Ya no se trata de frases interpretables. Tampoco meras disensiones que se dirimen en los medios de comunicación a golpe de fuentes anónimas. En el PSOE hay una guerra abierta entre Pedro Sánchez, las federaciones que le arropan y la inmensa mayoría del poder institucional reunido en torno a seis de los siete presidentes autonómicos. Se trata de una pelea por la gestión del partido, por el mensaje y por las orientaciones políticas. Pero, desde este lunes, es ante todo una guerra por el poder.
La decisión de Sánchez de poner fecha al congreso que lleva meses pendiente cayó como una bomba entre los críticos, que ya la habían rechazado de antemano cuando la semana pasada surgieron los rumores. Rompe el consenso logrado en abril, cuando Sánchez convenció a los críticos de que era mejor poner España por delante del PSOE y ocuparse primero del Gobierno de España que de los asuntos intestinos del partido. Entonces, dirigentes como Susana Díaz, la presidenta de Andalucía, promovía la destitución de Sánchez por los resultados de las elecciones generales del 20 de diciembre y la marcha del partido. Este lunes, la historia era la contraria.
Ahora es Sánchez quien quiere el congreso, en el que se debe elegir por primarias al secretario general. Cree que, ayudado por el calendario, puede ganarlo e incluso ser el único candidato. Así, se consolidaría como líder del partido y dejaría de tener a “significados líderes” del partido cuestionándolo “desde dentro”, como lamentó en una rueda de prensa tras cuatro horas de reunión con el núcleo duro de su Ejecutiva.
Según la propuesta de Ferraz, el plazo para presentar candidaturas finalizaría el 11 de octubre y la votación a secretario general sería el 23 de octubre, una semana antes de que se disuelvan las Cortes en caso de que no hubiese una investidura exitosa en la cámara baja. En otras palabras, quien quiera hacerle frente a Sánchez tiene menos de un mes para anunciarlo, hacer campaña y ganar la partida. Todo ello para abstenerse ante Rajoy, intentar como Sánchez un Gobierno alternativo (en una semana) o arriesgarse a sucumbir ante el candidato del PP en unas terceras elecciones.
Mientras, él va a compaginar dos funciones: el de aspirante a la presidencia del Gobierno y el de la campaña por el control del PSOE. Las dos con idéntico argumento: dar a España un Gobierno de cambio y transversal frente a Rajoy y las élites de su propio partido.
Los planes de los barones
“Estoy muy dolido. No me lo creo”, explicaba en conversación con EL ESPAÑOL un destacado presidente autonómico. “Los puentes están rotos. Ya no hay nada que hacer”, explica otro presidente, líder de una de las principales federaciones del partido. "Susana está triste y dolida. Ha dado toda su vida al partido y ve cómo este se lo está cargando", explicaba una fuente cercana a la presidenta andaluza.
Por ese motivo, los críticos con Sánchez sopesan qué hacer. La convocatoria del congreso no la decide Sánchez. Tiene que ser ratificada por un Comité Federal del partido, el máximo órgano entre congresos, donde hay más de dos centenares de miembros. Los barones críticos están convencidos, a diferencia de Sánchez, de que pueden suspender la convocatoria en la reunión que el foro celebra este sábado. “Tenemos 60 votos más que Sánchez”, explica una fuente al corriente del recuento de votos a favor y en contra.
Sin embargo, el enfurecimiento es tal en los barones que varios expresan su convencimiento en conversación con este diario de que Sánchez tiene que ser apartado inmediatamente del timón del PSOE. La duda es cómo hacerlo. Si Sánchez pierde la votación en el Comité Federal, su posición quedaría comprometida. Habría sido desautorizado por el máximo órgano del partido. Pero pocos creen que eso le lleve a dimitir.
Por ese motivo, los barones críticos, entre los que se encuentran los de Andalucía, Castilla-La Mancha, Extremadura, Aragón, Comunidad Valenciana y Asturias exploran de nuevo la fulminación de Sánchez.
Resucita el plan de las dimisiones
Puede que durante el propio Comité Federal no fuera posible intentarlo por problemas reglamentarios. En ese caso, dirigentes críticos valoran la posibilidad de decapitar políticamente a Sánchez antes o después de la cita.
Según los estatutos del PSOE, la dimisión de la mitad más uno de los miembros de la Ejecutiva conlleva su disolución y la creación de una gestora en el partido antes de la convocatoria de un congreso, cuya celebración podría dilatarse semanas o meses.
Una cascada de dimisiones tras el Comité del sábado tiene sus ventajas. Si el órgano tumba la propuesta, no estará sólo desacreditando a Sánchez sino al núcleo duro de la Ejecutiva, que es la que aprobó la propuesta este lunes. Los miembros de la Ejecutiva bien podrían decir que se vieron obligados a dimitir al no tener la confianza del Comité Federal. Así se llevarían por delante a Sánchez con alguna justificación más que el asesinato político.
La decisión está madurándose. "A mí me consta que lo están intentando. Están haciendo los números", explica un miembro de la Ejecutiva cercano a Sánchez. Algunas fuentes aseguran que ya está decidido. Otros, que hay que esperar al Comité Federal. Pero lo que está claro es que la animadversión se ha convertido en odio tanto desde el núcleo duro de Sánchez como desde el sector crítico. La ruptura del pacto entre Podemos y el PSOE en Castilla-La Mancha, tras la cual socialistas de la región ven la mano de Ferraz para desestabilizar a Emiliano García-Page, uno de los barones críticos, ha ayudado a sumar apoyos decididos al bando de los detractores del líder.
“Elegimos en primarias a un secretario general y resulta que dos años después se nos ha convertido en el Julio César que está acabando con todos los contrapesos. Persigue a los críticos. Acaba con la autoridad del Comité Federal como el César mangoneaba en el Senado. Por eso puede que no quede otra salida que el magnicidio. La democracia es mucho más que votar: es un conjunto de instituciones, es un sistema representativo, no someter lo que te interesa a referéndum”, lamenta uno de los críticos.
Las razones de los críticos
El enfado de los barones tiene muchas explicaciones. “Hace el Congreso como quien reta a alguien a un reto decimonónico a las 7 de la mañana en la tapia del cementerio”, explica un alto cargo de un Gobierno autonómico. “¿Está loco?”, se pregunta.
“Es un tramposo. Reduce un congreso sólo a una decisión sobre si abstenerse o no ante Rajoy. ¿Es que él es más de izquierdas que los demás? Un congreso no está para decidir si nos abstenemos o no, como lo presenta. Está para decidir quién es el secretario general, pero también qué equipos tiene que haber, cuál es el proyecto a medio plazo. Se le olvida que un congreso es para elegir a alguien que pueda ganar las elecciones, algo que él ya nos ha demostrado que es incapaz”, explica un diputado crítico con Sánchez.
Sin debate sobre el resultado electoral
Los resultados en Euskadi y Galicia han sido los grandes desaparecidos de este lunes. El PSOE cosechó una derrota histórica. Nunca antes había tenido tan pocos apoyos en ambas comunidades. Ningún partido ha perdido tantos votos respecto a las anteriores elecciones, y eso que el PSOE estaba en la oposición. Sánchez se implicó directamente en la campaña tras haber depositado su confianza en los candidatos. Según los críticos, desde que llegó Sánchez, Podemos no ha hecho más que fortalecerse y el PSOE se ha convertido en un partido perdedor. Esa es, según los barones socialistas, la principal razón que justifica su destitución.
"No es justo, es una barbaridad. Entonces, cuando gana, ¿Pedro no es responsable", se pregunta un diputado cercano a Sánchez. "Lo que ha hecho Pedro es poner las cartas boca arriba y sobre la mesa. No se puede liderar un partido si te están puenteando todo el día", justifica. "No quedaba otra salida. Ahora, todo el mundo tendrá que retratarse y decir exactamente qué quiere. Y que la gente decida", según este parlamentario.
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