Ni siquiera las lluvias de las últimas semanas, torrenciales en algunos momentos, han logrado acabar con las dos acampadas chabolistas que desde hace ya más de dos meses ocupan la plaza Cataluña de Barcelona, el centro comercial de la ciudad —a apenas unos metros de El Corte Inglés, la FNAC, la tienda Apple, el Paseo de Gracia y la Rambla—, con la tolerancia de la alcaldesa y su equipo de gobierno. Los acampados especulan con la fecha del desalojo por parte de los Mossos d'Esquadra, que según ellos podría llegar el 23 de abril, día de Sant Jordi. Pero nadie es capaz de confirmarlo.
La primera de esas acampadas, en el extremo oeste de la plaza, ha sido bautizada como Acampada República, reivindica la independencia de la región y pretende, al menos en teoría, permanecer en el lugar hasta que esa Cataluña independiente sea una realidad. Cuenta con una docena y media de tiendas de campaña individuales o dobles, y con una de mayor tamaño que hace las funciones de punto de información. El perímetro de la acampada ha sido delimitado con palés de obra atados con una cinta de plástico amarillo.
En el extremo opuesto de la plaza, frente a los parterres de césped, se encuentra la acampada de los sintecho, bautizada como Acampada x drets. Esta acampada cuenta con menos tiendas, apenas una decena, aunque la cifra exacta varía de un día a otro. Su objetivo es conseguir viviendas dignas para todos los sintecho de la ciudad.
Al lado de su tienda, uno de los acampados ha instalado un panel informativo con varias fotocopias. En ellas pueden leerse frases como "¡Tenemos derechos!", "El ayuntamiento sólo abre plazas adicionales (75) cuando la temperatura baja de cero grados" o "Los y las sintecho somos ciudadanos/as normales: hemos tenido una vida anterior, tenemos aspiraciones para nuestras vidas, tenemos derecho a tener una vida que no se limite a conseguir el alimento".
Los acampados son aproximadamente una treintena de personas, aunque han llegado a ser el doble. Ha habido peleas —entre los sintecho y entre miembros de ambas acampadas— pero la sangre no ha llegado al río. Y si ha llegado, no ha trascendido. Los turistas miran a los chabolistas urbanos con una mezcla de sorpresa y desconcierto. La mayoría de ellos proceden de países donde no se permitiría ni durante un solo minuto una acampada similar en la plaza central de una ciudad del tamaño y la importancia de Barcelona. Algunos se hacen fotos y otros simplemente pasan de largo y cuchichean entre ellos.
El ayuntamiento no tiene, al menos por el momento, ninguna intención de desalojar la plaza y descarga toda la responsabilidad sobre los Mossos d'Esquadra. Carina Mejías, presidenta del grupo municipal de Ciudadanos en el ayuntamiento de Barcelona, afirma que la situación de la plaza Cataluña es el escaparate del fracaso de la gestión municipal de Ada Colau. "El gobierno de Colau presume de ser el que más invierte en políticas sociales, pero todo se queda en anuncios. No saben gobernar y hay más personas que nunca durmiendo en la calle. Son incapaces de ofrecer ninguna alternativa a los más vulnerables".
Alberto Fernández Díaz, presidente del grupo municipal del PP, ha pedido por su parte en repetidas ocasiones el fin de la acampada, a la que ha calificado de "cutre" y "tercermundista".
En 2017 se empadronaron en edificios del ayuntamiento aproximadamente cinco mil personas. Estar empadronadas les permite acceder a ayudas municipales o a los centros de atención primaria, como explica Montse Poblet, de Catalunya Ràdio, en este tuit.
En realidad, todos en la plaza saben lo que ocurrirá después del 23 de abril. Los acampados seguirán en sus puestos si nadie los desaloja y volverán a ellos el 24 si son expulsados durante veinticuatro horas. Lo que es seguro es que no será la Guardia Urbana de Ada Colau la que lo haga.