Cuando Pablo Casado subió a la tribuna del Congreso este miércoles iba sin notas ni papeles. El líder del Partido Popular se presentó puro, dialogante —"venía sin prejuicios para escuchar la respuesta al desafío independentista", llegó a afirmar—, pero rápidamente acorraló al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, contra el burladero. Y la bancada popular volvió a vibrar como en los tiempos de mayorías absolutas.
La intervención de Casado, contundente, ágil —alabada incluso por Pablo Iglesias—, ha sido el último paso para su consagración como líder de la oposición y jefe de un grupo parlamentario que ultima un viraje hacia “los orígenes, lo de siempre”. Atrás quedó el marianismo, el abrazar el centro político.
Aplaudiendo por doquier, los diputados populares parecían encantados con la contundencia de Casado, con su discurso fluido, mordaz. Porque hubo momentos de flaqueza tras la moción de censura en los que se dudó de la idoneidad del nuevo equipo, empezando por la portavoz, Dolors Montserrat, tras ciertas exposiciones erráticas en sus habituales preguntas en sede parlamentaria.
El nuevo espacio político del PP
El discurso del grupo popular se ha endurecido. Es un hecho. Los valores liberales y conservadores vuelven a reinar en la bancada: bien sea por esa propia identidad aznarista y aguirrista a la que Pablo Casado se ha encomendado desde los primeros momentos de su liderazgo, bien por la pinza política a la que está sometido el partido, entre Ciudadanos y Vox.
Se trata de un mensaje que cala cada vez más en Génova, que se vio reforzado con el fichaje del liberal Javier Fernández-Lasquetty como jefe de Gabinete del presidente del PP, que a su vez ha fichado como número dos a Isabel Benjumea, hasta ahora directora de la Red Floridablanca. Con Ciudadanos pugnando por la etiqueta de partido liberal y con el fenómeno de Vox acaparando el espacio más conservador, Pablo Casado está intentando encontrar el espacio de su partido. Y la asunción de que el único voto útil es el PP continúa en marcha.
Los mensajes a ese electorado tradicional, conservador e incluso rural no cesan. Defensa de la unidad de España a ultranza, de la Navidad, de la tauromaquia, de la caza, de la Semana Santa… y, este miércoles, una nueva entrega: volver a enarbolar en primera línea la defensa de las víctimas del terrorismo.
Se lo había espetado a Sánchez, tras llamarle en la sesión de control “indecente”. “No le voy a tolerar que diga que este grupo se aprovecha del terrorismo. ¿Cómo tiene la decencia de decirlo delante de Marimar Blanco?". "Lecciones de terrorismo de un partido manchado de cal viva, ni una", manifestó.
Su intervención en el Pleno del miércoles fue, sin duda, la más destacada de la jornada. El refuerzo moral para quienes se sentían abandonados por el partido debido al pragmatismo de Mariano Rajoy es indudable. Los populares lo comentaban a la salida del hemiciclo y en redes. “Le ha bastado menos de 1' a Pablo Casado para destrozar dialécticamente a Sánchez, el presidente en retroceso”, opinaba la diputada valenciana Elena Bastidas en Twitter.