Los años del terror pueden no haber acabado. En el día en el que se cumplen veinte años del secuestro y asesinato a sangre fría de Miguel Ángel Blanco a manos de ETA, la ministra de Defensa, María Dolores de Cospedal, avisó de que "tenemos que estar preparados porque pueden volver a venir". Antes el miedo lo infundía ETA, ahora el terrorismo yihadista. El titular de Interior, Juan Ignacio Zoido, también reclamó "una respuesta global y unitaria" ante los atentados islamistas.
"No caben la equidistancias ni los eufemismos para no llamar asesinos a los asesinos" lleven las siglas que lleven, aseguró Zoido, porque cualquier ataque terrorista supone una agresión "contra nuestro modo de vida y contra nuestros derechos. Porque todas las víctimas provocan el mismo dolor y todas merecen el mismo reconocimiento", explicó el ministro. De este modo "tenemos que estar fuertes y que la comodidad no nos pueda", según Cospedal.
Entre los homenajes tributados al concejal de Ermua en el veinte aniversario de su asesinato, ha habido al menos uno en la que la reivindicación del héroe no ha estado contaminada por la controversia de los recelos entre partido. Pero sí se ha ensombrecido ante el recuerdo de la barbarie.
Preparados ante el dolor
"Sufrimos el terrorismo, el yihadismo. Es su oficio causar terror y dolor", explicó la también secretaria general del Partido Popular en el Teatro Real de Madrid. La familia de Miguel Ángel Blanco -sus padres, su hermana, algunos amigos-, la presidenta del Congreso, Ana Pastor, y el director adjunto de EL ESPAÑOL, Miguel Ángel Mellado, entre otros, han visto cómo el legado del concejal de Ermua se ha convertido en una de las armas "que nos tienen que fortalecer y ayudar a caminar cuando los zarpazos del dolor vengan", explicó Cospedal.
Mellado, autor del libro El hijo de todos (La Esfera de los Libros, 2016), se ha mostrado convencido de que Miguel Ángel Blanco estaría dispuesto a perdonar a ETA si los terroristas reconocieran el dolor causado, entregaran las armas y se disolvieran.
Escribir la historia
Su alegría, sus ganas de cambiar la sociedad, su libertad eran tales -coincidió la familia del concejal asesinado- que Blanco aceptaría ese arrepentimiento para poder cerrar el episodio más traumático del País Vasco. Incluso más ahora cuando ETA lleva seis años sin asesinar y es el momento de escribir la historia de lo que pasó. El titular de Interior coincidió con esta tesis, puesto que "a ETA nada le debemos y, por tanto, nada le vamos a dar".
La hermana del edil de Ermua y diputada popular, Marimar Blanco, lamentó que el aniversario de la muerte de su hermano haya dado pie "a medirnos a nivel político a la hora de rendir homenaje a una víctima del terrorismo, no a un concejal del PP: cuando rompemos la unidad legitimamos el discurso de quienes aplaudían sin pedir perdón".
El temor es algo que también recordó el presidente del PP vasco, Alfonso Alonso, quien contó que no ha sufrido mayor terror que desde la muerte de Miguel Ángel Blanco: "Teníamos mucho miedo, era algo real. Vimos caer a nuestros compañeros. Pero teníamos más dignidad. Teníamos el coraje de decir que nos vamos a tener una voluntad débil como la del asesino".
Su muerte fue un revulsivo
Por ello, pese a la tragedia, Cospedal concentró en sus palabras el sentimiento que inundaba la sala: la muerte de Miguel Ángel Blanco tuvo un valor, fue un revulsivo. Marcó un antes y un después en la lucha contra ETA y en el combate ante el terror "quizás no en el comportamiento de los causantes, pero sí en el de los españoles". Una sociedad más comprometida, más solidaria y más madura para comprender lo que estaba pasando hasta hace unos años y lo que está por pasar, sentenció la popular.
El sentimiento de aquella España, que alzó sus manos blancas, sirvió para transformar esa rabia, ese llanto, en la defensa de la democracia. La misma que intenta reclamar veinte años después.