Dos partidos, dos figuras polarizantes y dos maneras de entender su organización y la política. En el PSOE y en Podemos se libra una batalla interna por el poder, la estrategia y hasta cómo comunicarse con la sociedad. Son partidos distintos, pero algunas estrategias se parecen mucho en la forma y, quizás, en el fondo.
Ningún politólogo en su sano juicio se atrevería a decir que el PSOE y Podemos son lo mismo, aunque comparten en gran medida un mismo electorado. En las últimas dos elecciones se ha situado en el entorno de los 11 millones de votos, como en 2004 y 2008, las últimas victorias socialistas.
Las diferencias entre sus líderes son notables, pero algunas similitudes también. Tanto Pablo Iglesias como pedro Sánchez exploran la parte más izquierdista de su partido. De cara a los congresos de Podemos y el PSOE, ambos vinculan la renovación del proyecto a una votación de las bases sobre el líder. Íñigo Errejón, número dos de Podemos, pide hablar primero del tipo de partido y luego del liderazgo. La Gestora del PSOE, muy influenciada por Susana Díaz, la presidenta andaluza, defiende una renovación del ideario socialista y para eso ha convocado a 40 dirigentes y referentes. Tanto Díaz como Errejón defienden la transversalidad y un partido ganador.
Diferencias política, similitudes entre la manera en la que dirigentes de ambos partidos tratan de abordarlo. A continuación las cinco más relevantes:
1. Sánchez e Iglesias: liderar la izquierda
Iglesias y Sánchez se miran de reojo. Parece obvio que se necesitan para llegar al poder, pero ambos defienden una pugna por liderar la izquierda. Aunque eso les lleve a tratar de convencer con ideas similares. La entrevista que Sánchez concedió a La Sexta el día después de que dejase su acta horas antes de la investidura de Mariano Rajoy fue un antes y un después. En ella, Sánchez se refirió a Cataluña directamente como nación y habló de España como nación de naciones, en linea con la plurinacionalidad que defiende Podemos. También le lanzó un piropo a Iglesias, al que reconoció haber subestimado. Se subió al discurso contra las élites del partido morado y completó su viraje a una izquierda contundente a la que le está vetado cualquier acuerdo con el centroderecha, a pesar de haber protagonizado él uno con Ciudadanos.
Conocido es el propio viaje de Iglesias desde la socialdemocracia con corbata que adoptó antes de junio, cuando soñaba con el sorpasso del PSOE, a las renovadas alianzas orgánicas con Anticapitalistas y un endurecimiento de sus posturas.
Díaz y Errejón: la transversalidad
El mismo día que Iglesias anunció la fecha de la Asamblea Ciudadana de Podemos, avanzó que contaba con el apoyo de Íñigo Errejón para repetir como líder. Fue, como poco, prematuro. Su número dos compareció ante los medios por la tarde sin comprometer ese apoyo y desde entonces lo ha hecho depender del modelo de partido, del que él quiere debatir antes. Allí anunció que su modelo de Podemos era el original, no “la refundación de la izquierda” y el llamado “bloque histórico” relanzado con la confluencia con IU. Errejón ha insistido mucho en el concepto de transversalidad: un Podemos al que puedan votar hasta electores del PP porque atraiga “a los que faltan” en la construcción de un cuerpo electoral nuevo.
"Somos un partido de amplia mayoría”, repite habitualmente Susana Díaz, para quien el PSOE no debe aspirar a superar a Podemos para pactar luego con él, aceptando que el electorado ha mutado para siempre, sino que tiene que ir a por todas y ganar al PP. José Luis Rodríguez Zapatero, el expresidente más cercano a Díaz, lo expresó el viernes en Jaén con palabras que podría haber firmado Errejón para Podemos. Eso sí, salvo la última frase. "Un proyecto político debe tener dos condiciones: representar a la mayoría social, política y electoral, y tener una vocación de ganar elecciones y de gobernar. Por eso creo que todos los compañeros debemos felicitar a Susana Díaz y a los socialistas andaluces”, dijo Zapatero.
2. Sánchez e Iglesias: el poder de la calle
Desde las elecciones del 26 de junio, en Podemos existe un debate que los otros grandes partidos consideran muy exótico. ¿Es Podemos un partido institucional o de la calle? "Lo fundamental para ganarnos el derecho a ser oposición es contribuir en este país a ser un movimiento popular. Las instituciones no están hechas para cambiar las cosas, sino que están hechas para poner dificultades a quien quiere cambiar las cosas”, dijo Iglesias en octubre.
Sánchez, por su parte, considera que el PSOE está herido de muerte y que su trabajo en las instituciones no servirá para recuperar el crédito perdido. El ex secretario general no es antiinstituciones, pero ahora se apoya exclusivamente en la militancia, en la fuerza de la calle que le ha acompañado en dos actos en Valencia y Asturias. Considera que el engranaje institucional del PSOE ha fallado y, por lo tanto, también en el PSOE en las instituciones.
El Comité Federal no representa el sentir de la militancia y el trabajo en el Congreso debería ser de total oposición al PP, en vez de pactar algunas reformas clave. Para ambos líderes, las instituciones han tenido peso cuando ellos tenían la expectativa de ser determinantes en el engranaje. Iglesias se ve desplazado por la geometría variable y Sánchez ha pasado a ser un militante de base.
Díaz y Errejón: el valor de la institución
"Podemos es una organización política que aspira a reconstruir el pueblo para ejercer la soberanía. Eso se hace tanto desde las instituciones democráticas como desde la calle. No hay contradicción”, respondía Errejón a Iglesias.
En el PSOE, los sectores a cargo son, precisamente, los más institucionales. Seis de los siete presidentes autonómicos se posicionaron contra Sánchez y creen que el trabajo institucional hará que los militantes, algunos muy descontentos, acaben volviendo a creer en su partido.
3. Sánchez e Iglesias: Arremeter contra los medios
Cuando la Cadena Ser desveló el ya conocido como ‘caso [Ramón] Espinar’, por el cual el portavoz en el Senado y candidato al liderazgo del partido en Madrid había accedido a un piso en condiciones muy ventajosas, sacándole después una plusvalía, sectores de Podemos atacaron directamente al mensajero. Todo era en parte una conspiración del grupo Prisa, su presidente, Juan Luis Cebrián, y las élites que, por alguna razón, preferían a la otra contendiente, Rita Maestre, frente al candidato de Iglesias. Los ataques de Iglesias a los medios han sido frecuentes y trascienden mucho su obsesión por Cebrián. Incluyen también a medios más pequeños y marcadamente de izquierdas. Según Iglesias, que hace años llegó a sugerir la nacionalización de los medios privados, los medios de comunicación son sencillamente un poderoso actor más contra el que hay que luchar.
Las críticas de Iglesias tuvieron su eco en la entrevista que Sánchez concedió a La Sexta, medio al que por otra parte ha reprochado siempre una cobertura injusta de su partido. Sánchez relató cómo recibió presiones de El País y citó reuniones con sus responsables, utilizando la misma estrategia para sentirse una víctima de la élite mediática.
Errejón y Díaz: tratar de seducirlos
Errejón opta por la vía contraria: la de la seducción. Es el portavoz parlamentario y desde ahí ha desarrollado una relación habitual con los informadores, a los que nunca señala a través de las redes sociales, como sí hace Iglesias, Pablo Echenique o Carolina Bescansa. Errejón cree que puede ayudarle más una buena relación con la prensa que la victimización ante coberturas que él considere manipuladas.
Díaz, por su parte, mantiene también contacto con numerosos directivos de medios de comunicación, con los que se ve habitualmente. Su relación con Prisa, histórico buque insignia de la socialdemocracia mediática, es excelente. La acción institucional de la Junta de Andalucía, que como otras administraciones concede ayudas a la prensa, también ha jugado en su favor.
4. Sánchez e Iglesias: Dar miedo a las élites
La crítica a las élites ha sido una constante en Podemos, tanto por parte de Iglesias como de Errejón. Suyo es la popularización del concepto casta. Sin embargo, su utilización es más contundente por parte del líder morado, que en muchas ocasiones ha hablado de que es positivo que las élites teman a Podemos. "El día que dejemos de dar miedo a los sinvergüenzas, a los corruptos, a los responsables de la desigualdad, a los que se enriquecen a costa del sufrimiento de la gente, ese día seremos uno más y no tendremos ningún sentido como fuerza política",
Según Sánchez, grupos empresariales y financieros ejercieron presiones para evitar su Gobierno alternativo al del PP y él aspiraba a desafiar a cualquier actor con tal de ofrecer a España un Gobierno de cambio.
Errejón y Díaz: La distancia o la cooperación
Se le suele atribuir a Errejón el lema de las últimas elecciones generales: “La sonrisa de un país”. Es una muestra más de su estrategia transversal, según sus detractores populista, que apuesta por la positividad en vez de la confrontación. “A los poderosos ya les damos miedo, ese no es el reto. Lo es seducir a la parte de nuestro pueblo que sufre pero aún no confía en nosotros”, dijo Errejón en Twitter en septiembre. Su estrategia, pues, es diferente a la del líder de Podemos.
Díaz opta ya no por no provocar el miedo, como defiende Iglesias, sino directamente por la cooperación. En sus discursos defiende valores netamente socialdemócratas, como los servicios públicos o la igualdad de oportunidades, pero no excluye a las élites de ese esfuerzo. Prueba de ello son sus excelentes relaciones con buena parte de la clase empresarial española.
5. Sánchez e Iglesias: Puño en alto frente
Es prácticamente imposible encontrar una instantánea de Pedro Sánchez como secretario general en la que cante la Internacional, el tradicional himno de los trabajadores socialistas y levante el puño izquierdo. Ni en el congreso de 2014 que lo eligió se vio la estampa. Durante todo su mandato, la Internacional ha estado ausente de sus mítines y actos de campaña.
En menos de un mes, Sánchez ha vuelto a entonarla, puño izquierdo en alto. Para algunos, una prueba más de su viraje. Aunque en Podemos no se entona la internacional, Iglesias también se le ha visto en muchas ocasiones con el puño en alto.
Errejón y Díaz: gesto de la victoria o ausencia de gesto
El número dos de Podemos opta, por su parte, por hacer el gesto de la victoria con los dedos índice y corazón. En los últimos años, a Díaz tampoco es habitual verla puño en alto y cantando la internacional. Tampoco ahora, en plena precampaña interna. Prefiere saludar a los asistentes y evitar ese tipo de gestos tradicionales.
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