¿Demostrará la historia la importancia del papel de Felipe VI en esta crisis institucional que dura ya diez meses? Los acontecimientos de este intenso mes de octubre así lo están demostrando: la obsesión de Felipe VI por aplicar la Constitución española- es el primer rey que sube al trono de la mano de la Carta Magna- obligó a Mariano Rajoy a renunciar a unas terceras elecciones como defendieron durante 4 días algunos en el PP, según fuentes conocedoras de lo sucedido.

Tras la caída de Pedro Sánchez, entre el 2 y el 5 de octubre, abogaron por la conveniencia de ir a las urnas el 18 de diciembre, entre otros, los restos del G8- ese grupo oficioso de poder enfrentado a los sorayos y que ya sólo incluye a Jorge Fernández Díaz (Interior) y a José Manuel García-Margallo (Exterior)- inspirados por el gurú electoral Pedro Arriola así como por los diputados Jesús Posadas y Arturo García-Tizón.

“Siempre ha habido gente en el PP que estaba por las terceras elecciones, aunque ahora algunos se bajan del burro por los cosquis recibidos”, explican fuentes conocedoras de la esa delgada línea roja que separa el pasado del futuro dentro del PP: de un lado, septuagenarios como Margallo; Posadas (ex presidente del Congreso) o el abogado del Estado García-Tizón- un hombre del PP de toda la vida cuya gran experiencia política aprecian tanto Rajoy como María Dolores de Cospedal, la secretaria general del partido, con los que tiene “buena relación personal”, según fuentes populares.

EL PRAGMATISMO DE HERNANDO

De otro, en la defensa de la formación inmediata de Gobierno inmediata, los seguidores de Soraya Sáenz de Santamaría, la joven vicepresidenta del Gobierno, a los que los votantes del PP aprecian casi por igual que a Rajoy, según la encuesta que este domingo ha publicado El Confidencial. Entre ellos, Iñigo Méndez de Vigo (Educación).

La defensa de esa terceras elecciones versus el Gobierno en minoría comenzó a vislumbrarse el domingo a través de filtraciones periodísticas y fue cogiendo cuerpo hasta el miércoles. Fernández Díaz llegó a hablar públicamente del peligro de una “moción de censura”. Ese miércoles, el portavoz parlamentario, Rafael Hernando, puso voz al requerimiento de la vieja guardia desde el “pragmatismo” que conlleva su cargo y como manera de “estimular” al PSOE para “no se crea todo lo que pide Podemos”, según fuentes populares, pero no porque ideológicamente esté en el grupo de la vieja guardia o porque piense que unas terceras elecciones beneficiarán al PP y le ahorrarán el horror parlamentario que algunos imaginan.

La conversación pública y privada giró durante esos 4 días en torno a la idea de que un Gobierno en minoría del PP antes del 31 de octubre acabará siendo contraproducente para España porque, a juzgar por todas las votaciones que el PP está perdiendo en el Congreso, el país se vera condenado a pasar de nuevo por las urnas tan pronto como la próxima primavera. Este grupo del PP, ajeno a la alerta del sociólogo Narcisco Michavila sobre la imprevisibilidad del 18 de diciembre, se convenció de que los españoles apoyarían aún más al PP debido precisamente a la volatilidad de la situación política.

RAJOY LO ENTENDIÓ EL LUNES 3

Muchos hablaban mientras Rajoy callaba. El lunes 3, “con información de primera mano del PSOE y de Zarzuela”, Rajoy entendió que se había quedado “sin salida” y “sin capacidad para manipular el calendario”, según fuentes conocedoras de la decisión. Con la abstención del PSOE asegurada por el presidente de la gestora, Javier Fernández, Felipe VI aplicaría escrupulosamente la Constitución y nominaría al candidato con más apoyos aritméticos: Mariano Rajoy Brey. Para el presidente en funciones habría sido imposible desistir como ya hizo el pasado 22 de enero aduciendo que carecía de los apoyos necesarios para ir a una investidura.

Así, Rajoy habló y mandó parar el jueves 6 de octubre en un acto sin relevancia en Torremolinos que fue incluido en el último momento en un agenda completamente vacía. “La clave está en la jugada del Rey”, señalan fuentes conocedoras de lo sucedido. “Rajoy ve que se va a saber claramente que el PSOE se va a abstener y que el Rey, al que ahora sí le salen los números, lo va a meter en un lío”. Rajoy, avezado estratega político que lleva 40 años subiendo peldaños sin apenas movimiento lo vio claro y pronunció la frase mágica de Torremolinos: “No pondré condiciones al PSOE para negociar la investidura”.

Margallo entendió la orden del jefe y se aplicó en defenderla. El viernes habló desde Turquía de su “presentimiento íntimo” sobre una inminente “fumata blanca”. Este sábado, Rajoy dijo en Zaragoza que peleará por la gobernabilidad: “La trabajaré día a día con humildad, con paciencia y atendiendo a los intereses generales de los españoles”. Este este domingo, Margallo lo replicó en Valencia con palabras muy parecidas: “Tengo la seguridad absoluta de que antes del 31 de octubre habremos asistido ya a una investidura (…) Después se irá negociando día a día y tema a tema para ir resolviendo los grandes desafíos que España tiene como país”.

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