Este año no habrá impresionantes imágenes aéreas de centenares de miles de manifestantes por la independencia. Después de cuatro años de grandes movilizaciones, la Assemblea Nacional Catalana (ANC) ha optado esta vez por un formato descentralizado para combatir el descenso de inscritos. Habrá convocatorias en Barcelona, Tarragona, Lleida, Salt y Berga. Las concentraciones estarán conectadas con pantallas gigantes a través de las que se escucharán los manifiestos leídos en cada manifestación. La ANC ha explicado este viernes que se han registrado 342.000 personas, mientras que el año pasado fueron 450.000. El descenso es de un 24%.
La convocatoria constará de 400 tramos, cada uno de unos 200 metros de largo. La ANC ha admitido que por ahora hay tramos con “baja ocupación” en Tarragona, Lleida y Salt. El acto, que empezara a las 17:14 del domingo, tiene como lema A punt [preparados, en su traducción] porque, en palabras de la ANC, “Cataluña ya está preparada para ser un estado independiente”.
“Estoy seguro de que será un éxito”, decía la semana Jordi Sànchez, presidente de la ANC, en una entrevista con EL ESPAÑOL. A pesar de que Sànchez reconoció un descenso en los inscritos, afirmó que no podían “mantener la tensión social ni el esfuerzo organizativo” durante tanto tiempo. “Tenemos que reservar fuerzas para otro gran momento de movilización”, añadía, refiriéndose a un hipotético referéndum unilateral de independencia.
El empuje de la Diada
La Diada de Cataluña ha servido durante los últimos años de catalizador del independentismo. Las grandes movilizaciones de cada 11 de septiembre han tenido hasta ahora una respuesta en la arena política del curso posterior. Las consecuencias que tendrá la movilización de este año, sin embargo, son una incógnita.
En 2012, Artur Mas convocó elecciones después de ver la gran manifestación a favor de la independencia. La de 2013 aglutinó a casi el 80% del Parlamento catalán en la petición al Congreso del permiso para celebrar un referéndum. La movilización de 2014 fue el prólogo de la consulta del 9-N y la Diada de 2015 anticipó la victoria de Junts pel Sí en las elecciones. La movilización de 2016 pretende empujar a los partidos independentistas para que “culminen” un proceso independentista cuya hoja de ruta se modifica varias veces al año.
La división entre partidos
A pesar de ser la movilización más inclusiva de los últimos años, los partidos catalanes llegan divididos a este 11 de septiembre. Existe división en el seno de Junts pel Sí (JxS) sobre si debe celebrarse un referéndum unilateral o unas “elecciones constituyentes” para culminar el llamado proceso de desconexión. Tampoco hay unanimidad a este respecto con la CUP, el socio parlamentario de JxS. Dentro de la izquierda favorable al referéndum que asistirá a la movilización también hay una profunda división entre el sector de Colau -más cercano al independentismo- y los partidos tradicionales como ICV, que han rechazado participar en la movilización.
También será una novedad la presencia del presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont. Su predecesor Artur Mas nunca acudió a estas manifestaciones excusándose en que debía mantener su perfil institucional. Puigdemont, sin embargo, se ha justificado diciendo que es la primera vez que hay un presidente “elegido por una mayoría independentista y con un mandato explícito”
Así, en la Diada de este año se podrá ver a representantes que van desde el anticapitalismo de Anna Gabriel hasta el centroderecha de Artur Mas. Entre medio, Colau, ERC, Podem y otros actores que son conscientes de que la reclamación de un referéndum es una demanda central en el tablero político catalán. A nadie se le escapa que, como tarde, habrá otras elecciones autonómicas en Cataluña a finales de 2017 o principios de 2018.
¿Un nuevo tripartito?
Esas nuevas elecciones podrían reconfigurar el espacio independentista catalán para hacerlo virar definitivamente a la izquierda. La nueva cúpula de Podem, elegida a finales de julio, es mucho más cercana al independentismo que la anterior y un buen ejemplo es el acto que se celebró el viernes en Sant Boi.
La convocatoria, homenaje a la primera manifestación de la Diada tras la dictadura, unirá en el mismo escenario a ERC, CUP y Podem. Muchos ven en esta concentración una antesala de un futuro tripartito de izquierdas independentista. También lo cree así CDC, que ha afeado a ERC que priorice el eje ideológico al nacional. “Veo tentaciones de un tripartito”, afirmó Marta Pascal, coordinadora nacional de CDC. “En un momento tan clave las tentaciones partidistas deberían quedar atrás”, añadió. A pesar de que ERC y la CUP lo niegan, ambos partidos mandaron a sus primeras espadas -Oriol Junqueras y Anna Gabriel- al acto de Sant Boi.