El PSOE andaluz quiere que las primarias y el nuevo congreso para elegir la nueva secretaría general del partido se celebren “con sosiego”. No tienen prisa por marcar una fecha en rojo. Ya dejaron claro su rechazo al congreso exprés que perseguía Pedro Sánchez, lo que acabó con su dimisión en un dramático comité federal hace poco más de una semana. Pero esa calma que demandan no sólo encierra una estrategia para restablecer internamente la sintonía entre los sectores enfrentados. No es sólo para coser y salir “fuertes y unidos”.
El factor tiempo es clave ahora para el PSOE andaluz y para Susana Díaz. Tienen que ganarlo para recuperar su imagen, que ha quedado dañada en esta grave crisis en la que se ha visto sumido el PSOE. El pulso con el dimisionario Pedro Sánchez no le ha servido precisamente para ganar puntos. Aunque el sector crítico era más amplio, fue Sánchez quien le señaló a ella directamente como rival cuando le espetó en una entrevista: “Yo estoy en el bando del voto en contra a Mariano Rajoy y por un gobierno alternativo. A mí me gustaría saber en qué bando está Susana Díaz”.
A favor de dejar caer las hojas del calendario para un congreso también está la experiencia previa que hubo en el partido tras la dimisión de Joaquín Almunia. La comisión gestora estuvo pilotando durante cuatro meses, se eligió un nuevo secretario general en el 35 congreso del partido, y después ganaron las elecciones generales. Un dato este último que recalcan bien desde el PSOE andaluz. Su secretario de Organización, Juan Cornejo, lo ha recordado marcándolo como objetivo a conseguir: “Eso espero, que tengamos un congreso y ganemos las siguientes generales cuando se produzcan”, ha dicho, puntualizando “cuando estas se produzcan”.
La abstención y la divagación
Díaz y la federación andaluza tienen ante sí el reto de sacudirse ante la opinión pública la etiqueta de ser quienes han provocado la caída de Sánchez, pero también de quienes están impulsado la abstención. La prueba de esto último es que rehuyen en estos momentos hablar de abstención y colocan la pelota en el tejado del próximo comité federal, donde se adoptará una decisión colectiva.
También esquivan posicionarse sobre si es mejor una abstención por la mínima o de todo el grupo parlamentario, pero mientras tanto, el debate ya está moviendo a todos los niveles en el partido, desde las asambleas a las direcciones provinciales. Los cargos orgánicos ya están recorriendo agrupaciones para hacer pedagogía.
Ni siquiera se han planteado por el momento convocar un comité director previo (el máximo órgano de dirección del PSOE-A) en el que aprobar una resolución con la que llevar una posición ante el comité federal. Sí lo hicieron en cambio en el último cónclave: los socialistas fueron con una resolución bajo el brazo diciendo no al congreso de Sánchez hasta que se hubiera resuelto la gobernabilidad del país.
En cuanto a la celebración del próximo comité federal, donde se decidirá qué hará el partido ante una posible investidura de Mariano Rajoy, en lo que sí tienen preferencias es a la hora de votar. El sistema de voto secreto no gusta en el PSOE andaluz. El modelo de democracia representativa desaconseja el voto en secreto porque quienes están en ese comité representan a sus territorios y, según Cornejo, sería difícil “rendir cuentas” de lo que han votado. No obstante, es el propio comité federal quien dirime cómo se debe registrar el voto, si a mano alzada o en urna.
Tras el espectáculo del último comité federal, aún se sigue haciendo autocrítica en el PSOE. Cornejo ha lamentado el tiempo que han perdido los socialistas “divagando” sobre sus asuntos internos, en lugar de afrontar “lo que preocupa a los ciudadanos y el país”, y de resolver la ecuación de si hay abstención o terceras elecciones. El número dos de Díaz ha insistido en que tras este episodio, los socialistas se recuperarán gracias a su “sensatez y su historia” y buscarán la “mejor solución”.
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