Euskadi, nación
Cambiar el marco político-jurídico y trasladar al ordenamiento que "Euskadi es una nación" constituye una pretensión irrenunciable de los partidos nacionalistas, que se matiza según las circunstancias.
El PNV se distancia en la actualidad de la vía catalana de ruptura y plantea una negociación exigente con el Estado, en la que éste acepte “por principio democrático” la reforma estatutaria que acuerde el Parlamento Vasco. Mantiene la consulta a la ciudadanía que sobre ese nuevo Estatuto prometió para 2015 en las elecciones anteriores, aunque esta vez no pone fecha para evitar comprometerse.
La coalición abertzale, EH Bildu, liderada por Arnaldo Otegi, ha pasado de defender la independencia desde una óptica identitaria a asumir en esta precampaña la visión utilitarista del PNV, que plantea la soberanía como herramienta para mejorar la vida de los vascos. Hasta ha anunciado estar dispuesta a acompañar sus intentos reformistas en la primera parte de la legislatura, aunque si el partido de Ortuzar no consigue un acuerdo en Madrid aumentará la presión para que siga el ejemplo de Convergencia.
El Parlamento Vasco ya ha sido mayoritariamente nacionalista durante el mandato de Urkullu (48 escaños frente a 27), pero una de las premisas del PNV es que el nuevo Estatuto sea objeto de un pacto transversal que incluya al menos a uno de los grandes partidos estatales. La llegada de Podemos, con un programa en ese ámbito muy coincidente con el suyo, le brinda un potencial aliado para desbloquear la ponencia de autogobierno, que se reactivará en cuanto se componga la nueva Cámara.
"Ni antes ni después"
El “No es no y qué parte no entiende”, con el que Pedro Sánchez ha machacado a Mariano Rajoy, tiene su traslación a la contundencia con la que el PNV ha rechazado cualquier aproximación al PP que permita, con el apoyo o la abstención de sus cinco diputados, la investidura del candidato popular.
“Ni antes, ni después” del 25-S han insistido Aitor Esteban, Andoni Ortuzar e Íñigo Urkullu. Esta vez no están dispuestos a cambiar votos por transferencias. “Aquella época se acabó”, afirman sin que los receptores del mensaje quieran creérselo del todo.
Las cábalas sobre un intercambio de apoyos PNV-PP para alcanzar Ajuria Enea y La Moncloa continúan, más en Madrid que en Vitoria, y los socialistas tampoco se libran de las especulaciones sobre las consecuencias internas para Sánchez de un estrepitoso fracaso en el País Vasco y Galicia. El PNV es además objeto de deseo de la alternativa que Podemos llama a explorar con el PSOE.
La prueba de las expectativas abiertas es que las cúpulas de los partidos estatales se volcarán en la campaña iniciada este viernes como si de sus resultados dependiese realmente la gobernabilidad de España.
"Desembarco" de líderes nacionales
Por la precampaña ya han pasado los secretarios generales del PSOE y el PP, Pedro Sánchez y Dolores de Cospedal, los presidentes populares autonómicos y el líder de Ciudadanos, Albert Rivera.
Se espera a Mariano Rajoy al menos en un par de actos en Vitoria y Bilbao; así como a Pablo Iglesias, que estará este sábado en Barakaldo; a Alberto Garzón, y hasta a la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau. Sánchez repetirá varias veces y también Rivera, que participa desde el primer acto de pegada de carteles en pos de la misma fórmula que permitió a la formación naranja implantarse y crecer en Cataluña.
En general, un “desembarco” de políticos españoles que los nacionalistas observan con aprehensión y desconfianza, porque impide que la campaña se centre “en Euskadi y nada más que Euskadi”.
Mayor fragmentación y cambio
En el País Vasco cada cita electoral es relevante. Mientras ETA imponía su amenaza las consecuencias se medían en clave de pacificación. Tras su abandono de las armas en 2011 la legalización de Bildu alteró el tablero vasco, que el 25-S volverá a recomponer para albergar al primer partido fuerte de izquierda radical de ámbito español que llega al Parlamento. La incorporación de Podemos abre el panorama, altera y amplía los consensos, y alimenta incógnitas irresolubles de antemano por falta de precedentes.
En el País Vasco se empieza a contar a partir de cuatro grandes partidos (PNV, EH Bildu, PSE-EE y PP). Si Ciudadanos consigue representación aunque sea simbólica, serán seis las formaciones con escaño y habrá una mayor fragmentación. El cambio se completará con el previsible impacto que la crisis del bipartidismo español tendrá en populares y socialistas, con una presencia cada vez más reducida.
Podemos en pugna con EH Bildu
Podemos obtuvo una rotunda victoria en las urnas el 20-D y el 26-J. Venció al poderoso PNV, una hazaña que ahora parece inalcanzable para la candidatura de Elkarrekin Podemos, la coalición con IU y Equo que encabeza Pili Zabala, hermana del presunto miembro de ETA asesinado por los Gal en 1983.
El fichaje de la odontóloga guipuzcoana, criticada en las redes por su espléndido chalé de Zarautz, está concebido en gran parte para restar votos y argumentos a EH Bildu. No lo consigue, a tenor de los sondeos que abren la campaña. Tanto el de EiTB como el del CIS relegan a Podemos a una tercera posición por debajo de EH Bildu, a quien le estaría dando resultado la ficción de mantener a Otegi como candidato pese a su exclusión de las listas y lograría frenar la sangría de la que fue objeto en las generales.
La ventaja del PNV
La hegemonía del PNV es indiscutida en todas las encuestas, que confirman que en las autonómicas no tiene rival. Lo sorprendente de las últimas es que, ampliándose el reparto, los jeltzales no pierden ninguno de sus 27 escaños e incluso podrían rebasar esa cifra.
Su aparente ventaja no hace que se confíen. Al contrario, el PNV redobla esfuerzos en busca del voto que premia la moderación y la experiencia, cualidades con la que adornan a Urkullu en sus presentaciones. Su campaña, muy personalista, girará sobre el lehendakari "honrado y tranquilo" que se compromete a reducir la tasa del paro por debajo del 10% y hace gala de prudencia frente al desafío soberanista desatado en Cataluña.
No retroceder demasiado, el reto de PP y PSE-EE
En horas bajas por el contagio del desafortunado papel estelar jugado en la política española, PP y PSE-EE afrontan la dura tarea de frenar su progresivo declive en las urnas.
La baza de los socialistas encabezados por Idoia Mendía, que no ha dudado en tirarse en parapente ante las cámaras, es volver a dar un triple salto y que sus votos sean decisivos para socorrer las urgencias del segundo gobierno de Urkullu. Sería casi cuestión de supervivencia si se confirma el batacazo que pronostican las encuestas, que reducen su representación a la mitad.
No es fácil que esa posibilidad se extienda a los populares, aunque su caída se percibe menos estrepitosa. Por si acaso su candidato, el exministro de Sanidad, Alfonso Alonso, combina sus acusaciones de radicalización al PNV con una permanente estrategia de mano tendida.
Bloqueo irrepetible y socio preferente
El bloqueo de la investidura que se produce en las Cortes Generales es irrepetible en el País Vasco. La ley de Gobierno y el Reglamento del Parlamento hacen lehendakari a quien en segunda vuelta, si no ha conseguido la mayoría absoluta, obtiene el mayor número de votos. Se pueden presentar varios candidatos, no votar en contra de ninguno. Sólo un empate en apoyos conduciría a un callejón sin salida.
Desde los Ejecutivos de coalición (PNV-PSE-EE) de Ardanza se gobierna en minoría desde Ajuria Enea. Si Urkullu es investido lehendakari y los números dan pocos dudan de que tratará de apuntalar un pacto con los socialistas, posibilidad alentada por los sondeos que no vislumbran una alternativa Podemos-EH Bildu superior en votos.
PNV y PSE-EE están aliados en las instituciones. Gobiernan coaligados en las tres diputaciones y los ayuntamientos de las tres capitales y han mantenido al Ejecutivo vasco con un pacto de estabilidad desde que Urkullu se viera forzado a retirar sus primeros presupuestos.
La falta de mayoría absoluta entre ambos partidos obligaría al PNV a maniobrar en otras direcciones para la búsqueda de apoyos puntuales en asuntos vinculados a la construcción nacional, la vertebración territorial interna o la pacificación. Nada que no haya hecho ya en el Parlamento, donde cuando le ha convenido ha recurrido a EH Bildu. Pero su socio preferente sigue siendo el partido de Mendía.
La otra opción sobre el papel sería una alianza de izquierdas (EH Bildu, Podemos y PSE-EE). Una fórmula inédita, muy complicada por tener que sortear planteamientos aparentemente irreconciliables, e imposible de articular con los actuales pronósticos electorales.
Decisivas para Rivera
La cuarta fuerza política española se la juega en estas elecciones. Ciudadanos apenas tiene implantación en el País Vasco y su corta trayectoria está trufada de conflictos y rocambolescas historias protagonizadas por sus escasos cargos electos.
Su candidato a lehendakari , Nicolás de Miguel, procede de UPyD y aspira al escaño por Álava que deja vacante, al no presentarse, la formación de Gorka Maneiro.
Obtener un único representante sería ya un logro para C´s, que aunque aparque su rechazo al Concierto y avale la continuidad de las diputaciones vascas defiende unos principios en colisión directa con el nacionalismo. No es su único hándicap. Al no alcanzar el suelo del 5% está excluida de los debates electorales y los espacios gratuitos de EiTB y RTVE.
Si las puertas se le cierran en el País Vasco el sueño de ser un partido nacional tendrá que esperar. Por eso el 25-S es tan importante para Rivera.
Del gilda-truck al U-fest
Obligados tanto por un recorte del 15% de los gastos electorales impuesto por ley como por el hastío de los ciudadanos ante la profusión de convocatorias, los partidos vascos afrontan una campaña con menor presupuesto, inferior siempre a 1,3 millones de euros, e iniciativas novedosas.
Apuestan por actos a pie de calle e introducen formatos americanos o elementos insospechados hasta ahora: desde la gilda-truck , un camión de comida con el que el PP invita a quienes se acercan a compartir el clásico pincho de aceituna, hasta la U-Fest del PNV en el parque la Casilda de Bilbao, una fiesta que combinará gastronomía con conciertos, deporte rural e hinchables infantiles.
La atención mediática se centra en los debates entre candidatos. EiTB organiza dos, uno en televisión y otro en radio, aunque duplicados para atender a una audiencia bilingüe. Serán los únicos a los que acuda Urkullu, motivo de suspensión de programas similares en otras cadenas y emisoras.
En ETB-2 la silla de Otegi la ocupará Miren Larrión, cabeza de lista por Álava y portavoz de EH Bildu en el Ayuntamiento de Vitoria. Su nombre suena para sustituirle también al frente de la portavocía del grupo en el Parlamento Vasco. Un secreto bien guardado por la coalición abertzale, dispuesta a rentabilizar hasta el último momento la inhabilitación de su líder.