En la mañana de este jueves, antes de que se reuniera la dirección del partido, ya había diputados que llamaban a Íñigo Errejón "el Llamazares de Podemos". Y no sólo por estar en contra de la confluencia de la formación morada con IU, como el político asturiano, sino por "buscar su expulsión" con insistencia durante los últimos meses.
Pero el chascarrillo sólo indicaba la flema con la que algunos eran capaces de tomarse la bomba nuclear recién estallada en el centro mismo de los círculos morados. Mientras, Iglesias interrumpía su baja de paternidad para reunir a la dirección del partido, "triste y avergonzado" por el espectáculo de "inmadurez" que daba su antiguo amigo, Errejón, y por ende el partido que ambos fundaron juntos.
Pasadas las 10:00 horas, Manuela Carmena primero y Errejón después habían compartido en sus redes sociales una carta firmada a dos manos en la que anunciaban su asociación electoral bajo la marca de Más Madrid. Pasaban a compartir estrategia y colores en las elecciones municipales y autonómicas de mayo.
Justo a las 18:51 horas, el secretario general respondía con otra misiva aclarando: "Con todo el respeto, Íñigo no es Manuela". Es decir, que en el Ayuntamiento de Madrid, Podemos "se hace a un lado" y no se presenta. Pero en las autonómicas madrileñas, Iglesias se unirá a IU para "salir a ganar"... y "mucha suerte a Íñigo en la construcción de su nuevo partido". Total, que lo da por expulsado. Hasta luego, compañero fundador, celebramos un "triste quinto cumpleaños" por tu culpa, creo que merecemos "más respeto".
Fuentes de la dirección consideran que Errejón ya se ha ido de Podemos, que ni siquiera se van a molestar en expulsarlo. Haber elegido el quinto aniversario es para ellos un símbolo de que lo que quiere es "cerrar Podemos como instrumento útil de la izquierda".
Como digan los estatutos
La dirección de Podemos no ha comunicado oficialmente una decisión disciplinaria contra el ex número dos, ex ideólogo y ex estratega del partido. Eso sí, de la carta de Iglesias se infiere que una cosa son las formas -habrá que articular, según los estatutos, una solución legal-, y otra cosa son los hechos -"el proyecto está por encima de los intereses personales", dice el secretario general.
Esta guerra civil en Madrid es el remate a una crisis de Podemos a nivel nacional, con líos en Navarra, Cantabria y Cataluña; con división y fracasos estratégicos como en Andalucía y con los fundadores del partido eliminados de la circulación. De los cuatro ases de la baraja con los que nació Podemos, ya sólo queda Iglesias al frente.
Carolina Bescansa fue purgada cuando dio a entender que no comulgaba con el acercamiento a los independentistas catalanes; Juan Carlos Monedero fue el primero en ser laminado tras su fraude de más de 400.000 euros a Hacienda -aunque se deja ver por todas las reuniones ideológicas-; y Errejón acabó defenestrado por no estar de acuerdo con "el pacto de los botellines" -y quizá por tener razón, pues la coalición con IU supuso la pérdida de un millón de votos en seis meses-.
El caso es que, después de fracasar en su intentona de tomar el mando del partido en febrero de 2018 en Vistalegre II, y ya relegado a la tercera fila de la bancada en el Congreso, Iglesias le encontró acomodo en la candidatura regional de Madrid. Y se lo recuerda, vitriólico, en la carta: "En muchos partidos, quien pierde un Congreso se va a su casa o abandona la primera línea. Yo quise que en Podemos eso no fuera así".
Era una cárcel de oro para evitar su fuga, pero fuera del círculo de poder. Le preparó unas primarias a medida -como admiten en privado fuentes de la dirección-, para que no hubiera peligro de fallar. Y forzó a Ramón Espinar a tragar con un acuerdo que confirmaba su condición más de "delegado del gobierno" de Iglesias que de líder político regional.
La batalla de Madrid
Ahora, el líder de Podemos Madrid ciudad, el ex Jemad Julio Rodríguez, aún no sabe siquiera si irá en las listas de Carmena. Es su tercer fracaso, tras no lograr escaño por Zaragoza en 2015 ni por Almería en 2016. Y Espinar, jefe de Podemos Madrid Comunidad, tendrá que lidiar con la onda expansiva de la bomba de Errejón. Ya no le quedan aliados, sólo el jefe supremo Iglesias: se alió con los Anticapitalistas para ganar la dirección regional a la errejonista Rita Maestre y luego los traicionó. Estos contestaron con dimisiones sonadas acompañadas de cartas públicas de hartazgo y decepción.
Y después, Maestre junto a otros cinco concejales de confianza de Carmena se negaron a ir a las primarias alegando que habían sido relegados a puestos bajos. Fueron expulsados de Podemos, pero son el núcleo fuerte de la lista de la alcaldesa en su plataforma de Más Madrid.
Si este jueves Iglesias se ha sentido "avergonzado", el lunes por la tarde era Errejón el que expresaba exactamente el mismo sentimiento después de que el equipo de Espinar filtrara que se había llegado "a un acuerdo integral" para cerrar la lista de confluencia con IU a la Comunidad de Madrid. Fuentes cercanas explicaban a este periódico que ésa era una "jugada sucia" y que tuvieron que "llamar redacción a redacción para decir que era una mentira". Lo que no explicaron las citadas fuentes es que la jugada con Carmena ya estaba cerrada.
"No doy crédito a que Manuela e Íñigo nos hayan ocultado que preparaban lanzar un proyecto electoral propio para la Comunidad de Madrid y que lo hayan anunciado por sorpresa", le reprocha Iglesias a Errejón. Y demuestra su desengaño con la alcaldesa sin ser del todo explícito: "El nuevo proyecto de Manuela se parece muy poco al de Ahora Madrid de hace cuatro años".
Errejón revienta las costuras de Podemos cuando Iglesias no puede reaccionar más que por redes sociales si quiere ser consistente con su mensaje de conciliación familiar y paridad. Y si Errejón es coherente con lo que piensa, quizás este golpe haya sido sólo el primero de otro más ambicioso.