No queda rastro de aquel PP que, hace veinte años, abarcaba todo el espacio a la derecha del centro. Pablo Casado, recién elegido, trata de poner barreras a una autopista de fuga que ya circula en dos direcciones: Ciudadanos y Vox. La formación liderada por Santiago Abascal, desde el extremo del tablero, logró reunir cerca de 10.000 personas en el acto celebrado este domingo en Vistalegre.
El CIS pronostica la entrada de Vox en el Congreso. PP y Ciudadanos se arman para impedir que la multitudinaria fotografía se convierta en un puñado de escaños alimentado por el descontento de los suyos. Las estrategias de Casado y Rivera, en las antípodas. Los populares apuestan por una absorción activa y los naranjas prefieren hacer como si no existieran. Hasta el punto de evitar su nombre.
España acaba de ponerse a la par de otros países europeos. Ya cuenta con un partido más a la derecha que el conservador, sin estética franquista, nacido al albur de la fragmentación del parlamento en democracia. Se encuentran en el extremo del arco porque quieren suprimir las autonomías, ilegalizar los partidos separatistas, levantar un muro infranqueable en Ceuta y derogar la ley de la violencia de género. Vox rechaza la etiqueta "ultraderecha", aunque se reconoce más escorado que PP y Ciudadanos, a los que define respectivamente como "la derechita cobarde" y la "veleta naranja".
En esta tesitura, Rivera y Casado trabajan para bloquear el ascenso de su rival en el origen. El PP apuesta por el "respeto" a Vox. Su presidente habla de Santiago Abascal con nombre y apellido. La maniobra consiste en convencer al electorado de que "dividir el centro-derecha supone perpetuar el Gobierno de Pedro Sánchez".
De puertas hacia dentro, el debate es mucho más complejo y las opiniones son diversas. Conviene reseñar que el propio Abascal fue en su día militante del PP, lo que empuja a muchos populares a considerar a Vox como una formación amiga, nutrida de ovejas descarriadas a las que hay que ir a buscar. Otros, en cambio, hablan de un "tufillo xenófobo" y "populista" y desean marcar distancias programáticas. La llegada de Casado, conciben varios dirigentes del PP, aportará al partido una "firmeza" en el discurso que debilitará a Vox.
En los próximos días es previsible que el presidente del Partido Popular dicte una estrategia para, de un modo u otro, cercar las posibilidades que pueda tener Santiago Abascal.
Ciudadanos elige el silencio
Albert Rivera lo tiene claro: ni hablar de Vox. Ni de su mitin ni del escaño que le concede el CIS. En un desayuno organizado por Europa Press, el presidente de Ciudadanos resumió: "Nosotros no miramos al resto de partidos. Trabajamos en nuestras propuestas". Habló del "respeto" a "toda la oferta política" y tan sólo deslizó su europeísmo para distanciarse de Abascal.
Tras la Ejecutiva del partido naranja, atendió a los medios el secretario general, José Manuel Villegas. Como su líder, evitó cualquier mención a Vox. Fue repreguntado más de cinco veces por su nuevo adversario. "Sólo nos referimos a otros partidos cuando gobiernan o hacen propuestas desde el Congreso". ¿Los consideran de ultraderecha? Tampoco hubo respuesta: "No etiquetamos a los demás".
La elusión llegó a tal punto que Villegas habló de Vox como "ese partido al que ustedes se refieren". En clave interna, los dirigentes de Ciudadanos se muestran tranquilos. Aseguran que "todavía es pronto" para medir el crecimiento de Abascal. ¿Les roba votantes? "Les dan un 1%... Es muy difícil saber si eso es del PP, nuestro o de la abstención. A ver qué pasa. Hablaremos si cuaja".
¿Y qué dice Vox?
El techo electoral de Vox sigue siendo la cifra alcanzada en las primeras elecciones a las que se presentó, las europeas de 2014: casi 250.000 votos. Fuentes de este partido cuentan a EL ESPAÑOL que obtienen sus apoyos de estas tres fuentes -y en este orden-: PP, Ciudadanos y abstencionismo. Aunque entre azules y naranjas, aseguran, la diferencia es nimia.
"Nos ven pequeños, nos desprecian, aunque ahora menos", relata un mandatario de Vox. "La estrategia de Ciudadanos es la que empleaba Rajoy, pero no le sirvió". En cuanto al camino trazado por Casado, resumen: "Cometen un error de bulto. Nos consideran una especie de escisión. Creen que todo Vox es Santi Abascal, que hace mucho fue militante suyo. No es así. La vuelta a la casa común es un argumento falaz".