El Comité Federal que los socialistas celebrarán el sábado se ha convertido en una verdadera carrera contrarreloj. El máximo órgano entre congresos tiene que decidir si respalda la propuesta de la Ejecutiva de celebrar ya un congreso en forma de plebiscito sobre Pedro Sánchez o si lo mantiene en suspenso. Cada minuto cuenta y en el PSOE no se habla de otra cosa, tanto en las principales sedes del partido como en el Congreso, que este martes celebró un pleno sin apenas asuntos de peso por la parálisis institucional.
Sánchez se está implicando personalmente en convencer a miembros de ese foro y ha mantenido conversaciones telefónicas para tratar de garantizarse el máximo número de votos posible. En especial, Sánchez está abordando a miembros del Comité que le apoyaron en las primarias de 2014, cuando él se hizo con el timón del PSOE sucediendo a Alfredo Pérez Rubalcaba.
Mucho ha cambiado desde entonces. Sánchez llegó al liderazgo aupado por la mayoría del partido, incluyendo a presidentes autonómicos que ahora quieren tumbar su propuesta, como Susana Díaz (Andalucía) o Emiliano García-Page (Castilla-La Mancha). También logró entonces el apoyo de Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero, los dos presidentes del Gobierno que ha tenido el PSOE, hoy también muy decepcionados con él.
Sánchez no busca tender puentes con las figuras más relevantes, ya que reconoce que están rotos y por eso dice haberse obligado a convocar el congreso. Pero el Comité Federal lo componen dos centenares largos de dirigentes de toda España y Sánchez cree que puede convencer a cuadros medios.
División en las federaciones
"Está tratando de dividir las federaciones, especialmente en aquellas en las que ya hay disensiones o hay compañeros temerosos del hiperliderazgo de algunos barones", explica una fuente socialista.
Sánchez podría contar con una ayuda extra: el voto secreto que podría pedir alguno de sus miembros aliados con el argumento de que nadie coaccione a los participantes. Sánchez podría esgrimir así el mismo argumento con el que ha convocado el congreso: querer dar voz a la base de la pirámide del poder socialista frente a una élite de dirigentes territoriales que tienen unas prioridades distintas.
Las gestiones de Sánchez pasan por federaciones como las de la Comunidad Valenciana, muy dividida, Castilla y León, en la misma situación, y Castilla-La Mancha, Extremadura o incluso Andalucía. Si consigue quebrar el control casi absoluto que los presidentes autonómicos dicen tener de los miembros que votan, podría salvar su propuesta.
"No lo permitiremos", explica un miembro del Comité Federal crítico con Sánchez. "Ahí se va a dar la cara", explica. Otro diputado, cercano en teoría a Sánchez, va un paso más allá. "Al Comité vamos a partirnos la cara", según él.
Tensa reunión del grupo parlamentario
Este martes, en el Congreso, se celebró a puerta cerrada una reunión del grupo parlamentario. Hasta 21 diputados pidieron la palabra, aunque por limitaciones de tiempo sólo se le concedió a 15. Hasta 11 de ellos fueron críticos con la celebración ya del Congreso, aunque varios respaldaron al secretario general en su intento de formar un Gobierno alternativo. Sólo tres defendieron con claridad a Sánchez. Según la dirección del grupo, Sánchez no quería hacer de esa reunión un foro para reabrir el debate que el núcleo duro de la Ejecutiva tuvo el lunes en la sede del partido. Pero los críticos se hicieron notar.
"El Comité lo ganamos de calle", explica uno de ellos, recordando los pronunciamientos públicos de muchos dirigentes, incluso de aquellos que apoyan a Sánchez, como Micaela Navarro, presidenta del partido, que no cree conveniente mezclar asuntos internos con la gobernabilidad del país.
Una moción de censura encubierta
Toda la expectación está concentrada en lo que pueda pasar el sábado. Pero hay dudas sobre el día después en caso de que el Comité tumbe la propuesta de Sánchez.
En una entrevista en la Cadena Ser, el líder socialista rechazó dimitir incluso en esa tesitura, a pesar de que habría quedado gravemente desautorizado por el partido.
Sin embargo, incluso entre su partidarios se ha extendido la idea de que Sánchez no tendría escapatoria, especialmente por la solemnidad y calado que le dio a la convocatoria del congreso. "Tendría al máximo órgano del partido en contra", explica una fuente. "Si no se va a su casa, tendría que buscarse la manera de forzarlo", según otra. La opción más socorrida es la dimisión de la mitad más uno de los miembros de su Ejecutiva, que conlleva su destitución automática y la constitución de una comisión gestora.
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