El Congreso debatirá y aprobará en las próximas semanas el nuevo marco de relaciones con Cuba como paso previo a los viajes que el rey Felipe VI y el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, tienen previsto realizar a la isla a finales de año. La mesa de la Cámara calificó este lunes una iniciativa presentada por el Gobierno para ratificar el convenio firmado entre la Unión Europea y Cuba en 2016 tras dos años de negociaciones. Las visitas, que llevan meses preparándose, han molestado a un sector de la disidencia cubana y se producen en un momento en el que la administración de Donald Trump va a anunciar cambios en la política de reapertura con La Habana de su predecesor.
El convenio que llega al Congreso pone fin a la llamada Posición Común europea, una política impulsada por el ex presidente José María Aznar en 1996 que condicionaba la profundización de relaciones políticas y económicas con Cuba a avances en los derechos humanos. El nuevo acuerdo bilateral, que no se implementará definitivamente hasta su aprobación por los parlamentos de los 27 estados miembros, reconoce "que hay cambio en Cuba" y manifiesta su voluntad de "acompañar este cambio" y "llevar la relación a un nuevo nivel". Aznar llegó a pedir a Rajoy que no ratificase el acuerdo.
La aproximación que hace el nuevo acuerdo es, de facto, un deshielo de las relaciones entre España y Cuba que pone en valor la apertura económica de la isla. La finalidad, según explica Bruselas, es apoyar el proceso de transición de la economía y la sociedad cubanas. El acuerdo consta de tres capítulos principales, que versan respectivamente sobre diálogo político, cooperación y diálogo sobre políticas sectoriales y comercio y cooperación comercial.
Diferencias salvables
Los derechos humanos y los derechos de los trabajadores en un entorno de libre mercado están recogidos en los diálogos entre las dos partes. Pero no son excluyentes como ocurría en el caso de la Posición Común. Tanto Cuba como Europa reconocieron sus diferencias a la hora de firmar el acuerdo, pero decidieron avanzar en un nuevo marco desde el respeto a la “soberanía”.
La ratificación es el paso definitivo para cerrar las visitas de Felipe VI y Rajoy. La fecha de los viajes es todavía un incógnita. Fuentes consultadas por EL ESPAÑOL sugieren que lo más probable es que tengan lugar en el último trimestre del año, entre octubre y noviembre, y que los viajes estén separados por un margen suficiente de tiempo. “El Gobierno tiene que negociar los Presupuestos del 2018 y está pendiente de resolver el referéndum en Cataluña el 1 de octubre”, dice un diputado popular. “No creo que ninguno de los viajes sea antes de esas fechas”.
España siempre ha mantenido una relación política muy singular con Cuba. Nuestro país es uno de los principales inversores, gracias sobre todo al sector turístico, y socios comerciales de La Habana. Las relaciones políticas han estado trufadas de altibajos en los últimos 40 años. El rey emérito Juan Carlos y Aznar participaron en la Cumbre Iberoamericana de La Habana en 1999. Pero no fue propiamente una visita oficial.
En los últimos años, y sobre todo tras el acercamiento de Estados Unidos y otros países europeos a Cuba, se inició un progresivo deshielo con el Gobierno de Raúl Castro. El ex ministro de Exteriores, José Manuel García Margallo, visitó dos veces La Habana. Juan Carlos I, por su parte, asistió al funeral por Fidel Castro a finales del año pasado. En febrero de este año, el secretario de Estado de Cooperación y para Iberoamérica, Fernando García Casas, estuvo en Cuba. Meses después, en abril, el canciller cubano Bruno Rodríguez allanó el camino a las visitas de Rajoy y Felipe VI tras un viaje a Madrid. Además de la histórica visita de Barack Obama, otros presidentes como el francés François Hollande han estado en Cuba en los últimos años.
Este acercamiento a Cuba ha molestado a algunos sectores de la disidencia cubana, que se quejan del ninguneo del Gobierno español. Rajoy fue muy beligerante con el régimen de Castro durante los mandatos de José Luis Rodríguez Zapatero. Se reunió regularmente con opositores cubanos y varios de los presos que fueron expulsados a España tras el acuerdo a tres bandas entre los Gobiernos cubano y español y la Iglesia católica de la isla en 2010.
Fariñas pide al rey que les reciba
Guillermo Fariñas es uno de los opositores cubanos más conocidos. Asegura a EL ESPAÑOL que nadie del Gobierno español ha levantado un teléfono para comunicarse con ellos. Fariñas hace un llamamiento al rey para que se reúna con ellos en La Habana.
“El Gobierno español tiene la obligación moral de escuchar a los demócratas cubanos”, dice Fariñas en conversación telefónica. “Hacemos un llamamiento al rey de España don Felipe para que se reúna con nosotros públicamente para escuchar una versión no oficial de lo que pasa en Cuba”.
De momento, no hay previsto ningún encuentro de la oposición cubana con las autoridades de nuestro país. Desde las propias filas del PP se ha sugerido por escrito al Gobierno esa posibilidad, pidiendo un formato de viaje similar al que realizó Obama en 2016. El ex presidente americano se entrevistó con disidentes y además elogió públicamente su labor.
Pero Estados Unidos está revaluando ahora su posición en Cuba. Trump tiene previsto anunciar la próxima semana cambios de las relaciones entre Washington y La Habana. El secretario de Estado, Rex Tillerson, dijo este martes ante el Senado que su Gobierno ve elementos "preocupantes" en la apertura de Obama y consideró que se está “involuntariamente proporcionando apoyo financiero al régimen" cubano. Según Tillerson, Trump quiere frenar esa ayuda porque va contra la ley.
Sobre el planteamiento de Trump, Fariñas dice que la situación en Cuba pasa porque el Gobierno respete a la oposición. “Esperamos que Trump no sea tan ingenuo”, asegura. “Obama tomó aquellas decisiones con buena voluntad y para relajar las tensiones, pero lo que consiguió es legitimar al Gobierno para encarcelar más”.