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Suele decir Miquel Iceta que su principal temor es ser recordado como "aquel gay socialista que bailaba". Un temor no sólo razonable sino también razonado. Porque si hay un político catalán encasillado en su papel, como esos actores de facciones tortuosas a los que sólo les ofrecen papeles de villano, ese es el cabeza de lista del PSC para las elecciones del 21-D. "Simpático, afable, jovial, cercano, danzarín". Cuando los medios catalanes describen a Iceta resulta difícil saber si están hablando de él o de un oso panda.
Los maquiavélicos opinan en cambio que esa imagen, salida del armario incluida en 1999, es el camino que ha escogido Iceta, de forma consciente, para ganarse un espacio en el complicado escenario político catalán. Porque para el independentismo, el PSC es poco mejor que el PSOE. Que a su vez es poco mejor que el PP.
En el centro de un campo de batalla muy polarizado entre dos facciones enfrentadas, Iceta se ha propuesto sobrevivir convirtiéndose en un político amable y poco amenazador
Para el constitucionalismo, en cambio, el partido de Iceta es poco mejor que el de Colau e Iglesias. Que a su vez es igual de pésimo, si no peor incluso, que ERC y la CUP. Y ahí, en el centro de un campo de batalla muy polarizado, sólo se puede sobrevivir convirtiéndote en una amable e inofensiva, suave y mullida almohada… para el nacionalismo. La Opción Iceta.
Iceta es un nacionalista que suele pedirle perdón durante los debates a los independentistas de pata negra de ERC y Junts per Catalunya, los verdaderos machos alfa del corral catalán, cuando estos le acusan de "españolista". ¿Sumisión, complejo o tacticismo? Esa es la Duda Iceta.
De inofensivo, nada
En realidad, Iceta no es un político tan inofensivo como parece a primera vista. En primer lugar, porque el PSC sigue conservando su ascendiente en el cinturón rojo de Barcelona y entre la izquierda caviar catalana. La que representan, les voten o no les voten a día de hoy, Joan Manuel Serrat, Javier Sardà, Estopa o Andreu Buenafuente. Y eso son unos cuantos cientos de miles de votos en Cataluña. Suficientes para desequilibrar mayorías de Gobierno.
En segundo lugar, porque frente a las pretensiones del PSC de Iceta de convertirse en el puente entre las dos Cataluñas, la independentista y la constitucionalista, se sitúa una evidencia incontestable: la de que su programa para el 21-D es el mismo que el de la CiU del Jordi Pujol de los años 90. Perdón de la deuda catalana, mejora de la financiación, indulto para los consejeros condenados, inmersión lingüística.
El nacionalismo de Iceta, es decir la creencia en una supuesta singularidad catalana, rivaliza en intensidad con el de ERC o Junts per Catalunya
Iceta puede no ser partidario de una declaración de independencia unilateral. Pero nadie niega que su nacionalismo, es decir la creencia en una supuesta singularidad catalana, rivaliza en fervor con el de ERC o Junts per Catalunya. Iceta es el socialista amable para el independentismo en contraste con el socialismo desapacible de Josep Borrell.
La solución de compromiso que llegó para quedarse
Miquel Iceta (Barcelona, 1960) vive en el Eixample barcelonés con su pareja, del que sólo se sabe que trabaja en el sector de la comunicación. Burgués de clase media-alta y muy apegado a su madre y su hermana, con las que se ve cada semana llueva o truene, Iceta es el equivalente del archivo secreto del Vaticano para el PSC.
En un artículo de Joan B. Culla i Clarà publicado en El País en 2014 se dice que Iceta, que en aquel momento estaba a punto de hacerse con las riendas del PSC como solución de compromiso entre facciones enfrentadas, es "es el disco duro que almacena casi todos los avatares y los secretos del PSC a lo largo de las últimas tres décadas, desde la fontanería monclovita a las órdenes del vicepresidente Narcís Serra, pasando por las cocinas de los dos tripartitos de izquierda, hasta la sala de máquinas de la presidencia de José Montilla y la conexión con el PSOE en los convulsos tiempos del último Estatuto". Sólo pocas líneas después, Joan B. Culla i Clarà lo califica de "apaño". Es decir de solución temporal, amable y para la pacificación del PSC a la espera de un líder de los que se visten por los pies.
Pero el apaño sigue ahí, tres años después, inasequible al desaliento, sin líder que se vista por los pies en el horizonte y cómo cabeza de lista de un PSC cada vez más decantado hacia el nacionalismo (y sólo hay que ver a Núria Parlon, alcaldesa de Santa Coloma de Gramenet, defendiendo políticas que no desentonarían en boca de los más duros de ERC). Iceta, sí, es el arquetipo del político capaz de ganarse a sus interlocutores diciéndoles lo que estos quieren oír en cada momento.
Ni un solo minuto fuera del partido
A Iceta, como al resto de cabezas de lista catalanes (con la honrosa excepción de Inés Arrimadas), no se le conoce experiencia significativa alguna en el sector privado. Empezó los estudios de Químicas pero abandonó los estudios para entrar en el PSC cuando cumplió la mayoría de edad. Desde entonces no ha pasado ni un solo minuto de su vida a la intemperie.
Concejal del ayuntamiento de Cornellà de Llobregat, subdirector del gabinete de Presidencia del Gobierno con Narcís Serra, diputado por Barcelona, portavoz del PSC en el Parlamento catalán, Viceprimer secretario del PSC, secretario primero del Parlamento catalán, secretario general del PSC y presidente del grupo socialista en el Parlamento catalán. Esa es la trayectoria profesional de Miquel Iceta. Añadan consejero, es decir fontanero, de Maragall y Montilla.
Como buen nacionalista, cuando Iceta habla de "las reivindicaciones catalanas" se refiere a las reivindicaciones de los catalanes independentistas
Iceta defiende una reforma constitucional que "dé acomodo" a las peticiones catalanas. Y cuando Iceta dice "peticiones catalanas" se refiere a las peticiones de la mitad de los catalanes, es decir a las de los independentistas. "Si no se puede, buscaremos caminos que contemplen los dos principios básicos del federalismo: el acuerdo y la democracia para saber si los ciudadanos comparten las propuestas que se les hacen" decía en 2016. Traducido a lenguaje recto, Iceta está hablando de un reférendum de independencia pactado.
Iceta ha logrado detener la caída en picado del PSC en la comunidad catalana. Muchos sospechan que el mérito no es suyo, sino del independentismo. Los votantes socialistas desencantados, aquellos que no han volado todavía a Ciudadanos o a Podemos, habrían vuelto al PSC como "mal menor" frente al procés secesionista. Esa es su esperanza para estas elecciones. Que el antiguo votante socialista del cinturón rojo de Barcelona siga todavía ahí, desganado y desilusionado pero fiel a pesar de todo. Cautivo.