El Gobierno opta por un viaje exprés de Juan Carlos I a Cuba pese a las críticas
La visita de Felipe VI a Portugal justifica la presencia del emérito con un secretario de Estado. Ciudadanos critica que vaya y Podemos la considera insuficiente.
29 noviembre, 2016 00:24Noticias relacionadas
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Hasta Guimarães, la cuna de Portugal, han llegado este lunes los ecos de la polémica del viaje de Juan Carlos I a Cuba. El Gobierno ha optado por un viaje exprés de Juan Carlos I, que estará apenas unas horas en La Habana este martes, pese a las críticas opuestas de los partidos emergentes en España, según fuentes oficiales consultadas por EL ESPAÑOL.
La “coincidencia en el tiempo” del viaje de Estado de Felipe VI y la reina Letizia aquí en Portugal justifica “sin ningún género de duda” que el Ejecutivo haya decidido utilizar una fórmula protocolaria que en el argot diplomático de denomina “rey+SECIPI”: en este caso, el rey emérito y el secretario de Estado de Cooperación Internacional y para Iberoamérica, Jesús Gracia.
Ciudadanos ha pedido este lunes al Gobierno que baje el nivel de la delegación, y que vaya sólo el secretario de Estado Gracia dada la “condición de dictador” de Castro. Para ello ha registrado una pregunta parlamentaria en la que pide al Ejecutivo que module su presencia allí. Podemos, a través de Telegram, ha mantenido la posición contraria: la delegación le parece de bajo nivel y ha pedido que acuda además el Ministro de Asuntos Exteriores (MAE), Alfonso Dastis, que está aquí en Portugal como ministro de jornada con los reyes. Para el partido morado, España debería “estar presente con los miembros de mayor consideración posible” y Mariano Rajoy “se equivoca de nuevo”: “son por gestos como éste por los cuales España es cada día más irrelevante internacionalmente”.
Ninguna de las peticiones ha hecho dudar al Ejecutivo. Ni en Moncloa ni en Exteriores se plantean cuál hubiera sido la decisión, cuál de los dos reyes hubiera ido, si Fidel Castro hubiera fallecido en otro momento, con Felipe VI en Madrid atendiendo una agenda nacional y rutinaria. La fórmula en cuestión- “rey+SECIPI” ha sido utilizada en conjunción con “rey+MAE (Ministro de Asuntos Exteriores) en varias ocasiones desde que Juan Carlos I abdicó en 2014. La última, el pasado 27 de septiembre septiembre, cuando el emérito acudió a Cartagena de Indias en compañía de José Manuel García-Margallo para asistir a la firma del acuerdo de paz entre las FARC y el Gobierno de Colombia.
RIESGO DIPLOMÁTICO
En esa ocasión, como ahora en el homenaje póstumo a Castro, la empresa diplomática de Juan Carlos I contiene cierto riesgo. Entonces, porque una semana después el pueblo colombiano votó en contra de un acuerdo considerado prematuro por muchos. Ahora, porque la muerte de Castro ha levantado pasiones políticas en España en función de la ideología de los nuevos partidos.
Para los que han decidido que Juan Carlos I acuda a La Habana esta polémica sirve para justificar “la existencia de de cuatro reyes”, en referencia a los actuales y a los eméritos. Para la diplomacia española, la presencia del emérito en La Habana- aunque muy corta- se justifica además de por su “buena relación personal con Castro” porque está destinada a recordar que las “relaciones entre el pueblo cubano y el pueblo español trascienden a la persona de Castro”.
“Hace 150 años, Cuba era parte de España, y muchos españoles la llevan en el corazón independientemente de la desaparición de Batista, Fidel o el Che Guevara”, recuerdan las fuentes consultadas.
Mientras esta polémica arreciaba en España, en Portugal los reyes han cenado en el pazo de los duques de Braganza en Guimarães, donde han reeditado el pacto de amistad que rubricaron Juan Carlos I y doña Sofía hace 38 años en una cena de gala ofrecida por el presidente Marcelo Rebelo de Sousa. Entonces, ambos países aún daban los primeros pasos hacia la democracia: la monarquía aún no había sido refrendada en España por la Constitución- el viaje tuvo lugar el 4 de mayo de 1978- y el presidente de Portugal era el general Ramalho Eanes.
Felipe VI ha recordado la “relación especial e intensa entre dos países y dos sociedades que se respetan y se quieren”, y el “amor por esta tierra” que le inculcaron sus abuelos, los condes de Barcelona, exiliados en Estoril entre 1946 y 1977, y su padre, Juan Carlos I, que llegó a Portugal con ocho años.