Cristina Cifuentes se apartó definitivamente de la política este martes, cuando entregó su acta de diputada. La expresidenta de la Comunidad de Madrid llevaba más de media vida trabajando para el Partido Popular y pretendía culminar su proyecto para la Comunidad de Madrid siendo presidenta al menos cuatro años más. Todas sus aspiraciones se truncaron hace menos de un mes, cuando el escándalo de un máster lo remató la divulgación de un vídeo en el que se le ve robando dos cremas en un supermercado.
La expresidenta de la Comunidad de Madrid ha dejado los tres cargos públicos que ostentaba en tres dimisiones consecutivas y ahora se confiesa ante su círculo más íntimo que "voy a tener dificultades para empezar mi nueva vida: sin sueldo, sin trabajo y sin reputación". Cristina Cifuentes es funcionaria técnica en la Universidad Complutense de Madrid, un puesto que debe solicitar en el plazo de un mes si quiere volver, pero no es una opción que baraje en estos momentos.
Sin Consejo Consultivo
Cifuentes hubiera tenido otra opción para recolocarse mientras buscaba un futuro fuera de la política: el Consejo Consultivo de la Comunidad de Madrid, un organismo donde trabajaron todos sus antecesores menos Esperanza Aguirre. Pero la madrileña no solo ha sido víctima de la tolerancia cero contra la corrupción que tanto exigió, sino que también ha sido presa de las políticas que puso en marcha.
Una de las primeras medidas que puso en marcha cuando fue elegida presidenta fue suprimir este órgano consultivo en el que han trabajado Joaquín Leguina, Alberto Ruiz-Gallardón e Ignacio González. Esta era una de las exigencias que le impuso Ciudadanos a cambio de brindarle el apoyo a la investidura y Cifuentes aceptó. Con la supresión del organismo, la madrileña se queda también sin la opción de cobrar una nómina de 8.500 euros al mes. También se queda sin vehículo oficial, coche, secretaria y despacho en un emblemático edificio de la madrileña calle de Gran Vía.
No espera a votar a Ángel Garrido
De momento, la expresidenta se recompone de su trágico final político con sus más allegados. Son pocas las personas con las que se ha visto desde que dio un paso atrás. El puente de Mayo, el que tenía pensado dimitir, lo pasó con su familia en Alemania. Cifuentes quería que fuera Ángel Garrido, su amigo del alma, su sucesor. Finalmente Mariano Rajoy ha optado por permitir a su delfín mantener la Comunidad hasta las elecciones de 2019, pero ella ha preferido alejarse del foco mediático antes incluso de votar su investidura.
La dirección nacional del PP no quería que Cifuentes mantuviera su acta de parlamentaria y ella entendió el mensaje desde que Rajoy envió a María Dolores de Cospedal a exigirle su dimisión en unas pocas horas. La expresidenta se siente traicionada por gran parte de un partido al que considera que le ha entregado todo. Ahora, desde la soledad más absoluta, piensa en cómo recomponerse de su salida abrupta de la primera línea de la política.