Vox ya advierte de que no prestará sus doce escaños a cambio de nada. Los de Abascal quieren influir en el acuerdo programático, aunque ya han aclarado que no exigirán "sillones". Si no se les da esa carta de naturaleza -insisten- "no habrá Gobierno".
Uno de los caballos de batalla será la "política de género". Los diputados de Vox, liderados por el juez Francisco Serrano -cabeza de cartel- ya han estudiado las noventa medidas que salieron de la mesa PP-Cs. Les gusta la reducción de la Administración, también la bajada de impuestos, pero pretenden dar un vuelco, entre otros asuntos, a lo que ellos consideran "el chiringuito de la ideología de género".
Según fuentes de la dirección de Vox consultadas por este periódico, "acabar con ese negocio improductivo" será su punto de partida en las conversaciones que están por llegar. Un lenguaje que solivianta de pleno a la Ejecutiva de Ciudadanos -"no vamos a ceder ni un milímetro", relata uno de sus miembros- y que tampoco encuentra el apoyo del Partido Popular.
Vox busca abolir la ley de la violencia de género actual para sustituirla por una que "iguale a todas las víctimas que se produzcan en el seno familiar, independientemente de su sexo o condición". "Queremos una categoría global para mujeres, hombres, padres, hijos...", desgrana un dirigente de esta formación.
Vox habla de "chiringuito" -arguyen las fuentes consultadas- porque "el negocio ha demostrado no cosechar resultados": "Ni siquiera el fin justifica los medios". Sin ambages, otro dirigente del partido recalca: "Estamos en contra de la ideología de género. Se quieren cargar las familias. Pretenden llevarnos a una ruina moral y social. Así se lo haremos saber a PP y Ciudadanos".
Mensajes como éste generan en distintos mandatarios azules y naranjas la sensación de que Vox busca desbaratar muchos de los avances logrados por el movimiento feminista. "¿Machistas nosotros? Estamos en contra de cualquier violencia o maltrato, pero también de la ideología de género. No es incompatible. ¿Y eso nos hace machistas?", conciben en la cúspide de Vox.
El abismo con Cs y la cercanía del PP
Desde el primer momento, el Partido Popular reconoció que Vox sería necesario para gobernar Andalucía. Ciudadanos es consciente de ello, pero quiere marcar las distancias y borrar cualquier complicidad con Abascal. "Nunca podrá hablarse de un tripartito", explica un miembro de la Ejecutiva liberal.
En Génova son conscientes de que deberán capitanear las conversaciones con Vox y de que su éxito sellará el pacto de investidura: el PSOE reitera que no prestará sus parlamentarios "al Gobierno de la derecha".
Hasta el momento, los líderes de Ciudadanos y Vox en Andalucía sólo han hablado en un par de ocasiones. La primera, por teléfono. Juan Marín tuvo que pedir a Juanma Moreno el contacto de Serrano porque no lo tenía. "Fue una charla cordial. A partir de ahora, a través de nuestro trabajo en las instituciones, en Ciudadanos se darán cuenta de quiénes somos realmente. El problema es que ahora sólo nos conocen por lo que dice de nosotros la extrema izquierda", desmiga un diputado de Vox en Andalucía.
La segunda conversación tuvo lugar en los pasillos del Parlamento, el día de su constitución. Ambos partidos lo describen como "casual", aunque Vox presume de que Ciudadanos pidió expresamente el apoyo a su candidata, la ya nombrada presidenta Marta Bosquet.
En los próximos días, PP y Ciudadanos mantendrán distintas reuniones para acordar el reparto de las consejerías. Mientras tanto, Vox exigirá influir en el acuerdo programático: "Si no, no habrá investidura".