Iba a ser el gran día del independentismo, pero el novio acabó huyendo a la carrera entre excusas infumables y un tanto humillantes para la novia despechada. "No eres tú, es el Tribunal Constitucional", le dijo Romeo Torrent a una Julieta Puigdemont a la que llevaba días declarando amor eterno. Los testimonios de amor, de hecho, continuaron durante toda la tarde mientras la novia cocía su rencor a fuego lento.
En el Parlamento, eso sí, no hubo diputado o periodista que no viera con toda claridad qué estaba ocurriendo en realidad. Lisa y llanamente, a Torrent la novia no le daba la talla. Por no hablar de la dote. Una segura imputación por desobediencia y, muy probablemente, otra por sedición. Imputaciones que, en el mejor de los casos, habrían acabado con Torrent inhabilitado y, en el peor, con sus huesos en la cárcel junto a Junqueras y el resto de cabecillas del golpe de Estado catalanista.
La decisión de Torrent dejó a JxCAT con la misma cara que se le quedó a ERC cuando Puigdemont huyó a Bélgica con nocturnidad y alevosía. "Quien a hierro mata a hierro muere", debió de pensar un Oriol Junqueras, que cuenta las horas en Estremera como Puigdemont cuenta mejillones devorados en los mejores restaurantes de Bruselas.
A la flácida y eternamente desganada Elsa Artadi (JxCAT), una Rita Maestre de derechas, se le transparentaba el desconcierto durante su rueda de prensa. "No, a ver, que nos parece muy bien lo que ha hecho Roger Torrent, de verdad, nos parece muy bien", empezó su discurso la que algunos han anunciado como futura presidenta de Cataluña en sustitución de Puigdemont. El resto de su intervención anduvo por los mismos derroteros. Que Dios nos pille confesados si esta mujer toca el más mínimo poder.
Torrent, el Romeo republicano, tomó las de Villadiego y que le echen un galgo. Artadi aún anda buscándolo detrás de las columnas del Parlamento catalán
Roger Torrent, consciente de que pocas cosas hay más humillantes en esta vida que ser abandonado en el altar con el ramo en las manos, sobreactuó luego hasta el ridículo para echarle la culpa de la espantada al Tribunal Constitucional y al Gobierno central. Luego añadió que los catalanes se merecen una boda por todo lo alto y que el enlace no se celebraría hasta que las condiciones concomitantes, vinculadas, circunstanciales y coincidentes sean las idóneas y estén a la altura de la belleza de la novia. Vamos, que el tipo tomó las de Villadiego y que le echen un galgo.
Tras el inicial desconcierto, los traicionados JxCAT y la CUP llamaron a rebato. Unos cien adolescentes y otros tantos jubilados con caretas de Puigdemont lograron romper la guirnalda de los mossos (me niego a llamarle cordón policial a eso) y plantarse frente al Parlamento a media tarde. Allí corearon consignas desacomplejadamente fascistas como "fuera fascistas del Parlamento", "prensa española manipuladora", "las calles siempre serán nuestras" y "o Puigdemont es presidente o entramos en el Parlamento", entre los aplausos de los diputados de la CUP y de JxCAT, que nunca han tenido demasiado claro cómo va esto de la democracia y el Estado de derecho.
Emilia Landaluce y yo nos lo mirábamos desde la puerta principal del Parlamento con interés antropológico. "A ese de la barba ya lo tengo visto por aquí", me decía ella, confirmando que, a la hora de la verdad, esto del independentismo militante es cosa de cuatro frikis aburridos. "Lo malo es que luego les votan muchos más", añadió a continuación, confirmando que esto no tiene remedio porque detrás de los cuatro frikis aburridos hay cientos de miles de abducidos que se creen las mentiras que a esa misma hora propagaban medios como VilaWeb. "Miles de manifestantes rompen el cordón policial del Parlamento", decían por Tractoria. Ajajá. Donde pone "miles" pongan "docenas" y estarán un palmo más cerca de la realidad.
A última hora de la noche, los tres clanes afilaban las navajas y se retaban desafiantes en los medios. Cómo estará la cosa en el independentismo para que hasta la ANC, que no es precisamente conocida por su mesura, tuviera que salir a la palestra para recordar que no toleraría "enfrentamientos fratricidas". Demasiado tarde.
"La jugada de Torrent desconcierta a parte del soberanismo, al PP y al Tribunal Constitucional", dijo Ekaizer en el diario subvencionado hasta los higadillos Ara. A esto ha quedado reducido el independentismo en 2018: a correr como un pollo sin cabeza por el Parlamento con el único objetivo de desconcertar al contrario. ¡Como si eso fuera un logro político en sí mismo! Torrent, sí, ha desconcertado a los que se oponían a la boda huyendo de la iglesia al trote y pegando trompetazos. El problema es que también ha desconcertado a la novia y a su familia.
Continuará. Por desgracia.