Los CDR asaltaron este lunes la estación de tren de Gerona, impidiendo que los viajeros cogieran el primer AVE con dirección Madrid y parada en Barcelona antes de las siete de la mañana. Se trató de uno de los actos violentos organizado por estos grupos como conmemoración a la jornada independentista del 1 de octubre del año pasado. Uno de los afectados, un madrileño de 30 años, ha contado con detalle a EL ESPAÑOL cómo vivió la situación. Aquí, su relato:
"Había pasado el fin de semana en Gerona porque participé en un evento gastronómico privado en el restaurante Celler de Can Roca. Me desperté muy temprano para que un coche del hotel, a unos 15 minutos de la ciudad, me trasladara hasta la estación de AVE. Allí todo estaba tranquilo, como cualquier otro día en una estación de Renfe: dos vigilantes de seguridad en la puerta, el poco trajín de las seis y media de la mañana y algún taxi llegando.
Estaba previsto que mi tren saliera a las 6.46 con destino a Madrid y parada en Barcelona. Tras pasar el control de seguridad sin ningún incidente y sin presencia de los Mossos d'Esquadra, llegué al andén donde entre 15 y 20 personas esperábamos la llegada del AVE. Medio dormido aún, comencé a escuchar unos gritos lejanos, sonaban como una panda de borrachos volviendo de fiesta. No sabía de dónde procedían pero cada vez se oían más cerca y más fuerte. Pensé también que podía ser un grupo que volvía de una despedida de soltero. Un señor que estaba a mi lado hizo gestos de hartazgo y dijo: "Ya estamos otra vez igual". Él sí se imaginaba lo que ocurriría.
De repente, una marea humana apareció de la nada pegando unos gritos atronadores. Bajaron las escaleras que conducen desde el vestíbulo de la estación a los andenes pegando saltos, pasando los escalones de tres en tres. Todos iban vestidos con colores oscuros y lanzaban lemas irreconocibles por lo atronador de sus gritos, alzando banderas independentistas, esteladas. Todos nos pegamos a la pared cuando les vimos aparecer. La escena de aquella marabunta acojonaba porque venían con gritos violentos. Pensé: a ver si me van a pegar. Se acercaron a repartirnos panfletos y procuré ocultarme entre otras personas para que no me los ofrecieran. Temía que si me oponía a cogerlo se creara una situación de tensión. Tan sólo uno de los pasajeros que esperaban en el andén les apoyó con gritos.
Aquello no era una manifestación, era auténtico vandalismo. Tuve la sensación de que era una acción totalmente organizada, que la gente lo sabía y que si hubieran tenido una actitud más violenta podrían haber armado la mundial porque nadie les impedía que hicieran lo que quisieran.
Mientras estaban en la vía, la luz de la locomotora del tren se acercaba y el claxon cada vez se oía más cerca. Todos subieron al andén. Cuando vieron que el convoy paró, volvieron a saltar a la vía. No sabía qué hacer, a dónde dirigirme. Consulté a unas mujeres que había junto a mí. Me dijeron que esta gente no venía a estar dos horas, así que decidí volver a la planta de arriba y buscar una solución.
Fue allí, en el vestíbulo, donde encontré entonces a cuatro Mossos d'Esquadra que miraban la escena desde lejos plantados de pie. La verdad, su actitud era más bien de pasividad. Me acerqué a preguntarles qué podía hacer y me dijeron: "Lo mejor es que vayas a Renfe y cojas un Cercanías a Barcelona a ver qué pasa". Les pregunté si allí también podía haber lío y contestaron que no lo sabían.
Para coger el Cercanías a Barcelona había que salir de la estación y entrar por otra puerta. Esta gente la había arrancado y tirado al suelo. De camino al nuevo tren, un joven catalán que venía a mi lado me dijo que no había derecho a que esta gente organizara estas cosas y diera esta imagen de Cataluña a los demás. En la calle ya había una furgoneta policial, de los Mossos.
Una vez en el Cercanías, había mucha gente afectada pero ya no tanto follón como en las vías. Cogí un tren y fui a Barcelona con el resto. Ninguno sabíamos si encontraríamos una situación similar. Una vez allí, todo estaba tranquilo. Las fuerzas de seguridad sí que debieron impedir que esta gente entrara en la estación. Tuve suerte de que un AVE que iba a Barcelona a las 9.00 se había retrasado y lo cogí. Apenas tuve que dar explicaciones para que rápidamente me dieran un billete mostrando el que tenía para ir de Gerona a Madrid. Una vez en el tren, llegué a Madrid sin problemas.
Volví escuchando las radios, mirando los diarios a ver si habían recogido el incidente y si habían pasado cosas más graves en otras ciudades. Por la mañana, cuando me desperté, ni siquiera me acordé de que era 1 de octubre y mira lo que me acabé encontrando..."