El miércoles 6 de diciembre de 1978, los españoles se levantaron de su cama con la misión histórica de responder a esta pregunta: "¿Aprueba el Proyecto de Constitución?". Este fue el texto que recogió la papeleta del referéndum para la ratificación de la Carta Magna. Participaron 17.873.271 personas, de las cuales votaron a favor un 91,81%. La victoria del sí fue abrumadora. La abstención rondó el 30% y el no sólo fue protagonizado por un... 8,19%.
Los noes, aunque minoritarios, representaron una corriente de críticos también presente en el Congreso de los Diputados. En la votación nominal del 31 de octubre de ese mismo año, que sirvió para sellar la Constitución, hubo seis votos en contra: cinco de la desaparecida Alianza Popular y uno de Euskadiko Ezkerra.
Miguel Ángel Arbeo y Antonio Bernad son hoy supervivientes de aquella minoría díscola, que mengua a marchas forzadas por una cuestión generacional: la mayoría de los opositores al texto de 1978 fueron nostálgicos del franquismo o comunistas reacios a aceptar la bandera bicolor. Ambos forman parte de una minoría dentro de aquella minoría.
No al "castellano", sí al "español"
Miguel Ángel Arbeo forma parte de los noes cosechados por la Constitución en 1978. Tenía entonces 31 años, tres hijos y trabajaba en una agencia de seguros. Vivió aquel 6 de diciembre con mucha intensidad: “Me tocó ser vocal en una mesa”.
Recién amanecido el día, se plantó en un colegio electoral en la madrileña calle General Sanjurjo, hoy José Abascal. La Carta Magna florecía en una acera que homenajeaba al general destinado a encabezar el golpe contra la II República. “Ahí me senté, con los folios del censo a identificar a todo el que se acercaba antes de que introdujera su voto”.
Arbeo, prendido del recuerdo, no consigue divisar detalles concretos, pero sí una “ilusión especial”. Se notaba “ese consenso fraguado a pesar de las diferencias para abandonar definitivamente el franquismo”. Y entonces, ¿por qué usted votó que no? “Hay un argumento que pesa mucho más que el resto. La Constitución recoge como lengua oficial el castellano, y no el español. Eso ni podía ni puedo aceptarlo. Tanto aquí como en Sudamérica hablamos español, uno de los idiomas más importantes del mundo. Parece que se puso eso de castellano para no ofender determinadas sensibilidades”.
No a la "monarquía y a la derecha"
Antonio Bernad también votó que no. En su caso, porque quería una Constitución "más ambiciosa". Sabía que el apoyo sería mayoritario, pero se mostró contrario, aunque solo sirviese "testimonialmente". "En aquel momento, simpatizaba mucho con el Partido Comunista, que estaba muy politizado -explica Bernad- pero cuando ellos sí apoyaron la Constitución, me acerqué al Partido Socialista de Aragón (PSA) [del que formaban parte personalidades como José Antonio Labordeta o Federico Jiménez Losantos] porque ellos se abstuvieron".
Para Bernad la Carta Magna, aunque suponía un gran avance y el "advenimiento de un tiempo nuevo", no era lo suficientemente rupturista: "Nos metía de rondón la monarquía y no rompía de verdad con la derecha ni con el sistema anterior, a los hechos me remito: siguen ganado los mismos que antes".
Bernad es de Zaragoza y tiene 63 años, recuerda como si fuera ayer una conferencia de Enrique Tierno Galván de octubre del 1978, en la que el exalcalde de Madrid "dijo que lo único que gana la clase trabajadora con esa Constitución era la quita de la pena de muerte y la mayoría de edad a los 18. Los más beneficiados eran la Iglesia, los bancos, la industria y las multinacionales, y aún sigue siendo así", explica.
En aquella época, Bernad trabajaba en una Caja de Ahorros, pero durante algún tiempo había trabajado en la imprenta de un periódico zaragozano ya desaparecido, el Aragón Express. Ese día se fue a la redacción para vivir la información en primera línea: "Había una emoción de la leche, era la auténtica novedad y se notaba muchísima emoción por todos lados".
Hoy recuerda ese día sobrecogido, pero sigue siendo crítico con el sistema que trajo la Carta Magna y critica que no beneficie a la clase trabajadora. Le gustaría poder votar otra Constitución donde "se hiciese una división de poderes estricta, hubiese una legislación dura con la corrupción, se redujese el poder de la Iglesia y tuviéramos una educación laica de verdad". Además, explica que a los españoles "se nos debería preguntar si queremos un Estado republicano porque en todos estos años todavía no se nos ha consultado de verdad".