Como presidenta del Congreso de los Diputados, Ana Pastor decidió "retirar" del diario de sesiones los términos "golpista" y "fascista". El primero se lo arrojó Albert Rivera a Joan Tardà y al resto de parlamentarios separatistas. El segundo fue, precisamente, la respuesta del portavoz de ERC al líder de Ciudadanos. El mandato de Pastor puso fin al esperpento vivido este miércoles en la Cámara -escupitajo incluido a Josep Borrell-, pero ha soliviantado a la dirección de su partido.
El PP considera un ejercicio de equidistancia la reprobación de uno y otro adjetivo. Varios dirigentes conservadores, a las puertas del hemiciclo, aseguraron que seguirán llamando "golpistas" a los políticos separatistas: "Octubre de 2017 fue un golpe contra el Estado de Derecho. Por tanto, decir 'golpista' responde a un hecho. Lo de 'fascistas' no se sostiene porque lo utilizan contra los demócratas".
Ante las cámaras, la portavoz, Dolors Montserrat, respaldó a Ana Pastor y encomió su gestión de los incidentes, pero también reconoció que considera injusto equiparar los ya mentados "fascista y golpista".
Javier Maroto, vicesecretario de Organización, también explicitó su contrariedad respecto al veredicto de la presidenta de la Cámara: "En Cataluña se produjo un golpe de Estado. Lo seguiremos diciendo".
Entonces, ¿apoyo y enmienda al mismo tiempo? En un ejercicio de equilibrismo, varios diputados del PP trataron de explicar el complicado "sí, pero no". Visiblemente emocionada, Pastor clamó contra los insultos en el Congreso y dijo sentirse ofendida por quienes la tachan de "institutriz". Por eso recibió el abrazo de sus compañeros, que al mismo tiempo no entendían cómo pudo condenar igualmente el "fascista" a Rivera que el "golpista" a Tardà.
"El discurso de la presidenta ha sido potente y lo hacemos nuestro porque se han traspasado todos los límites. Nunca faltaremos al respeto ni insultaremos, pero la verdad es que hubo un golpe de Estado en Cataluña", confiesan las fuentes consultadas. Varias voces autorizadas también confirman que trasladarán este punto de vista a Pastor: "Hablamos todos los días. Eso no será un problema".
La presidenta del Congreso se enfrenta a un devenir complejo, teniendo en cuenta que su mandato de este miércoles sienta una doctrina: eliminar tanto un término como otro del diario de sesiones toda vez que se viertan. Para más inri, sus palabras sugerían una interrupción instantánea para las próximas ocasiones.
Tardà calificó el 20 de noviembre de 2018 como la inauguración del "día de la bestia" y se comprometió a llamar "fascista" a Rivera siempre que éste les llame "golpistas". Tras negar la existencia del escupitajo, el portavoz de ERC se ratificó en su postura y reiteró que "cruzará el Rubicón" cuando sea necesario. Ciudadanos y PP, por su parte, se niegan a eliminar el adjetivo "golpista" de sus argumentarios.