Los Franco siguen pergeñando su chantaje al Gobierno. Insisten en llevar los restos del dictador a la cripta de La Almudena -en pleno centro de Madrid y a unos metros de la Plaza de Oriente- para frenar la exhumación del Valle de los Caídos. Si los plazos transcurren tal y como Sánchez desea, el traslado se fraguará antes de final de año. De puertas hacia fuera, la Fundación Francisco Franco dice poder evitarlo jurídicamente, pero ya prepara una manifestación que homenajee el féretro durante el día de autos.
La primera pista la dieron los nietos del dictador en el escrito de alegaciones que enviaron al Ejecutivo socialista. Exigieron "honores militares" y "honras fúnebres" para Franco en su próximo viaje. Se agarran a un real decreto de 2010, que menciona estos reconocimientos para distintas autoridades, entre ellas el jefe del Estado Mayor de la Defensa, un puesto que la familia considera que su abuelo encarnó en la figura de "Generalísimo".
Este supuesto, no obstante, se torna casi imposible, ya que el propio decreto menciona al ministerio de Defensa como rector de estos homenajes. A partir de ahí, la Fundación Franco trabaja en lo que sí tiene en su mano: rodear el féretro y laudarlo entre la exhumación y la inhumación.
Según ha sabido este periódico, la parafernalia -que todavía no está cerrada- afectaría a la explanada de Cuelgamuros y también a los alrededores de la catedral de La Almudena. Los opositores al traslado siguen maniobrando para hacer ver a Pedro Sánchez que el remedio "es peor que la enfermedad".
Miguel Herrero de Miñón, padre de la Constitución y uno de los expertos que redactó el informe encargado por Zapatero acerca del Valle, ya advirtió de este riesgo en 2011. Mencionó una posible "división de la sociedad" a consecuencia de ese entierro con carácter de jefe de Estado.
De momento, Fundación y familia cuentan con la aprobación implícita de la Iglesia. El arzobispado madrileño aclaró hace varias semanas que no puede impedir el traslado de Franco a la cripta de La Almudena porque "disponen de un espacio y es un cristiano como otro cualquiera".
Para más inri, tal y como adelantó este diario, la Iglesia reconoce que no podrá impedir las peregrinaciones a la nueva tumba de Franco. Poco después de conocerse el destino, hubo quienes llevaron orquídeas frescas. El lugar, visitado por casi 1.000 turistas al día, acogerá los restos del dictador a pocos metros del altar, donde ya se encuentran enterrados su hija, Carmen Franco, y su yerno, el marqués de Villaverde.
Antes de que muera octubre, la vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo, viajará a Roma para mantener una reunión con Pietro Parolin, secretario de Estado del Vaticano, al que tratará de convencer para que medie en el conflicto. El deseo del PSOE pasa por desbaratar la secuencia concebida por los Franco: exhumación del Valle-homenaje-traslado a La Almudena-homenaje.
Los nietos del dictador exigen a Sánchez "la inmediata entrega del féretro, conteniendo el cadáver embalsamado". Una premisa que daría inicio a su plan. Aunque ellos insisten en que su estrategia jurídica reúne fuerza suficiente como para frenar la exhumación del Valle de los Caídos.
La Fundación justifica sus esperanzas con el precedente del general Sanjurjo, exhumado de un mausoleo de Pamplona en 2016. El pasado julio, los tribunales dieron la razón a la familia, que si quisiera podría devolverlo a su lugar de origen. Sin embargo, uno y otro caso apenas guardan parecidos. El Valle de los Caídos sí acoge visitas del público y permite la exaltación, algo que no ocurría en Pamplona, donde el acceso a la cripta estaba vedado.
El decreto de 2010 que culminaría la jugada de los Franco -el homenaje militar podría impedirlo el ministerio de Defensa- habla de una unidad con bandera y banda de música, que interpretaría el himno nacional completo. También "descarga de fusilería". En la inhumación, sigue el decreto, "los honores se rendirán por un piquete".