El atentado más importante de la historia de España se cerró en falso, con la implicación de los servicios secretos marroquíes presuntamente ocultada y con una línea de investigación que llevaba hasta una cabina telefónica en Siria, en una zona del país bajo fuerte influencia de Hezbolá. Esa llamada habría servido para activar la célula yihadista que dejó 193 fallecidos en Madrid pero nunca se investigó. Y sería la línea para seguir investigando el 11-M.
Esa es la versión que sostuvo este lunes en la Audiencia Nacional el excomisario José Villarejo, quien asegura que el trabajo de espionaje que realizó a altos directivos y miembros del Gobierno socialista para el BBVA se aprovechó para una operación de Estado más amplia sobre los atentados.
Villarejo, en prisión preventiva desde hace ahora 15 meses, explicó ante el juez que su papel en esa operación era doble: por un lado estaba contratado por el BBVA para conocer los movimientos de miembros del Gobierno próximos a Sacyr, que pretendía hacerse con el control de la entidad, y por otro daba cumplida cuenta de sus movimientos al Centro Nacional de Inteligencia (CNI), con el que en aquellos años mantenía todavía buena relación.
El excomisario defendió ante el juez Manuel García-Castellón que en las escuchas realizadas a miembros del Ejecutivo socialista había conversaciones que confirmarían también la ocultación de datos relevantes sobre la investigación de los atentados. Sin embargo, esas conversaciones no han salido a la luz en los medios de comunicación ni tampoco forman parte de la información con la que cuentan los investigadores del caso Tándem, donde se ha abierto una pieza sólo para investigar los trabajos de Villarejo para el BBVA.
Para acreditar su versión, el excomisario intentó poner sobre la mesa la identificación concreta de algunos operativos del servicio secreto español. Agentes del CNI que le servían de enlace en aquellas fechas y con los que compartió presuntamente los datos obtenidos durante la investigación para el BBVA.
Sin embargo, los fiscales del caso le frenaron alegando que la identidad real de estos agentes estaba sometida a la Ley de Secretos Oficiales y, por lo tanto, no podía hacerse pública sin consentimiento expreso del Gobierno.
Pesquisas en Siria
Según ha podido confirmar EL ESPAÑOL, el agente encubierto Villarejo viajó a Siria en varias ocasiones durante los meses posteriores al atentado. Su intención entonces era investigar el tráfico de llamadas hasta España de distintas cabinas telefónicas ubicadas en el país, con la tesis de que esas llamadas habrían servido para activar la célula yihadista que atacó en Madrid. Para ello, Villarejo se sirvió de una red de contactos tejida durante años en la zona, y fraguada por su relación con el traficante de armas Monzer Al Kassar, que mantenía excelentes relaciones en la zona.
Esta línea de investigación, de la que no queda rastro en instrucción judicial alguna vinculada con los ataques en Madrid, choca de forma frontal con el resultado de la investigación judicial sobre los atentados. El procedimiento legal sentenciado en 2008 llegó a la conclusión de que los terroristas actuaron como lobos solitarios, es decir, sin recibir instrucciones directas de otras jerarquías o grupos radicales, dentro o fuera de las fronteras españolas.
Según fuentes de la Inteligencia española consultadas por este diario, Siria representaba un campo de batalla en materia de espionaje mucho antes de que estallase la actual guerra que ha desangrado al país. Su posición geográfica -rodeada por Turquía, Irak, Israel, Líbano y Jordania- hacen del territorio un enclave estratégico en el terreno de la información.
La Siria de 2004 reunía todos los ingredientes de un cóctel que ha terminado por sacudir la seguridad en todo el mundo. Sobre sus piedras -junto a las de otros países vecinos, como Irak- germinaron las semillas del yihadismo, ya fuera de Al Qaeda, Estado Islámico u otras organizaciones internacionales. Además, las fronteras con Líbano eran permeables a los movimientos de Hezbolá. Y en su interior, agentes encubiertos secretos de las principales potencias mundiales trataban de obtener información sobre los movimientos de la región.
La investigación de Villarejo era ardua. No bastaba con tener información de la procedencia de la llamada: Siria era un avispero en el que decenas de agentes se movían por todo el país. ¿Quién pudo efectuar la hipotética llamada que activó la célula del 11-M? Hay muchas cartas sobre la mesa. Pero la conexión desbarataría la hipótesis de que era un grupo autónomo, como se concluyó en la investigación sobre los atentados de Madrid.