El verificador del desarme que se fue sin verificar: ¿quién es Ram Manikkalingam?
Se limitó a ser el nexo entre los mediadores y la Fiscalía sin posibilidad de acreditar el contenido de los zulos.
10 abril, 2017 02:13Noticias relacionadas
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Ocho minutos de declaración, primero en inglés y después en español. Eso es el tiempo que duró el sábado la intervención en el Ayuntamiento de Bayona de Ram Manikkalingam dentro de la planeada escenificación del desarme de ETA. Su papel, en calidad de verificador, consistió en anunciar a los medios de comunicación que las autoridades francesas ya tenían una lista con la localización de los zulos. Nada más. Ni siquiera ofreció cifra de cuántos eran, dónde estaban o qué había en su interior. Al terminar, tampoco admitió preguntas de los periodistas.
Fuentes de la lucha antiterrorista consultadas por EL ESPAÑOL manifiestan sus dudas de que tuviese tiempo para estudiar en profundidad la información que había recibido de los autoproclamados "artesanos de la paz", es decir, para verificar realmente si ETA entregaba todas sus armas. Preguntados horas después por esta cuestión, los mediadores de la banda explicaron que Manikkalingam había dado su visto bueno fruto de su conocimiento tras años de implicación.
Las fuentes consultadas también ponen en duda esta versión. Sostienen que la única información que Manikkalingam pudiera tener del arsenal de ETA le habrá llegado de la banda a través de terceros. Desde luego aseguran que las fuerzas de seguridad de Francia o España nunca han compartido datos con él porque no reconocen su papel de verificador. ¿Quién es Ram Manikkalingam?
Profesor en Amsterdam
En su curriculum destaca su experiencia en el Consejo de la Oficina del presidente de Sri Lanka -su país natal- para la unidad nacional y la reconciliación. Además es profesor de Políticas en la Universidad de Amsterdam. Tras la negativa de España y Francia a entablar un diálogo con la banda, el entorno de ETA recurrió hace ya seis años a perfiles como el de Manikkalingam, personalidades internacionales con experiencia en la resolución de conflictos, pero sin ningún pasado de trabajo en la cuestión de ETA. El objetivo era legitimar la entrega de armas como un proceso verificable internacionalmente.
Al igual que este sábado en Bayona, Manikkalingam ya se prestó en 2014 a participar en el falso desarme de ETA. En aquella ocasión, la escenografía consistió en la proyección de un vídeo en el que salía junto a varios encapuchados y un bodegón de armas que cabían en una mesa. Aquello le costó tener que ir a declarar ante la Audiencia Nacional para que explicase dónde se había hecho la entrega. Ante el juez admitió que ni siquiera se quedaron las armas, sino que los etarras las volvieron a guardar y se las llevaron consigo.
Manikkalingam es la cara visible de un organismo de origen incierto llamado la Comisión Internacional de Verificación (CIV). En el momento de su creación, septiembre de 2011, justificaron su intervención en el País Vasco asegurando que "diferentes elementos de la sociedad vasca" habían "expresado la necesidad de crear un mecanismo de verificación del alto el fuego" que ETA había avanzado ya en enero de ese año. Así nació la CIV, en paralelo a otro organismo llamado el Grupo Internacional de Contacto (CIC) cuya misión era buscar puntos de acuerdo entre partidos, también con la ilegal Batasuna.
La industria de la mediación
Aquellos trabajos previos a la declaración de cese definitivo de ETA estuvieron capitaneados por un abogado sudafricano llamado Brian Currin, quien se presentó en la escena vasca como un "facilitador" haciendo valer su experiencia en el final del apartheid en su país. Sin embargo, declaraciones a favor de los presos de la banda o equiparando la violencia policial con los atentados hicieron que rápidamente fuese interpretado como un mediador de parte. Currin llegó a cobrar 220.000 euros de una fundación británica por su participación en la cuestión de ETA.
Aquellos años proliferó la actividad de fundaciones y mediadores en la resolución de conflictos. Sólo desde el año 2010 una amalgama de grupos de hasta siete países se han interesado por el final de ETA y establecido contacto con el mundo de la izquierda abertzale. El último colectivo en sumarse a esa lista ha sido la Liga de Derechos Humanos de Francia, cuyo presidente de honor, Michel Tubiana, es uno de los autodenominados "artesanos de la paz". Según informó este periódico, la Liga cobró -sólo en 2015- 755.000 euros de subvenciones de Francia y la Unión Europea.
Actualmente casi nada se sabe de Currin ni del resto de los organismo que creó. Nunca contaron con el aval del Gobierno, aunque sí con el de las instituciones autonómicas vascas. Tanto la CIV como el CIC lo integraban varias personas, pero ninguna de ellas estuvo el sábado en Bayona. Sólo Manikkalingam, quien también dirige el Dialogue Advisory Group, otra organización de resolución de conflictos. En su página web se refieren a ETA como "grupo separatista vasco".