Cuando, en los primeros instantes del Gobierno de Juanma Moreno en Andalucía, el flamante presidente de la Junta pronunció el nombre del independiente Alberto García Valera como nuevo titular de la Consejería de Hacienda, Industria y Energía, rápidamente todos los presentes se dieron cuenta de que se trataba de su fichaje estrella. Era un hombre desconocido para el gran público, pero un viejo morador de las instituciones técnicas públicas. Una apuesta segura. O, al menos, eso parecía.
Alberto García (Madrid, diciembre de 1971), licenciado en Derecho, es Inspector de Hacienda del Estado y auditor de cuentas. Desempeñó la mayoría de su carrera dentro del Ministerio de Hacienda, donde ocupó diferentes cargos técnicos hasta ser director general de Tributos. Antes, ejerció como delegado de la Agencia Tributaria de Andalucía, Ceuta y Melilla y como jefe de la Dependencia Regional de Aduanas. Estuvo bajo el mandato del exministro Montoro y continuó con la ministra Montero, hasta que fichó por una consultora. Y, después, por Juanma Moreno.
La escena, por lejana que parezca, tuvo lugar hace apenas 20 días. Alberto García convirtió su aventura política en un breve recorrido. Anunció su renuncia este lunes. El motivo que alegaba era una transitoria enfermedad cardíaca que necesita reposo absoluto, incompatible con la "intensa labor" de los cien primeros días de Gobierno.
El arquitecto detrás de la reforma fiscal
García era la pieza clave. El arquitecto detrás de la masiva bajada de impuestos que constituiría el sello del primer Ejecutivo no socialista en la comunidad. Él, un alto funcionario de carrera que únicamente había saltado a los titulares cuando se mudó desde la Agencia Tributaria a la empresa privada —llegaron a compararle con Julen Lopetegui por ostentar un alto cargo público mientras ultima su fichaje por una compañía—, debía ser quien pusiera orden a las cuentas públicas que dejaba Susana Díaz.
Le eligieron porque, entre otras cosas, Alberto García, pese a ser nacido en la capital de España, era sevillano de adopción. Llegó a la capital hispalense con 14 años, cuando su padre, ingeniero de caminos, fue desplazado a la ciudad para participar en el diseño y ejecución de la Expo 92. “Era muy andaluz, muy de Sevilla. Estaba muy anclado allí”, cuentan quienes le conocen. Aun en su etapa dentro de la Agencia, él “se quería volver a Sevilla, incluso antes del cambio de Gobierno”.
También pesó su conocimiento extremo sobre la Administración pública. “En el caso de Alberto ha sido clarísimo: le dieron la consejería por antonomasia y él cumplía con el perfil del nuevo Gobierno, de corte técnico y con un gran conocimiento sobre las competencias de su cartera”.
Su trabajo, al final, no era tan diferente a lo que venía haciendo. Fuentes cercanas al exministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, afirman a este periódico que García es “pura Agencia Tributaria”. Se conoce la institución de arriba a abajo: siempre con mucha actividad, con mucha propuesta de corte tributario. En el actual ministerio de Hacienda también guardan un grato recuerdo del ya exconsejero, donde destacan su buena sintonía con la secretaria de Estado de Hacienda, Inés Bardón.
Por eso, no sorprendió a propios ni a ajenos cuando proclamó que quería hacer un análisis, con exactitud, de las cuentas de la comunidad y luego dar los pasos jurídicos necesarios para ir avanzando y poder presentar al Parlamento andaluz un proyecto de Ley de Presupuestos.
Primera crisis del Gobierno andaluz
Quienes trabajaron con García tienen claro que dio el paso adelante porque “tras ver lo que es la política de gestión, quería poder ejercer la función pública desde el más alto nivel”. Y en el proyecto de Juanma Moreno sus decisiones tendrían una relevancia especial, el sello de su gestión.
Su sustituto será Juan Bravo, diputado del PP en el Congreso por Ceuta, donde fue delegado de la Agencia Tributaria. El nuevo consejero, licenciado en Derecho por la Universidad de Jaén, es funcionario del Cuerpo Superior de Inspectores de Hacienda del Estado y pertenece al círculo de confianza de García. Ambos poseen perfiles técnicos muy similares y la continuidad está asegurada. Juanma Moreno ha solventado así su primera crisis de Gobierno coaligado.
Pero Bravo es también una figura emergente del partido en la ciudad autónoma. Insistía en ser el sucesor del actual líder autonómico, el histórico Juan Jesús Vivas, quien contaba con el apoyo de la dirección nacional.