María Jesús Montero, hoy ministra de Hacienda, escaló a una velocidad supersónica en la Sanidad pública andaluza. Beneficiada por la "libre designación", sin méritos y apenas antigüedad en la plaza, se convirtió en una de las personas más poderosas de la Junta de Andalucía.
Este es el diagnóstico trazado por Luis Escribano, funcionario de la Junta desde hace más de veinte años. Harto de los "dedazos", comenzó a recopilar documentación a mediados de los noventa. Esta semana ha completado el puzle que le permite afirmar: "El currículum de Montero está enfangado por el nepotismo".
La Constitución de 1978 -recuerda- establece como un derecho que todos los españoles puedan acceder a los cargos públicos en "condiciones de igualdad". Un extremo que, según su informe, ha sido pisoteado por la discrecionalidad y la unilateralidad.
Como puede testarse a continuación, María Jesús Montero escaló a los puestos directivos con una antigüedad de muy pocos meses y en detrimento de otros muchos empleados públicos de sólida trayectoria. Su carrera queda retratada minuciosamente en el detallado informe de Luis Escribano.
Ascenso sin antigüedad
María Jesús Montero Cuadrado se licenció en Medicina y Cirugía General en la Universidad de Sevilla en 1990. Ya siendo estudiante, presidió la Comisión de Marginación del Consejo de la Juventud de Andalucía del PSOE.
Poco después de terminar la carrera, el Servicio Andaluz de Salud convocó pruebas selectivas para engrosar el Cuerpo Técnico de Función Administrativa del Estatuto Personal no Sanitario. Ella obtuvo su plaza y fue destinada al hospital Virgen del Rocío. En aquel tribunal estuvo Juan Carlos Castro, al que la actual ministra de Hacienda permitiría conservar su puesto como director gerente del Servicio Andaluz de Salud cuando asumió las riendas de la Consejería.
Precisamente, los propios Castro y Montero, además de otros altos cargos socialistas, fueron denunciados por la asociación Justicia por la Sanidad, capitaneada por el médico granadino Jesús Candel, más conocido por el sobrenombre de Spiriman. La denuncia era "por prevaricación continuada y nombramientos ilegales". El juzgado archivó el caso sin practicar diligencias de investigación, pero Luis Escribano lo ha recurrido y espera la respuesta de la Audiencia Provincial sevillana.
En 1995, pocos meses después de llegar al hospital Virgen del Rocío, cuando ni siquiera contaba con un año de antigüedad, Montero fue designada -con plaza en propiedad- subdirectora médica del Hospital Universitario Valme, también de Sevilla. El ascenso fue auspiciado por la Administración gobernada por el PSOE, partido que ella abrazó desde joven.
"Obstáculos" a la transparencia
Este nombramiento, apunta Escribano, entrañó una circunstancia insólita: la convocatoria fue diseñada dos años antes de que Montero lograra su plaza como técnico, pero no se cubrió, y las bases establecían su "libre designación". La Dirección General era la encargada de determinar la "idoneidad" de los aspirantes. La fórmula impide poder controlar quién solicita el puesto o los requisitos exigidos. Opacidad total.
Escribano reitera que la propia María Jesús Montero impulsó un sistema muy similar de nombramientos en puestos directivos cuando fue consejera de Salud. La Cámara de Cuentas de Andalucía, en un informe de fiscalización, recriminó a la actual ministra haber levantado "obstáculos a la plena aplicación de los principios de publicidad, concurrencia y no discriminación".
Tres años después, en 1998, Montero fue nombrada subdirectora médica del Virgen del Rocío. Entonces, la directora gerente del Servicio Andaluz de Salud era Carmen Martínez Aguayo, procesada en el caso ERE por prevaricación y malversación. Gracias a ese nombramiento, la ministra de Hacienda entró en la Comisión de Dirección de este centro.
Pero el peldaño más oscuro fue el inmediatamente anterior a su entrada en la Consejería como viceconsejera. El Servicio Andaluz de Salud anunció una vacante a cubrir -libre designación, claro- en el puesto de subdirector gerente del Virgen del Rocío. Se dieron quince días hábiles para presentarse al cargo. Cuando sólo habían pasado nueve, y antes de que la oferta fuera publicada en el Boletín Oficial de la Junta, el director gerente del Servicio Andaluz de Salud autorizó a Montero a ocupar la plaza temporalmente hasta que se resolviera la convocatoria. ¿Qué ocurrió más tarde? El Servicio Andaluz de Salud se la dio definitivamente.
Un año después, en 2002, Montero fue aupada como viceconsejera de Salud. En 2004, Manuel Chaves la consagró como consejera. Allí permaneció hasta 2012, cuando José Antonio Griñán dimitió por el caso ERE. Susana Díaz facilitó entonces a Montero su única experiencia en materia de Hacienda antes de ser llamada por Sánchez: la Consejería de este ramo. Montero fue la encargada de Hacienda y Administración Pública hasta el pasado mes de junio.