El Gobierno contiene el aliento ante otro día histórico en el Parlament de Cataluña. Nadie sabía qué pasará este martes: si Carles Puigdemont se iba a presentar en Barcelona para intentar ser investido o si el presidente de la Cámara, Roger Torrent, hará caso a las advertencias del Tribunal Constitucional y prohibiría la investidura del expresidente fugado. Finalmente Torrent optó por una suspensión temporal. El fallo del Alto Tribunal, que corta todas las vías de acceso a la Generalitat al prófugo, ha servido de revulsivo para el Gobierno, que no termina de fiarse de que el independentista pueda coger cualquier atajo para culminar de nuevo su desafío al Estado. "Aún no lo hemos visto todo", se resignan fuentes gubernamentales.
La apuesta de Mariano Rajoy de tomar la iniciativa y pedir al Constitucional que neutralizase una investidura de Puigdemont para "evitar el show" del 1 de octubre fue celebrada en el Ejecutivo como un gran triunfo ante el independentismo. "Nos arriesgamos y ganamos. Esto es gobernar. Los independentistas no se lo esperaban y ahora son ellos los que van a rebufo", se congratulan.
No obstante, las mismas fuentes reconocen que "nadie puede ponerse en la cabeza" del expresidente de la Generalitat y no descartan que los independentistas "monten un circo" para intentar por todos los medios la investidura del exalcalde de Girona, aunque sea simbólicamente. Es el escenario que Moncloa quiere evitar por todos los medios. Para conseguirlo, el ministro Juan Ignacio Zoido se ha comprometido a detener al político fugado en cuanto pise suelo español y el CNI que dirige Soraya Sáenz de Santamaría ha desplegado un dispositivo para seguir todos los pasos de Puigdemont.
"Investidura en diferido"
Con el recurso ante el TC, el Ejecutivo asegura que se ha evitado "un daño irreparable" para el país como hubiera sido ver "una investidura en diferido" con un "conseller en cap" dirigido desde Bruselas. El propio Alberto Núñez Feijóo definió en un desayuno informativo en Madrid este éxito del Gobierno: "Si hubiera hecho a pie juntillas lo que le pedía el Consejo de Estado, hoy no tendríamos medidas cautelares y Puigdemont podría ser nombrado presidente desde Bruselas".
En Moncloa, además, no pasan por alto que la votación de Puigdemont para volver a ser presidente hubiera coincidido con el día en el que el rey Felipe VI cumple 50 años. "El presidente del Parlament hubiera enviado al monarca el decreto para sancionarlo y el jefe del Estado se hubiera enfrentado a otra tesitura: ¿Lo firma o espera a que el TC lo anule?". Con la intervención del Alto Tribunal, "todo esto se ha dinamitado", celebran en Moncloa, mientras evitan hacer un pronóstico sobre qué pasará este martes en Barcelona. "Nadie se puede poner ya en la cabeza de Carles Puigdemont", se resignan.
Neutralizado por el independentismo
El Gobierno también confía en que el bloque independentista se rompa ante el enrocamiento de Puigdemont de tratar por todos los medios de ser investido. De hecho, las mismas fuentes deslizan que miembros del sector más moderado hicieron llegar a Moncloa el mensaje de que actuaran antes de que el expresidente consumara sus planes de ser investido a distancia. Ahora, esperan que sean sus propios compañeros los que neutralicen a Puigdemont.
En un gesto inusual, Rajoy entró este lunes por la tarde en un programa radiofónico para dejar clara su postura ante el pleno del martes: "Mientras yo sea presidente, por muchas cosas que me digan, voy a cumplir con una obligación, que es la más importante que tengo: garantizar la unidad nacional". También Sáenz de Santamaría acudió a primera hora de este lunes al desayuno informativo que ofreció el presidente de la Xunta y marcó a Puigdemont el único camino que debe seguir si vuelve a España: "El del Tribunal Supremo".