Al borde de la Plaza de la Villa, Begoña Villacís se cruza con un tipo que le arroja este dardo desde una camiseta negra con letras blancas: “Albert, hijo de puta”. Él la mira con desprecio. Ella le sonríe: “No, hombre, no”. Obtiene por respuesta un “ya te digo yo que sí”. Han pasado un par de horas desde la reválida de Manuela Carmena: “Me presentaré a las elecciones de 2019”. Villacís también peleará. Y este es el duelo porque PP y PSOE andan perdidos, lejos del palacio de Cibeles, atascados en una M-30 de la irrelevancia. “Ni siquiera suenan nombres para llenar el hueco”, confirma un concejal conservador que pasa por ahí.
Villacís acepta la entrevista a bocajarro. Con una condición: en media hora debe salir corriendo a por sus hijas, que este lunes han empezado el colegio. Ya sentada en su despacho, cuyo fondo ha invadido un cartelón de Audrey Hepburn, asegura no temer que la papeleta electoral de Carmena engulla a los socialistas: “En la práctica ya son un solo partido”.
Se dice “mucho más preparada que en 2015” y como prueba de autos proporciona una retahíla de datos que emplea para atizar a la actual corporación: basuras, inversiones, manteros… Maximalista, reitera que el Gobierno de Ahora Madrid se reduce a “unos cuantos carriles bici y un ensanchamiento de las aceras”. Así dibuja el reto: “El próximo mayo, los madrileños deberán elegir entre Carmena o Ciudadanos”.
¿Qué es lo primero que pensó al conocer que Carmena intentará revalidar la alcaldía?
Poca sorpresa. No había suspense, lo teníamos claro. No me esperaba ciertas cosas que dijo en la rueda de prensa. De verdad, me llamaron poderosamente la atención.
¿A qué se refiere?
Reconoció el fracaso de su Gobierno. Dijo que la política municipal es distinta y que no deben elegirse representantes ideológicos, sino gestores. De ahí que apueste por cambiar la forma de su Ejecutivo. Eso es tanto como confesar que, en los últimos tres años, no han sido gestores, sino gente empeñada en instaurar su ideología. Es un eufemismo del sectarismo implantado por Ahora Madrid. Su declaración fue una enmienda a la totalidad de su propio equipo. El experimento no ha funcionado y quiere probar con otra cosa.
¿Hubiera respirado hondo si Carmena hubiese anunciado su marcha?
Siempre pensé que se presentaría de nuevo, a pesar de todas las veces que dijo lo contrario. No me preocupa. La política local es muy directa, visible. Los vecinos no te juzgan por lo que les vendes, sino por lo que ven. Da igual que celebres la limpieza de Madrid si la ciudad está sucia; da igual que alabes el transporte público si los autobuses llegan tarde.
¿Usted va en autobús?
Soy más de Metro, pero a veces también lo cojo. Ahora el itinerario me encaja peor. La Empresa Municipal de Transportes es competencia del Ayuntamiento, pero el Metro no.
A lo que íbamos… Dicho de otra manera: ¿Carmena es la mejor candidata posible para la izquierda?
Si celebrase primarias, podría demostrar que sí, pero no tiene pinta de que se vayan a convocar. A Carmena le gusta mucho que se vote, pero a la hora de aplicárselo a sí misma… En fin, no me voy a meter a valorar candidaturas ajenas. Nosotros estamos interesados en dar a conocer y explicar la nuestra.
Carmena ha suscitado mucho interés mediático. Es casi un icono pop. ¿Sus hijas le han preguntado por ella?
No… La verdad es que no. A ellas lo que les parece muy curioso es que su madre haya entrado en política. Hablamos de Madrid y les enseño algunos vídeos del pleno. Esa Begoña les parece muy distinta a la de casa. Dicen que salgo más enfadada. Deberíamos intentar que esas dos figuras confluyeran. Hago lo posible para que se vea una Villacís real ejerciendo la política. La gente reclama autenticidad.
La alcaldesa ha abierto la puerta al PSOE. ¿Le beneficia o le perjudica una candidatura más amplia en la izquierda?
En la práctica, Carmena y el PSOE ya son lo mismo. Uno no distingue dónde acaba lo uno y empieza lo otro. La relación es simbiótica. La alcaldesa ha encontrado más oposición en su grupo que en el PSOE. Te pongo un ejemplo: tardó siete meses en llegar a un acuerdo con sus concejales para los presupuestos. Con el PSOE, la negociación duró un mes. Esa candidatura no supondría ningún cambio.
No es lo mismo gobernar “de la mano” que concurrir de forma distinta. Eso podría cambiar la configuración de las mayorías.
La gente sabe que, en Madrid, votar al PSOE es votar a Podemos. Y viceversa. Los socialistas han renunciado a su identidad para subsumirse en Ahora Madrid. Creo, de verdad, que la incidencia será escasa.
¿Carmena es Podemos?
Carmena es Podemos, por supuesto. Al primero que llamó para contarle que se presentaría de nuevo fue a Pablo Iglesias. A Pedro Sánchez le mandó un mensaje más tarde. Podemos reivindica los resultados de Carmena. Se arrogan a Manuela y eso sólo funciona cuando hay reciprocidad. Ella podría haber levantado la mano y frenarlo, pero nunca lo ha hecho. El apoyo de Podemos a Sánchez le granjeó una validación exprés de los presupuestos. Es un intercambio de cromos constante. Por otro lado, es importante destacar que la alcaldesa no distingue dónde acaba ella y dónde empieza Madrid. Lo confunde. Quería reservar el anuncio de la candidatura para el debate sobre el estado de la ciudad. Pretender tapar algo tan importante para hablar de sí misma… Ese es el resumen.
¿Habla de un problema de ego?
Sí, sí, absolutamente. Hace poco le saqué un documento de la coordinadora de barrios. Indicaba que la gente sin hogar vive hacinada, con insuficiencia de comida y malos olores. Además, quedaba referida una carencia de recursos. Siendo el Gobierno de “lo social”, pensé que aquello le haría reaccionar. Declinó responderme y se limitó a enseñarnos fotos de ella con Obama y algunos premios Nobel. Esa es la realidad. Tiene el síndrome de Cibeles.
¿Eso qué es?
Estar ahí arriba, en palacio, pero no pasear por los barrios. Es pensar que a Madrid le pasa lo que a una le cuenta alguien por la calle. Siempre explica las cosas así. A todos nos cuentan cosas, pero eso no se puede extrapolar como si fuera la realidad en su conjunto. Ha perdido la perspectiva.
¿Cómo es su relación hoy?
Escasa, no nos vemos mucho, pero cordial. Cuando he ejercido la política, no me he metido en lo personal con nadie. Es una barrera que no debe franquearse.
¿Una anécdota que defina su relación con Carmena?
Tiendo a quedarme con lo positivo.
Cualquiera lo diría…
Hay que ser objetivo. Nuestro trato ha sido bueno y lo mantendremos. Recuerdo, por ejemplo, que cuando fuimos a la manifestación de las mujeres ella fue de las pocas que dijo que estaba mal que se nos expulsase. Empezó diciendo que iba a tener más relación con nosotros, para consensuar, pero se ha limitado al PSOE. El PP y Ciudadanos representamos a la mitad de los madrileños y su vista se ensancharía si nos escuchase.
Detrás de las cámaras, ¿Carmena es tal y como se muestra?
Sí, dice cosas, pero nunca remata. No concluye. Si uno hace un recorrido por los distintos alcaldes de Madrid, podrá quedarse con algo bueno de todos. Tierno Galván diseñó un gran proyecto de alcantarillado, Álvarez del Manzano creó muchos túneles e ideó el Samur, Gallardón fabricó la Calle 30 –gastó mucho dinero, yo lo hubiera hecho de otra manera–… De Carmena sólo se pueden rescatar unos cuantos carriles bici y un proyecto de ensanchamiento de las aceras. No hay más.
¿Se atreve a decir un punto débil de su candidatura que supla Carmena?
Experiencia de Gobierno. Nosotros no la tenemos, pero creo que si debiera volver a elegir un modo de entrar en política, sería el mismo. Lo hemos sacado todo a pulmón. Tener siete concejales obliga a trabajar mucho y a pisar calle. Estamos mucho más preparados que en 2015.
Carmena ha dicho que tuvo muchas dudas a la hora de tomar su decisión, ¿la cree?
¿Cómo no las iba a tener? Gobernar así ha tenido que ser un suplicio. Ha estado al frente de un amasijo de seis grupos políticos mal avenidos. Un compañero te denuncia porque no tienes política de vivienda, tres te ponen a caldo cuando se enteran de que vuelves a presentarte, otros tantos te critican cuando lanzas un plan urbanístico, uno de tus concejales se salta la regla de gasto a su antojo… Trabajar en Ahora Madrid debe de ser muy complicado. Han bloqueado la ciudad. Se ve en las cifras de ejecución de las inversiones. Entiendo las dudas de Carmena.
El liderazgo de PP y PSOE en la capital brilla por su ausencia. Se ha generado una suerte de pinza Carmena-Villacís.
Esperanza Aguirre, por ejemplo, decía que ella quería ser alcaldesa de Madrid. La gran diferencia es que ahora, en los dos viejos partidos, no hay nadie que diga querer a esta ciudad lo suficiente como para representarla. Quizá nadie tenga ese sentimiento dentro… En eso, yo no he querido hacer política ni jugar con los tiempos. Cuando me han preguntado si me presentaré, he dicho que lo intentaré –faltan unas primarias por celebrarse–.
¿Le beneficia esa polarización entre Carmena y usted?
Sí, sé perfectamente todo lo que hace Carmena, cómo han generado sus redes clientelares, he acumulado mucho conocimiento. Es evidente que, en las próximas elecciones, será Carmena o nosotros. Los madrileños elegirán entre la sociedad civil y un proyecto populista.
Algunas encuestas la colocan como candidata más votada. Necesitaría el apoyo del PP para gobernar. ¿Se fía de ellos?
En la política de ahora sólo te puedes fiar cuando se ponen las cosas por escrito. Los pactos obligan a las partes. Ya me gustaría poder confiar en la palabra, pero es imposible.
El top manta ha generado una agria disputa entre los distintos partidos políticos. ¿Cuál es su diagnóstico?
Uno de los peores mensajes que lanza Carmena es que el futuro de la inmigración pasa por la calle y la ilegalidad. Hacen la vista gorda porque no son capaces de atender a estas personas. Derivan la responsabilidad a los comerciantes, que tienen que competir con quienes no pagan los impuestos. Esa no es la solución. Debe afinarse la intervención social, pero la actual corporación no lo hace. 13 de los 21 distritos están infradotados. Debe haber un trabajador social por cada 6.000 habitantes y no se cumple. La intervención debe ser individualizada.
¿Y en cuanto a la policía?
Tiene que intervenir y hacer su trabajo. Ningún gobernante puede decir lo contrario porque estaría prevaricando.
¿Habla de evitar el comercio de los manteros?
Por supuesto, pero no hablo de persecución, sino de intervenir antes de que lleguen a la calle. Los manteros son el último eslabón de las cadenas mafiosas, que se valen de ellos, los más vulnerables, para dar salida a esos productos. No podemos permitir que por culpa del buenismo estas mafias encuentren un chollo en Madrid o Barcelona.
Suele decir que Madrid está sucia.
Madrid está más sucia con el Gobierno de Carmena, pero claro, esto podría ser una percepción mía. Vayamos a los datos. Las quejas por recogida de residuos han aumentado un 77%. Haría bien la alcaldesa en dejar de escuchar a su círculo más próximo y prestar atención a cifras como esta.
¿Tres patas principales de su hipotético Gobierno?
Limpieza, bajar los impuestos y exposición internacional.
¿Una canción para su campaña electoral?
What a wonderful world, de Joey Ramone.
¿Y para Carmena?
La sintonía de Aquí no hay quien viva.
Noticias relacionadas
- Álvarez del Manzano: "Si viviera en Cataluña, votaría a Cs y arrancaría los lazos uno a uno"
- Los manteros llaman "racista" a Villacís por pedir a Carmena y a Colau que actúen contra la venta ilegal
- Begoña Villacís, sobre las dudas de Rajoy en Madrid : "Que te elijan presidente parece una maldición divina"