"Cuando Íñigo anunció su acuerdo con Manuela no estaba fundando un partido, ni yéndose de Podemos". Para explicar por qué ha dejado su escaño este lunes, un portavoz muy cercano al exnúmero dos del partido morado se limita a señalar a Pablo Echenique: "Hombre, con las cosas que han dicho en la dirección, lo que no quería Errejón era alimentar el fuego, deja el Congreso por responsabilidad".
Pero sólo eso, no se va del partido, ni deja de ser secretario de Análisis Estratégico y Cambio Político de la formación de Pablo Iglesias. Es decir, quien en teoría tenía potestad para proponer este salto y cambio de marca. "Claro, pero es que no lo hizo", alegan en la dirección. "No avisó el jueves hasta un minuto antes, que llamó a Pablo [Iglesias] ni este lunes". Hasta cinco minutos antes.
Errejón convocó a los medios de comunicación a una rueda de prensa de manera urgente, pasadas las 13.30 del mediodía. Con sólo 45 minutos de margen hasta su comparecencia, los periodistas se arremolinaban en la sala de prensa del Congreso, intuyendo lo que iba a pasar, la renuncia al acta, pero sin tenerlas todas consigo.
"En este sainete uno nunca sabe", confesaba una fuente del partido. Nadie sabía nada hasta cinco minutos antes, cuando el candidato mandó un mensaje vía Telegram a sus ya excompañeros diputados.
De hecho, sólo un cuarto de hora antes de comenzar la rueda de prensa de Errejón, unos metros más allá
Porque ésa es la intención de Iglesias, que haya una lista alternativa, que Errejón compita con Podemos, que pague sus traiciones. Porque, en su fuero interno, la dirección del partido no cuenta ésta como la primera vez en que el antiguo amigo del alma del secretario general ha maquinado para sacar ventaja. "Ni la segunda", apuntan.
Errejón se queda en la dirección del partido para tener una posición de fuerza en la decisión. Porque, si bien el discurso oficial apunta a que "es Podemos Madrid quien decidirá qué hacer", en la rueda de prensa del Consejo de Coordinación del partido, tanto Noelia Vera como Echenique lo han dejado claro: "Madrid decide, pero no hay nada que negociar con Errejón y nos presentaremos como Unidos Podemos, eso es así".
Hechos consumados. Para Ramón Espinar, secretario general de Podemos Madrid, y para su hasta el jueves rival regional, el excandidato Errejón, o todo da muchas vueltas y regresa al redil -que está descartado por ambas partes- o habrá lista contra él.
"Íñigo contaba con todos los escenarios posibles" cuando consumó la maniobra, explican fuentes cercanas al nuevo socio de Manuela Carmena, "pero a él se le encomendó que tratara de ganar las elecciones y ésa era la mejor decisión". ¿Incluso viendo el revuelo que se ha armado? "Queremos que Podemos se sume, es lo mejor", se limitan a contestar las fuentes. Y recuerdan: "Íñigo sigue en el Consejo Ciudadano Estatal".
Ya ha llamado a Clara Serra
Por el momento, lo que no ha hecho el candidato ha sido quedarse quieto. La pasada semana, Errejón luchaba con Izquierda Unida aceptara que la número dos de la lista de confluencia fuese Clara Serra, actual portavoz de Podemos en la Asamblea de Madrid, y errejonista declarada. El partido de Alberto Garzón, por su parte, hacía valer un preacuerdo con Ramón Espinar para que debajo de Errejón apareciera Sol Sánchez, y ahí fue donde algunos sitúan la gota que colmó el vaso.
Aunque no fue así. El movimiento estaba fraguado desde mucho antes. El caso es que ahora es a Sánchez a la que le toca ocupar el escaño en el Congreso que ha dejado Errejón este lunes. Y ahí podría quedarse, pensará el ex número dos de Podemos, pues ya ha llamado a Clara Serra para que se sume a su lista de Más Madrid. "Serra apoya a Íñigo en este movimiento para presentarse bajo la marca Más Madrid", explican fuentes del equipo de Errejón. "Hablan cada día".
A tanto detalle no ha llegado la diputada regional en sus declaraciones públicas. Serra ha reclamado "que haya acuerdo", que se "busque lo mejor para conseguir las mayorías" que desalojen al PP del Gobierno autonómico... lo que pasaría por que su partido, Podemos, acepte el órdago de Errejón y se haga "a un lado", como aceptó Iglesias hacer en el Ayuntamiento con Carmena.