La encuesta del Centro de Estudios de Opinión (CEO) de Cataluña no la esperaba nadie. El resultado muestra un repunte de más de siete puntos a favor del sí a la independencia y un mapa electoral que concede la mayoría absoluta del Parlament a la suma de los partidos separatistas (Junts pel Sí (JxSí) -PDeCAT y ERC- y la CUP).
La sorpresa no es el contenido del sondeo, que también. La tercera oleada del barómetro político del CIS catalán suele conocerse a mitad de noviembre, pero se ha adelantado más de dos semanas sin que nadie del CEO o la Administración central pueda justificar los motivos. Ni una sola agencia de noticias anunciaba este martes la publicación de la encuesta en las exhaustivas agendas de previsiones que elaboran para los medios de comunicación.
Tampoco aparecía en la agenda oficial de la Generalitat. Los datos se hicieron públicos casi al mismo tiempo que Carles Puigdemont retaba a Mariano Rajoy en Bruselas a aceptar los resultados de las elecciones del 21-D como un "plebiscito sobre el 155".
¿Se han burlado los controles?
El CEO depende orgánicamente de presidencia de la Generalitat. Las funciones corresponden de forma interina la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría al amparo del artículo 155. Todos los indicios apuntan a que la encuesta ha salido antes de tiempo. El CEO ha burlado los controles del Gobierno central. Fuentes de Moncloa lo niegan. Y dicen que estos trabajos “tienen fecha de salida y se respeta”. Pero en 2016, la oleada política de otoño se publicó el 18 de noviembre. En 2015, el 13 de noviembre.
El propio CEO ha reconocido que acortó el trabajo de campo dos días. En un inusual anexo a la ficha técnica, dice que la creciente dificultad de lo encuestadores para realizar entrevistas había forzado la paralización de la encuesta en los 1.338 entrevistas realizadas hasta el 29 de octubre. Es decir, el CEO ha cocinado estos resultados en 24 horas y los ha publicado.
La prisa de esta oleada es inédita en la historia de los barómetros políticos del CIS catalán. Según los archivos que figuran en su propia página web, lo habitual es que transcurran al menos dos semanas de cocina entre la finalización de las entrevistas y la publicación de los resultados.
La encuesta ha supuesto un cierto alivio para un independentismo en horas bajas. Es cierto que el sondeo indica que los tres partidos que han conducido este proceso están al límite de perder la mayoría absoluta, pero todavía la mantienen a pesar de que no hay independencia, ni el 155 ha incendiado Cataluña. Según el CEO, el apoyo a la independencia de Cataluña ha crecido durante la crisis de los últimos dos meses y se sitúa en el 48,7% frente al 43,6% de partidarios del no. Antes del 1-O, según esta encuesta, el rechazo a la independencia (49,4%) se situaba muy por encima del sí (41,1%).
Parlamento dividido
JxSí y la CUP mantendrían la mayoría absoluta en escaños en unas nuevas elecciones al Parlament, pero seguirían sin lograrla en votos. La coalición del PDeCAT y ERC, que no se sabe si repetirá el 21-D, lograría entre 60 y 63 escaños (en 2015 obtuvo 62). La CUP retrocedería de 10 diputados a 8-9, por lo que la suma seguiría situándose por encima del listón de 68 que marca la mayoría absoluta.
En porcentaje de votos, según la estimación del CEO, JxSí y la CUP obtendrían un 45,9%, por debajo del 47,8 % que obtuvieron en las elecciones del 27-S en 2015.
Ciudadanos mantendría sus 25 escaños o subiría uno, el PSC pasaría de 16 a 17-19, los comunes también avanzarían ligeramente desde sus actuales 11 diputados a 12-14, mientras que el PP se quedaría en los 11 escaños que tiene ahora o retrocedería uno, según esta proyección.
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