El efecto de la victoria de Inés Arrimadas en las elecciones catalanas ha deteriorado muy rápidamente la relación del PP con Ciudadanos en el Congreso. La Navidad, época poco propicia al rifirrafe político, ha mostrado los primeros episodios de la guerra de guerrillas que se libra por la hegemonía del centro derecha en España tras el triunfo naranja en Cataluña y la debacle del PP.
El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y el líder del partido naranja, Albert Rivera, aparentan la voluntad de seguir entendiéndose. Ambos se reunieron en la Moncloa poco después del 21-D. Pero desde las elecciones hasta ahora, en el arranque del curso político, la relación entre Ciudadanos y el PP ha recuperado la tensión propia de un período electoral. Rivera, con las encuestas de cara, puede apretar un poco más a Rajoy. El presidente del Gobierno también tiene sus bazas para desgastar a Ciudadanos.
Presión a Arrimadas
De hecho, el PP golpeó primero. La salida en tromba de sus portavoces en contra de la renuncia de Arrimadas a formar gobierno forzó a Ciudadanos a matizar su discurso inicial. La ganadora de las elecciones admite ahora que existe una posibilidad si el independentismo no logra un acuerdo. El partido naranja está presionando con más insistencia en la presidencia del Parlament, consciente de que hay ocho diputados independentistas -cinco huidos y tres en prisión- cuya probable ausencia deja a las fuerzas separatistas sin mayoría en la Cámara. El Parlament se constituye el próximo 17 de enero y la sesión de investidura debe celebrarse antes de final de mes.
Además de Cataluña, el PP utilizó la trágico desenlace del caso Diana Quer para defender la prisión permanente revisable, que rechazan el resto de partidos. De hecho, los populares focalizaron su crítica en Ciudadanos. El partido naranja respondió que es más partidario de el cumplimiento íntegro de determinadas en penas.
Los Presupuestos, en el aire
El último contraataque ha sido de Ciudadanos y demuestra el marcaje al que se van a someter los dos partidos lo que resta de legislatura. El partido de Rivera condiciona ahora su apoyo a los Presupuestos a que el PP aparte a la senadora Pilar Barreiro, citada a declarar como investigada por la trama Púnica. El movimiento ha devuelto a Ciudadanos cierta iniciativa, pero nada hace indicar que el acuerdo de investidura, frágil de por sí y sometido a constantes incumplimientos, vaya a saltar por los aires por el caso Barreiro.
Ciudadanos y el PP tienen un preacuerdo presupuestarios que incluye una rebaja del IRPF y al menos 8.300 millones de euros en gasto social. Rajoy sigue sin tener atado el apoyo del PNV, imprescindible para lograr la mayoría de 176 diputados, y ahora Rivera también pone caro su voto. Sin Presupuestos, España se vería abocada a elecciones generales.
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