Andalucía is different. El eslogan acuñado por Manuel Fraga en los 60 apelando al exotismo de España es aplicable al sur de Despeñaperros. Ni mejor, ni peor. Distinto. El microclima político andaluz convierte a la comunidad autónoma en un cantón difícil de controlar a nivel nacional.
"El respaldo en Andalucía te permite tener cierta autonomía en las decisiones de tu partido", indica a EL ESPAÑOL el sociólogo y exasesor del PSOE Luis Arroyo. La comunidad suma casi el 20% de la población española y la segunda mayor extensión del país. Porque, quien mande en el sur, "sabe que tiene unas cuotas de poder independientemente de lo que pase en Madrid, en cierto modo", según el consultor de comunicación José Pedro Marfil.
El sistema político andaluz ha sido cantera de políticos nacionales. Felipe González, Alfonso Guerra o Javier Arenas son algunos de ellos. "La estabilidad de un Parlamento bipartidista hasta hace pocos años permite forjar estas figuras", explica Arroyo. Andalucía refleja en su idiosincrasia "la lucha de los pobres frente a los ricos". El sur frente al norte. "Esto permite un clima más polarizado y mayor fuerza en el discurso nacional".
PSOE-A mantiene su autonomía
La presidenta andaluza, Susana Díaz, vio claras sus fortalezas en su carrera hacia Ferraz, finalmente truncada. Pero ha conseguido mantener, desde Sevilla, sus cuotas de poder, con barones legitimados en primarias. Guillermo Fernández Vara y Ximo Puig continúan liderando Extremadura y la Comunidad Valenciana frente a las alternativas sanchistas. Y, en contraste con el acercamiento de Pedro Sánchez a Pablo Iglesias, los socialistas andaluces han promovido una ponencia marco para su congreso regional a final de mes donde se intuye que Podemos es el "nuevo populismo caudillista" del que hablan.
El 1-O es otro de los puntos en los que discrepan Díaz y Sánchez. La andaluza ya afirmó en su programa en las primarias que ella no apoyaría una modificación del artículo 2 de la Constitución. El secretario general socialista continúa con su idea de "nación de naciones" y reformar la Carta Magna.
"Es síntoma de vitalidad de un partido político que no haya situaciones a la búlgara, que no sea completamente hegemónico", opina David Redoli, sociólogo y directivo de la Asociación de Comunicación Política.
Un Podemos andaluz
Además de los socialistas, otro partido andaluz que está vivo es Podemos. La lideresa de la formación morada en Andalucía y cabeza visible de Anticapitalistas, Teresa Rodríguez, es una de las voces discordantes con las directrices de su partido.
La corriente de Anticapitalistas, el sector más a la izquierda de Podemos, se está alejando poco a poco de Iglesias. El referéndum de Cataluña, el acercamiento al PSOE -principalmente con el pacto en Castilla-La Mancha- o la elaboración de las listas electorales en Madrid están separando a la andaluza del secretario general.
Los Anticapitalistas "se han hecho fuertes también gracias a Andalucía. Tiene mucho que ver con la cultura política andaluza. El perfil del votante andaluz de Podemos es más radical que uno de La Rioja o Cantabria", mantiene Marfil.
La lucha por el electorado
El duelo por el espacio político que mantienen ambas lideresas les hace chocar constantemente, más allá de animadversiones personales. "Susana Díaz y Teresa Rodríguez son exactamente iguales que Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, pero de cara", constata Arroyo. "Si quieren ganar elecciones y gobernar, no las moverán", augura Marfil.
Al final, "esto no deja de ser una pelea de gallos dentro de un corral", según Marfil. Ellas entienden que "sólo puede quedar una". El premio es jugoso: la hegemonía en la izquierda andaluza. El juego está servido.