"Yo no voy a llamar a Mariano Rajoy. Si él quiere llamarnos, claro que le atenderé". Javier Fernández, presidente de la gestora del PSOE, se expresó de este modo en una de sus primeras intervenciones tras asumir el cargo. El mensaje caló en Génova y Mariano Rajoy, presidente del Gobierno en funciones, recogió el guante. En los últimos días ha ido cocinando, de la mano de los socialistas, un pacto que permita su investidura.
El líder del PP asume que, para alcanzar un acuerdo con el PSOE, tendrá que trabajar "día a día". Así se expresó en un acto celebrado en Zaragoza junto a la dirigente de la formación en Aragón, Luisa Fernanda Rudi. Rajoy tendió la mano a los socialistas, a los que tal y como afirmó no exigirá "ninguna condición" para ser investido presidente.
El mensaje del presidente del Gobierno en funciones fue moderado. Lanzó una cuerda a los socialistas, a quienes advirtió que trabajaría "con humildad y con paciencia" para ganarse la gobernabilidad.
Además, insistió en que el PP "no quiere unas terceras elecciones". Lejos queda aquel mensaje combativo, en el que advertía que se veía con fuerzas suficientes para presentarse a unos nuevos comicios en caso de que así fuera necesario. Pero ahora, con la caída de Pedro Sánchez al frente del PSOE, también se ha desmoronado el "no es no" que regía la política de Ferraz y, por tanto, surge la aproximación entre ambas formaciones.
Los escollos para la investidura
Hay algunos ingredientes que a Rajoy no le combinan con la receta que está fraguando a fuego lento. En el seno del PSOE todavía existe la fractura sobre la decisión que debe tomar el partido ante una posible investidura.
Miquel Iceta advirtió este sábado que su adhesión a Pedro Sánchez "no era tanto a su persona, sino a su compromiso de buscar un gobierno alternativo al del PP". En este sentido, recalcó que el PSC, del que es primer secretario, permanece unido ante "la necesidad de mantener el criterio de votar en contra de la investidura de Mariano Rajoy".
Al presidente del Gobierno en funciones no le será fácil negociar no sólo la investidura, sino también la gobernabilidad, con un PSOE roto tras la renuncia de Pedro Sánchez. Susana Sumelzo, diputada por la provincia de Aragón, representó esa fractura al afirmar recientemente que ella votaría 'no' a Rajoy, independientemente de la decisión que tomase la gestora de Fernández.
El "disparate" de otras elecciones
Mariano Rajoy sabe que, aun con el apoyo de la dirección que ahora rige Ferraz, no le será fácil gobernar en una nueva legislatura. Pero, según expresó en Zaragoza, "lo más importante es formar Gobierno", por lo que "no vamos a imponer ninguna condición".
"Lo más sensato es la coalición entre las grandes fuerzas constitucionalistas", ha advertido. En caso de no alcanzarse un gran acuerdo, ha señalado la necesidad de fraguar una "estabilidad" basada en "siete u ocho asuntos": pensiones, la posición en la Unión Europea y la Educación son algunos de ellos.
"Vivimos momentos políticos difíciles, pero si hacemos las cosas con un poco de sentido común podemos mirar al futuro con confianza", afirmó. Y, para ello, tendió la mano a los socialistas: "Yo voy a hacer política de luces largas y mirando al futuro, y estoy esperanzado de que los demás también lo hagan".
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