El portavoz de la Gestora del PSOE, Mario Jiménez, insiste cada vez que le preguntan. La última vez, este miércoles en una comparecencia ante la prensa. "Lo organizativo es instrumental" y "lo político es lo que más importa". Sin embargo, las negociaciones entre el PSOE y el PSC para decidir qué relación deben tener ambos partidos, jurídicamente independientes, ha encallado precisamente por lo primero: el poder y presencia que los militantes y dirigentes catalanes deben tener en las decisiones del PSOE.
Una comisión de seis dirigentes, tres del PSOE y tres del PSC, lleva desde el 2 de diciembre negociando de forma muy discreta una nueva relación entre ambos partidos. Ese vínculo es el de un matrimonio longevo, por amor y por conveniencia, que se selló en 1978 con un protocolo conjunto tras el llamado "congreso de unidad" del PSC, un partido que en origen era una confluencia de las fuerzas socialistas que hubo durante el franquismo y la transición.
Pero el rechazo en bloque del PSC a la investidura de Mariano Rajoy, ante la que el PSOE decretó una abstención tras haber forzado la marcha de Pedro Sánchez, llevó a la Gestora socialista que dirige el partido a revisar ese marco.
Son muchos los motivos que se escuchan en el entorno de la Gestora. El "no" a Rajoy de los siete diputados del PSC es la punta del iceberg. El comportamiento de Miquel Iceta y los dirigentes catalanes en los últimos meses, el origen de la tensión reciente. La gran independencia del partido catalán a la hora de tomar decisiones que han afectado a la imagen y discurso del PSOE en las últimas décadas es el mar de fondo.
Esta semana, cuatro de los seis integrantes de la comisión celebraron una "reunión discreta" y "cordial" en Madrid, según confirman con idénticas palabras dos de los asistentes. En ella se constató que "en lo político no hay grandes discrepancias", según fuentes del PSC.
Los cuatro asistentes (Mario Jiménez y la eurodiputada Elena Valenciano por el PSOE y Salvador Illa, secretario de Organización del PSC, y la diputada Meritxell Batet por el PSC) están de acuerdo en su oposición sin concesiones al independentismo catalán en sus planes para 2017, que incluyen un referéndum pactado con el Estado o, en caso contrario, unilateral. También defienden la reforma de la Constitución en un sentido federal, en línea con un documento ya acordado en 2013 y que se conoce como la Declaración de Granada.
Un plazo que ya no se cumplirá
Es el poder de uno y otro partido lo que ha hecho que unas negociaciones que tenían que concluir en enero hayan sido prorrogadas.
"Todo está sobre la mesa. Tenemos que ser claros con el PSC para explicarles que no pueden ser del PSOE cuando les conviene y del PSC cuando les apetezca", explican fuentes de la Gestora. "Sobre la mesa" está, como ha dicho recientemente Elena Valenciano, que los 15.000 votantes del PSC dejen de participar en las primarias para elegir al líder del PSOE. "¿Si nosotros no podemos elegir al primer secretario del PSC, por qué ellos sí al líder de un partido distinto?", se preguntan en la Gestora.
Los militantes gallegos tampoco pueden influir en la elección del líder socialista cántabro, por ejemplo, pero unos y otros responden ante Ferraz, explican las mismas fuentes. Aunque aún no hay ninguna decisión tomada, en la Gestora no se plantean retirar el voto a los militantes en las primarias para la candidatura a la presidencia del Gobierno (son distintas de las del liderazgo del partido), que por estatutos tienen que ser abiertas a la ciudadanía, incluso a los no militantes.
La otra gran pregunta, con la misma lógica, tiene que ver con la participación de los dirigentes catalanes en los órganos federales, como la Ejecutiva o el Comité Federal. La Gestora se inclina por mantener la presencia del PSC en esos órganos, pero endureciendo las cláusulas para "dejar claro lo obvio: si participas en un órgano, tienes que acatar sus decisiones democráticas. Y no hacer lo que hicieron con la abstención: hacer campaña por el "no", ponerse a la cabeza de la manifestación en un conflicto tan delicado para el PSOE y luego no aceptar su decisión y atender a la legitimidad del Consell Nacional [el Comité Federal del PSC]", explican fuentes de la Gestora.
La política de pactos
El último de los asuntos espinosos es el de la política de pactos. El PSC quiere tener más poder de decisión sobre las alianzas del PSC, en caso de que decidan gobernar en ayuntamientos o en la Generalitat con otros partidos, incluidos los independentistas. Si esos pactos tienen un impacto en el discurso territorial del PSOE y en su imagen, los órganos federales deben poder pronunciarse, dicen dirigentes como el propio Jiménez.
Fuentes del PSC aseguran que, en su opinión "no hace falta revisar la relación. Nos ha funcionado con muy pocos desacuerdos y en 40 años sólo hemos tenido tres problemas". Sin embargo, reconocen que están en una posición negociadora débil por la insistencia del PSOE.
En el PSOE también hay preocupación porque un límite al poder y funciones del PSC pueda ser visto como un capítulo más de los problemas entre Cataluña y el conjunto de España. "No pueden salir como claros perdedores", explican fuentes de la negociación, para quienes debería estudiarse la manera de asegurar algún espacio de poder e influencia fijo para el PSC dentro del PSOE a cambio de una lealtad mutua que en estos momentos está rota.
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