La marea morada que inundó el País Vasco en las elecciones generales fue un espejismo transitorio. Euskadi ha recobrado este domingo el habitual paisaje de los comicios propios. Las urnas han dado la victoria al PNV, hegemónico desde hace décadas, y lo han situado en una posición de más de diez escaños de ventaja respecto a su inmediato competidor.

A Íñigo Urkullu, con un considerable respaldo, le tocará recabar los apoyos necesarios para formar gobierno. Los números dan para que el PSE-EE, su primera opción, se convierta de nuevo en el sostén de su Ejecutivo en la XI Legislatura. Entre ambos alcanzan la mayoría absoluta, con 38 escaños, y sólo la contabilización del voto por correo puede frustrar esta realidad porque únicamente 80 apoyos separan de EH Bildu el último representante peneuvista conseguido por Bizkaia. Un escaño que bailó por decenas de votos arriba y abajo a lo largo de toda la noche.

Esta vez los sondeos realizados durante la campaña no se equivocaron. El PNV ha alcanzado una aplastante victoria en los tres territorios. No sólo mantiene los 27 parlamentarios de 2012, sino que suma otros dos y crece en porcentaje de voto. Lo hace además cuando el Parlamento Vasco se abre para dar entrada a Elkarrekin Podemos, la coalición aglutinada en torno al partido de Pablo Iglesias, que irrumpe con 11 escaños pero no consigue sobrepasar a EH Bildu, que obtiene 17. Ni siquiera la suma de las dos formaciones de izquierdas pondrían en riesgo la investidura de Urkullu, que no necesitaría más que el respaldo de sus compañeros de partido para salir elegido.

La pugna entre EH Bildu y Elkarrekin Podemos se resuelve claramente a favor de la coalición abertzale, que conserva la segunda posición y se desquita de sus últimas derrotas electorales. El partido de Pablo Iglesias arrolló en los comicios generales del 20-D y el 26-J; ahora se tiene que conformar con un tercer puesto.

El gran derrotado es el PSE-EE, que desciende a mínimos históricos, al pasar de 16 a 9 parlamentarios. El otro gran partido constitucionalista, el PP, resiste al perder sólo a uno de sus diez representantes.

Ciudadanos no se abre paso en Álava y la fuerza de Rivera se queda fuera de la Cámara de Vitoria.

TRIUNFO DEL PNV

Una mayoría minoritaria de vascos vuelve a confiar en el PNV, o , mejor dicho , en Íñigo Urkullu, el “independentista del siglo XXI”, el “soberanista pragmático” sobre el que ha girado toda la campaña de la formación peneuvista, presidencialista hasta el extremo bajo el logo de la “U”.

El partido de Andoni Ortuzar consigue una rotunda victoria, con el 37,6% de los votos, tres puntos y 12.898 votos más que en 2012. Los vascos han premiado su apuesta, basada en la imagen de moderación, estabilidad y realismo de un lehendakari con experiencia en la gestión que ha cumplido un mandato sin sobresaltos y que se aleja del proceso secesionista catalán. Un perfil apoyado no sólo por los seguidores de la formación nacionalista como ya dejó entrever la encuesta del CIS, donde incluso un porcentaje considerable de votantes del PP y del PSE en las últimas generales se mostraban partidarios de que Urkullu siguiera siendo lehendakari.

El PNV gana las elecciones vascas con mayoría simple

La fuerza del PNV se afianza en Bizkaia, su principal feudo , con el 42% de los votos y 12 escaños, se extiende a Gipuzkoa, con el 34,3% y 9 representantes, y se prolonga a Álava, con 28,2% y 8 miembros.

El propio partido jeltzale ha calificado sus resultados de “extraordinarios” debido a que sus previsiones partían de un prudente cálculo de 24 ó 25 ante la mayor fragmentación del Parlamento y la consecución en 2012 de los tres últimos escaños, atribuibles siempre por un puñado de votos debido al sistema de restos de la Ley de Hondt.

Urkullu ha evitado este domingo mostrar sus preferencias de pactos para lograr el Gobierno “fuerte y estable que ambiciona”. En pura lógica recurrirá al PSE-EE, su socio en otras instituciones, pero también obtendría mayoría absoluta con el PP, con EH Bildu o con Podemos.

EH BILDU, SEGUNDA FUERZA

La coalición abertzale, compuesta por Sortu, EA, Aralar y Alternatiba, liderará la oposición. EH Bildu ha recuperado espacio en estas elecciones a las que llegaba muy tocado por sus derrotas frente a la formación morada.

Vuelve a recuperar a buena parte de su electorado y logra que Podemos no le desbanque de su segunda posición en la Cámara, aunque la irrupción del partido de Iglesias le deja lejos de los 21 escaños obtenidos hace cuatro años, cuando el viento soplaba fuertemente a su favor tras el abandono de las armas por parte de ETA.

Sus resultados indican que no se ha resentido de la inhabilitación de su candidato, Arnaldo Otegi, o que ha logrado rédito electoral con su exclusión de las listas. Poco a poco fue sustituido por la portavoz en el Ayuntamiento de Vitoria, Miren Larrión, una cara más amable y no vinculada al pasado, que, sin embargo, se ha mantenido en la ortodoxia al rehuir condenar a ETA y negarse a afirmar sin apostillas que “matar estuvo mal”. La estrategia ha funcionado y ha frenado el sorpasso de Podemos.

La coalición abertzale, con 8 escaños en Gipuzkoa, 5 en Álava y 4 en Bizkaia, ha perdido más de 53.600 votos, pero su reacción es de alivio al haber recuperado 70.000 respecto al 26-J. Un exultante Arnaldo Otegi ha comparecido tras el recuento para congratularse del crecimiento de los “independentistas de izquierdas”. “El asalto a los cielos – ha dicho apropiándose del lenguaje del partido morado- empieza esta noche de la mano de la izquierda soberanista”.

Su otro mensaje ha sido un recado para Urkullu, al destacar que 57 de los 75 escaños están ocupados por parlamentarios partidarios del derecho a decidir.

PODEMOS SE DESINFLA

Empezaron queriendo desalojar al PNV de Ajuria Enea, tras sus magníficos resultados en las generales, pero Elkarrekin Podemos fue modulando su discurso y cuando comenzó la campaña su intención de desbancar a Urkullu quedó sepultada bajo unas dosis de mayor realismo y un lenguaje menos agresivo, centrado en la búsqueda de un horizonte de mayor justicial social y menor clientelismo.

Los resultados confirman lo sensato de sus expectativas a la baja y que los vascos votan diferente según sean autonómicas o generales. La conquista del cielo de Ajuria Enea tendrá que esperar, aunque sus 11 parlamentarios –3 por Gipuzkoa, y 4 por Álava y Bizkaia–, cambian la relación de fuerzas e introducen en la Cámara una gran mayoría no únicamente nacionalista a favor del derecho a decidir.

En función de ese nuevo ciclo que se inaugura su aspirante a lehendakari, Pili Zabala, hermana del presunto miembro de ETA asesinado por los GAL, ha considerado que el resultado de Podemos ha sido “muy bueno” y que las urnas han demostrado “la consolidación” de la formación morada en el País Vasco. 

Y es que con propuestas de renta básica universal, policía antifraude, menores desequilibrios sociales y una ley de claridad a la canadiense poco explicada, una candidata tan inexperta como ella ha sido capaz de movilizar a 156.671 vascos. Un número que supera los apoyos recibidos en las elecciones forales de 2015 pero que es menos de la mitad de la marca obtenida en las generales.

GRAVE CAÍDA DEL PSE-EE

A la vista de las encuestas los socialistas eran los que más se jugaban en estos comicios y tenían bien identificado al adversario, Podemos, contra el que dirigieron la mayor parte de su munición electoral. Sufrían en su nuca el aliento de la formación morada, necesitaban retener al votante de izquierdas y confiaban en la ayuda que les ha prestado el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, con su “no” a Rajoy, en sus tres visitas al País Vasco, llegando a lanzar en la última de ella su nueva intentona de formar gobierno.

Además bregaban con la dificultad añadida de ser vistos como oposición cuando han contribuido a sostener al Ejecutivo de Urkullu y gobiernan con el PNV en Diputaciones y Ayuntamientos. Por ello su campaña fue la más arriesgada y ganó en agresividad según crecían los malos augurios. Por ello trataron de desenmascarar “el independentismo” de Pili Zabala y convirtieron en arma arrojadiza la euskaldunización obligatoria del funcionariado.

En esta ocasión los socialistas no han podido vencer a los sondeos y pierden casi la mitad de sus posiciones en la Cámara de Vitoria. Son los más perjudicados por el acceso de Podemos. Su debacle se traduce en la pérdida de dos escaños en Gipuzkoa y Bizkaia y tres en Álava y un conjunto de 86.70 votos. Su batacazo pone en solfa la propia gestión de la secretaria general y candidata a lehendakari ,Idoia Mendia, que ha atribuido los “malos resultados” a la caída de 1,7 puntos ( de 63.96% a 62.26%) de la participación, la competencia del partido de Iglesias, y el convulso escenario de la política española.

No obstante, sus escaños pueden ser decisivos.

“¿Qué le parecería un buen resultado?”, le preguntó un periodista a Mendia durante la campaña. “Que el PSE-EE sea una herramienta útil”, replicó la dirigente socialista, con el sobreentendido implícito, al menos para los presentes, de que se estaba refiriendo a la gobernabilidad del País Vasco y a la posibilidad de que los escaños otorgados por las urnas fueran suficientes para reeditar su apoyo a un ejecutivo del PNV, al que aseguran “frenar” en sus recortes y “moderar” en sus aspiraciones nacionalistas.

Ambos partidos suman en efecto mayoría absoluta, aunque el escenario está muy abierto porque la campaña socialista ha levantado ampollas en el PNV y el fuerte descenso podría abrir una reflexión sobre su política institucional en el seno del PSE-EE. Su resolución tampoco es ajena a lo que ocurra en España.

EL PP RESISTE A DURAS PENAS

El PP reivindicó en la campaña su papel de única alternativa constitucionalista, de “contrapeso” del nacionalismo, que las urnas han reducido a la presión que puedan hacer nueve parlamentarios en una Cámara de 75. Ha perdido un escaño en Bizkaia, pero la sangría es muy inferior a la sufrida por el PSE-EE y menor que la pronosticada por las encuestas.

Su candidato, Alfonso Alonso, luchaba contracorriente advirtiendo del peligro de radicalización del PNV y equiparando a Urkullu con Mas, mientras los peneuvistas jugaban la baza de la moderación frente a Cataluña y la estabilidad frente a la complicada evolución de la política española y las incertidumbres que rodean a Mariano Rajoy.

El mayor reto de la carrera política del exministro de Sanidad se ha saldado con cierta solvencia al haber sido capaz de aglutinar gran parte del voto que en las generales se fue a Ciudadanos y pasar de un cuarto a un segundo puesto en Álava, territorio de mayor implantación para el PP.

Por todas estas razones y porque han estado a punto de retener el décimo escaño, los populares han asumido la pérdida de 23.227 como una victoria. Alonso ha destacado que el 25-S representa el “punto de arranque” de revitalización de una alternativa constitucionalista en el País Vasco.

CIUDADANOS TENDRÁ QUE ESPERAR

El constitucionalismo de nuevo cuño promulgado por Ciudadanos no ha dado resultado. El esfuerzo desarrollado por su líder Albert Rivera, que se ha volcado con su presencia en la campaña vasca, no ha sido compensado por la ciudadanía. A su candidato, Nicolás de Miguel, le han faltado 450 votos en Álava para ocupar el escaño que deja vacante Gorka Maneiro, de UPyD. Los 40.740 sufragios de C's en el 26-J se han visto drásticamente reducidos en toda Euskadi a casi la mitad.

La “siembra” promovida por el partido naranja a la que se refería Rivera en sus intervenciones tendrá que esperar a una nueva cosecha vasca en la que el electorado no les dé la espalda.

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