Ya no queda nada del "tengo una buena amistad con Santi" o del "Vox no es enemigo ni adversario de Ciudadanos". Así lo ha decidido Albert Rivera estratégicamente. Acaba de culminar su divorcio con el bloque que sí aceptarían fabricar Casado y Abascal: no habrá representación de los de centro en la manifestación convocada para este sábado por Denaes, fundación vinculada al partido en el extremo derecho del tablero. Sí estarán los conservadores.
De puertas hacia fuera, la Ejecutiva naranja se limita a responder con un "no vamos a actos de otros partidos", pero el fondo no es otro que la decisión de abrir un abismo con Vox. De momento, el único en explicitarlo ha sido precisamente el candidato de Ciudadanos a presidir Andalucía, Juan Marín: "Somos antagónicos".
Sobre el papel, la manifestación auspiciada por Abascal reúne ingredientes muy similares a la protagonizada por Rivera el fin de semana pasado: "En defensa de las instituciones, la unidad de España y contra la impunidad de los golpistas". Un eslogan que podría atribuirse inequívocamente a los liberales. Pero Europa, la ley de la violencia de género o la concepción del Estado -Vox quiere erradicar las autonomías- han empujado al presidente de Cs a alejarse de un movimiento que asimila a Le Pen o Salvini.
La concentración de Alsasua, impulsada por Ciudadanos, reunió la panorámica que ahora pretendía replicar Abascal: la unión de los tres partidos. Rivera utilizó en Navarra la plataforma cívica España Ciudadana, que mantiene el mensaje de la formación pero abandona sus siglas y colores para permitir la integración de constitucionalistas vinculados a otras organizaciones, como por ejemplo Paco Vázquez o Manuel Valls. Vox movió ficha y generó un problema a Ciudadanos, que no pudo vetar su asistencia tras haber reiterado el carácter abierto de la llamada.
Esta vez no volverá a ocurrir. Ciudadanos, aunque nunca a micrófono abierto, considera perjudicial que la opinión pública tenga más en cuenta sus parecidos con Vox que sus diferencias.
El día que anunció la manifestación por la "España viva", Santiago Abascal invitó expresamente, con nombre y apellido, a Pablo Casado y Albert Rivera. Ambos están participando a todo tren en la campaña de Andalucía, pero el primero enviará a Andrea Levy -miembro de su dirección- y a José Luis Martínez-Almeida, máxima autoridad popular en la ciudad de Madrid. Ciudadanos se remite a un escueto "no".
El PP ha optado por un planteamiento en las antípodas: en lugar del silencio, abrazar a Vox para recuperar lo que Casado considera una escisión del partido fruto de la pérdida de esencias. Ciudadanos procura no verbalizar siquiera el nombre del proyecto de Abascal. "No hay que hablar de ellos todo el día, puede ocurrir como con Podemos", advierten. Los conservadores, en cambio, incluso reconocen la posibilidad de un pacto y llegaron a confeccionar un vídeo que empezaba: "Entendemos que quieras votar a Vox".
El papel jugado por Denaes -Fundación en Defensa de la Nación Española- otorga un carácter simbólico al "no" de Albert Rivera. Fue esta entidad la que fraguó la amistad entre Abascal y el líder de Ciudadanos. El entonces miembro del PP en el País Vasco, y presidente de la fundación, decidió invitar a Rivera a algunas actividades. Quiso premiar "su defensa de la unidad" en Cataluña como portavoz en el Parlament.
Rivera solía aceptar con gusto los ofrecimientos, que costaban a Abascal varios rifirrafes con sus compañeros del PP. Fueron los días de las cenas y alguna copa. Tras las europeas de 2014, Cs obtuvo 500.000 votos por los 200.000 de Vox. Abascal envió una carta a Rivera para buscar un acuerdo programático entre partidos. El dirigente de Ciudadanos no contestó. Ahora sí lo ha hecho: "No". Ni él ni nadie de su partido estarán en la manifestación del sábado.