No aportaron grandes ni nuevos argumentos. No se convencieron el uno al otro. Salieron de allí como habían entrado, cada uno con sus tesis sobre la posible independencia de Cataluña. El esperado combate dialéctico entre Artur Mas y José Manuel García Margallo de este martes en el Ateneo de Madrid derivó en un diálogo de sordos romo y plomizo. Pero hubo una propuesta novedosa por parte del expresidente de la Generalitat, que, con un perfil más pactista y dialogante que nunca, abogó por acordar una reforma de la Constitución que incluya la famosa consulta a los catalanes. "Si se acepta el referéndum podemos dialogar sobre la fecha, la pregunta y sobre otros temas".
El debate en el Ateneo llegaba marcado tanto por el recurso que el expresidente de la Generalitat ha interpuesto ante el Tribunal Supremo invocando sus derechos constitucionales como por el artículo conjunto de Carles Puigdemont y Oriol Junqueras reclamando que "decidan las urnas" en Cataluña. Sin embargo, durante el encuentro ninguno de los contendientes se refirió a estos asuntos de forma directa.
De "la falta de legitimidad" al "bien más preciado"
Abría el fuego Mas denunciando que la Constitución ha caído en "una falta de legitimidad" en Cataluña. Después, daba la razón a Mariano Rajoy por su apreciación de que lo que sucede en Cataluña "es el primer problema de España". Y remarcaba que "nuestra posición es la del diálogo y el acuerdo" porque "no se trata de imponer nada".
A juicio de Mas, "faltan votos y sobran vetos" porque "el referéndum es la solución, no el problema", en el marco de una posible reforma de la Constitución que permita que dicha consulta tenga un carácter vinculante. El expresidente autonómico dijo "no ser adivino" respecto a la fecha de la consulta, pero apuntó a una vía de negociación para alcanzar, como se ha dicho, un pacto con el Gobierno de Rajoy.
La enésima hoja de ruta
Un perfil mucho más pactista y dialogante, en suma, que además supondría una ralentización en los planes del independentismo catalán que hasta ahora ha abogado sobre todo por una consulta unilateral y a celebrarse en 2017. Sin ir más lejos, la penúltima propuesta de Mas no casa con la hoja de ruta delineada en el citado artículo de Puigdemont y Junqueras.
Margallo respondía con un repaso a la historia de Cataluña, "que jamás ha sido un reino independiente, aunque es verdad que ha buscado una identidad propia". El exministro de Asuntos Exteriores afirmaba, además, que "la unidad de España es el bien más preciado que hemos logrado".
LOS MOMENTOS CALIENTES
Los únicos momentos calientes fueron las menciones a lugares como Tarragona, el Valle de Arán o Escocia, aparte, claro está, del recibimiento de un grupo de ultras al expresidente de la Generalitat al grito de "hijo de puta". Cada uno puso el ejemplo que más le convenía, con argumentos más que repetidos en cada tertulia desde hace años: que si Tarragona podría separarse de Cataluña, que si el Estatuto del Valle de Arán es muy garantista, que si el caso de Escocia es comparable o no... Y así hacia el infinito.
Después del debate pausado entre ambos, llegaba el momento de los monólogos camuflados de preguntas. Como botón de muestra sirve la primera de las cuestiones, formulada por una representante de la ANC en Madrid, que provocó incluso que algunos de los presentes se marchasen indignados.
UN CRUDO RECIBIMIENTO
Antes del diálogo, ocurrió la tormenta. Unos cincuenta ultras de extrema derecha recibían a Artur Mas al grito de "hijo de puta" a las puertas del Ateneo. Entre los presentes había miembros de grupos como La Falange o Alianza Nacional, entre otros. De hecho, los ultras llevaban apostados en el lugar desde casi una hora antes del evento, que estaba previsto para las siete de la tarde.
Antes de la llegada de los protagonistas, los ultras proferían eslóganes como "Artur Mas a prisión, Blanquerna absolución", "no nos engañan, Cataluña es España", "Gobierno, traidor, defiende tu nación" o "Mas a prisión, por corrupto y por ladrón".
Cuando Mas aparecía por el Ateneo, los ánimos de este grupo crecían sobremanera. Casi al unísono, los cincuenta ultras insultaban al expresidente de la Generalitat. "Artur Mas, hijo de puta", coreaban, además de insistir en llamarle "ladrón" y "traidor".
Hubo momentos de enorme tensión entre los manifestantes y los agentes de la Policía Nacional que custodiaban el lugar. Incluso, uno de los ultras lanzó un bolígrafo contra Mas y sus acompañantes, aunque por suerte no impactó en ninguno de ellos. Minutos después llegaba el exministro Margallo, que también fue abucheado, aunque en menor medida, por estos cincuenta ultras.