Puede que el PSOE necesite aclarar sus ideas y curar sus heridas, pero no es necesario que trate de "refundar la socialdemocracia". Con ironía, el presidente de la Gestora socialista, Javier Fernández, respondió la semana pasada al ser preguntado por si en los próximos meses sería conveniente celebrar una conferencia política, un gran acto donde queden fijados, negro sobre blanco, los principales cambios ideológicos para el PSOE del futuro.
El objetivo era identificar qué falla en el corpus ideológico del partido, pero también en la estrategia y el modelo organizativo, antes de afrontar la batalla por el liderazgo. Decidir el qué del PSOE antes del quién. A tal efecto han comenzado a reunirse varias decenas de personas, entre las que están el propio Jáuregui, diputados como Eduardo Madina o Ignacio Urquizu, o referentes y colaboradores del PSOE como Amelia Valcárcel, Rosa Conde o Luz Rodríguez.
La idea de celebrar esa conferencia política fue promovida por sectores socialistas cercanos a la Gestora y a los barones más influyentes. La última se celebró en 2013, bajo la coordinación de Ramón Jáuregui, hoy eurodiputado y nuevo portavoz en la Eurocámara. Ahora Fernández acaba de dejar claro que no es necesaria y por tanto no debe celebrarse.
¿Una maniobra de dilación?
Convocar la conferencia era visto por los críticos como un intento de la Gestora de ganar tiempo, o de perderlo, con la intención de que el enfado de la militancia por la abstención se fuese diluyendo en paralelo al arraigo y ascendencia de Sánchez sobre la militancia.
Sin embargo, cada vez se han ido sumando más voces contrarias a tal conferencia política. Fernández no es partidario, como la mayoría de la Ejecutiva salvo acaso el portavoz Mario Jiménez, porque creen que es el congreso -el primero ordinario tras cinco años- el que debe decidir qué cambios se acometen en el PSOE. Los retos son innumerables: desde las medidas económicas hasta la política internacional, pasando por el modelo de partido, la participación de las bases o la selección de cuadros medios.
"Hoy no sabemos si somos republicanos o monárquicos, si defendemos el libre mercado o su control, más intervención del Estado o menos, ceder soberanía a Bruselas o retenerla, si somos una nación de naciones o un país con una capital, si estamos más cerca de Podemos o del PP", se lamenta un viejo referente, que cree que el PSOE ha perdido el norte por no ofrecer un proyecto de país claro, un horizonte comprensible por su electorado. Para algunos hace falta refundar el PSOE, para otros recuperar un alma de izquierdas que desactive a Podemos, para otros aplicar el programa que ya hay y simplemente acertar en el liderazgo.
Que el líder tenga algo que decir
Es por eso que cada vez más dirigentes quieren unir la batalla por el liderazgo con el congreso. Las primarias para elegir líder serían antes de la fase final del Congreso, donde se renuevan otros órganos y se aprueban los documentos. Eso daría al vencedor capacidad para reforzar o corregir algunos aspectos del proyecto con los que no se sienta cómodo en vez de tener que asumir unas directrices en las que habrán tenido mucho peso una dirección interina y algunos referentes históricos.
Sin embargo, en el PSOE también son muchas las voces que lamentan que Susana Díaz, la principal favorita, no tenga claro qué modelo de país quiere y que Pedro Sánchez, que amaga con presentarse, abandere el modelo equivocado, por lo que al final las ideas podrían quedar en un segundo plano y al servicio de la batalla de poder interna.
Un Comité Federal en enero decidirá tanto los plazos del congreso -que Fernández quiere fijar antes del verano, entre mayo y junio-, como si organiza una conferencia política que sería previa y que condicionaría ese proceso.