"Hay enemigos, enemigos mortales y compañeros de partido", decía el canciller alemán Konrad Adenauer, uno de los padres del embrión de la Unión Europea. En el Congreso de los Diputados puede acuñarse pronto una nueva categoría: diputados del PSOE. El grupo parlamentario socialista es una olla a presión donde se avivan viejos y nuevos rencores, donde proliferan los navajazos en forma de comentarios compartidos con los periodistas y donde hay compañeros que ni siquiera se saludan entre ellos.
Es difícil encontrar precedentes de una carta de un diputado socialista pidiendo la destitución o dimisión del número dos del grupo parlamentario. Ocurrió este jueves, cuando la coordinadora de campaña de Pedro Sánchez en las primarias del PSOE, Adriana Lastra, escribió una carta al responsable de los diputados socialistas, Antonio Hernando, y el líder provisional del partido, Javier Fernández. En ella se reclama el "cese" en sus responsabilidades, en caso de que él no asuma sus responsabilidades por hacer "declaraciones falsas" para "desacreditar" a Pedro Sánchez y "justificar" su derrocamiento.
La exigencia formal fue adelantada a la prensa por la propia Lastra el martes al conocer el explosivo contenido de una charla dada por Miguel Ángel Heredia, secretario general del grupo socialista, a militantes de Juventudes socialistas a puerta cerrada. Heredia pidió disculpas y reconoció haber mentido, pero era ya demasiado tarde.
"No me vengas a hablar de respeto"
Desde que se conoció el contenido de esa charla, diputados socialistas se apresuraron a explicar a los periodistas que en realidad lo expresado por Heredia representa el sentir de muchos en el partido. Quien lo ataca dice cosas más graves en privado, aseguran. "Choca verlo en los medios, pero es que era una reunión interna para no publicarse. Está claro que en este partido se han acabado las reuniones privadas", lamentaba una diputada andaluza.
No fue esa la única polémica de la semana. En la reunión del grupo parlamentario, también a puerta cerrada, Hernando impidió a los sanchistas tomar la palabra para expresar su indignación con la excusa de que no había tiempo, ya que el pleno comenzaba poco después.
Los episodios de esta semana han sido muy polémicos, pero ocupan su lugar en una lista larga. El propio Heredia definió como "endiablado" al grupo socialista por lo difícil que es mantener su cohesión.
"No soy cínica, no me vengas a hablar de respeto", le dijo en marzo la diputada sanchista Zaida Cantera a su compañera por Toledo Guadalupe Martín en Twitter, cuando ésta le pidió que se cortase "un poquito" y no faltase "al respeto a nadie". Se trata de otro episodio de ataques verbales en público que tuvo su traslación en privado.
Techo de gasto
Numerosas decisiones del grupo parlamentario socialista han contado con una fuerte oposición interna. La primera fue la aprobación del techo de gasto y los objetivos de déficit, pero, por distintos motivos, la abstención ante la ley de eutanasia propuesta por podemos o el decreto de los estibadores han generado malestar interno.
La conflictividad comenzó a aumentar en cuanto el PSOE se puso en el camino de la abstención. Ese fue el punto de inflexión de una convivencia ya enturbiada en los meses previos, reflejo de la profunda división interna.
Las reuniones de grupo también fueron usadas como un termómetro para que unos compañeros se impusiesen a otros. Según el número de intervenciones, partidarios de unos y otros dieron a entender que la mayoría en el seno del grupo les era favorable. A Sánchez le jugó malas pasadas, aunque el contador dependía en gran medida de a quién dejase hablar el que dirigía la reunión.
Diputados que resucitan o se vuelven 'zombies'
La Gestora ha dado pie a que diputados que no tenían relevancia, como Eduardo Madina o Soraya Rodríguez, hayan vuelto con fuerza. Muchos de los parlamentarios hostiles a Sánchez han recuperado protagonismo al serles asignado trabajo mediático. También se dejan ver más en corrillos con periodistas. En este caso, los sanchistas han pasado de ocupar los resortes del poder a quejarse por haber sido relegados.
El Congreso se ha convertido incluso en el lugar que algunos han elegido para declarar su adhesión. Ocurrió recientemente con Antonio Trevín, diputado por Asturias, que convocó a la prensa al lado del hemiciclo para anunciar que apoyaba a Díaz. También aprovechó para pedir al resto de sus compañeros que se significasen públicamente.
Este diario ha podido constatar la animadversión que algunos diputados se profesan, llegando incluso a evitar el saludo cuando se cruzan por los pasillos. La mayoría sí se hablan e incluso se reconcilian de cara a la galería, como Margarita Robles y el propio Heredia, que la llamó "hija puta" en tono coloquial en su polémica charla. Pero muchos de ellos no dudan en despacharse con periodistas y criticar al contrario en un ambiente de crispación que sólo puede ir en aumento.
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