Norbert Feher, el asesino confeso de un ganadero y dos guardias civiles en Andorra (Teruel) 14 de diciembre, dice sentirse víctima de un complot urdido entre España e Italia para atribuirle los asesinatos de Davide Fabbri, Valerio Verri, José Luis Iranzo, Víctor Romero y Víctor Caballero. Los dos primeros fueron asesinados por Igor el Ruso en abril de 2017 y a los tres últimos los mató ocho meses después a casi 1.500 kilómetros de distancia.
El serbio, un falso experto militar que fue arrestado la misma noche del triple crimen mortal en Teruel, ha sido interrogado este viernes por la magistrada del juzgado número 1 de Alcañiz (Teruel). Es la encargada de investigar los robos en casas de campo que se efectuaron ininterrumpidamente desde días antes de que el serbio disparara con intención de matar a dos vecinos de Albalate del Arzobispo el 5 de diciembre hasta que asesinó a sus tres últimas víctimas nueve días más tarde. Se denunciaron en un mes casi una veintena de robos idénticos.
Feher ha sido interrogado por videoconferencia desde la cárcel de Zuera (Zaragoza), donde está en prisión incondicional desde entonces. En el interrogatorio ha negado ser el autor de los hurtos que se produjeron en más de una veintena del casas de campo de la zona durante los días que precedieron al triple crimen. La última denuncia por un robo similar que figura en el Cuartel de la Guardia Civil de Andorra la puso José Luis Iranzo unas horas antes de ser asesinado. El documento revela que la víctima intuía que el autor del robo en su casa de campo podía ser el mismo "que disparó en Albalate" días antes.
El asesino se ayudó de una intérprete de habla italiana para contestar en un interrogatorio que apenas duró unos minutos. El acusado negó haber sido el autor de los robos a pesar de que en las pertenencias que se le incautaron el día de su detención llevaba ropa y enseres de supervivencia que fueron identificados a posteriori por sus dueños. El dato más significativo son las botas de montaña que llevaba puestas al ser detenido: pertenecían a un vecino de Andorra que había presentado su correspondiente denuncia y que las reconoció cuando las vio.
¿Estuvo con alguien?
El falso militar, que escuchó uno a uno los delitos de los que se le acusaba, contestaba en un tono "chulesco", "como si estuviera de cachondeo", según testigos presentes en el interrogatorio. Cuando fue puesto a disposición del juez, Feher reconoció haber sido el autor de tres asesinatos y dos intentos de homicidio. Ahora, únicamente se ha atribuido dos asaltos: el primero, cuando salió "un viejo" de un masico, dijo en su declaración. Un dato que podría cuadrar con el perfil de Manuel Andreu, un señor de setenta años al que le atravesó el hígado de un disparo el 5 de diciembre cuando acudió a abrir su masico con el cerrajero Manuel Marcuello, que también fue alcanzado por una bala.
El segundo hecho que reconoció como suyo ha sido el ataque a los "guardias civiles" en "la casa del ganadero". Es decir: el triple crimen que acabó con la vida de Romero, Caballero e Iranzo. El interrogatorio apenas se ha alargado unos minutos porque la juez no ha admitido a trámite preguntas clave que podrían ayudar a desentrañar el misterio de cómo llegó Norbert Feher al Bajo Aragón. La magistrada consideró inoportuno que el acusado respondiese, entre otras cosas, a si en algún momento ha estado acompañado de alguien, cómo se desplazaba de un lugar a otro o desde cuándo llevaba en la zona.
Dispositivos tecnológicos
La causa de este triple crimen está dividida en dos juzgados. En el juzgado número 1 de Alcaíz se investigan los robos a los masicos a los que se supone que entraba Feher en busca de ropa y alimento antes incluso de que disparara con intención de matar a dos vecinos. En el juzgado número 2 se sigue analizando con detalle cómo perpetró el triple crimen. Este último tribunal mantiene bajo secreto de sumario casi seis meses después otra pieza clave para destripar el misterioso paso de Igor el Ruso por Teruel: los dispositivos tecnológicos que el asesino llevaba consigo cuando fue arrestado.
La noche de su arresto encontraron entre sus pertenencias dos teléfonos móviles y un ordenador portátil, según consta en el sumario del caso. La información que esconden estos procesadores es todavía un misterio. Según ha podido saber EL ESPAÑOL de fuentes de la investigación, en uno de esos aparatos el asesino guardaba multitud de fotografías que se hacía a sí mismo en El Saso, la zona donde perpetró sus últimos tres asesinatos.