Con el presidente Sánchez manteniendo aún el suspense sobre si finalmente convocará elecciones generales o no, los líderes del resto de partidos ya apuntan a hipotéticos pactos de gobierno ante el fantasma de las urnas. PP y Unidos Podemos sospechan que el PSOE y Ciudadanos acabarán reeditando su acuerdo de 2016, el conocido como Pacto del Abrazo. Pero el propio Albert Rivera lo niega.
"Queremos sacar más votos que Sánchez y echarle. Le echaron de su partido por montar líos y ahora le echaremos del Gobierno", aducía el líder del partido naranja momentos después de que el Congreso tumbara el proyecto de Presupuestos. Sus explicaciones no han convencido ni a su derecha ni a su izquierda: Podemos advierte de que se viene un pacto de "gran centro", como lo llamó hace poco Pablo Iglesias, y desde el círculo cercano del líder del PP, Pablo Casado, no se creen que la línea roja para cualquier acuerdo sea Sánchez, no los socialistas.
Desde Génova son claros: "Ya lo intentó Rivera con Rajoy y no funciona. No vale un Pacto del Abrazo. Ciudadanos tiene que acabar con la rueda de hámster". Por eso, en cuanto se convoquen los comicios, la línea que esgrimirá Pablo Casado será tratar de desmontar esa disociación: es imposible pactar con el PSOE sin que Sánchez protagonice la ecuación. Serán los primeros pasos: aislar al PSOE de los independentistas y a Ciudadanos de los socialistas. Quieren compromisos públicos para desestabilizar sus discursos en campaña.
Podemos sospecha que habrá una "nueva fuerza progresista"
Podemos, por su parte, mantiene que este nuevo Pacto del Abrazo incluiría a "una nueva fuerza progresista" —el miedo a la "traición" definitiva de Íñigo Errejón—. Irene Montero, a la salida de la votación que tumbó las cuentas públicas, tomó posiciones ante esa eventualidad: "Pues ya saben cuál sería nuestro voto a eso". Porque su partido se quiere pedir un perfil propio ahora que ha comenzado una campaña electoral que a saber cuánto dura.
A la espera de que el presidente del Gobierno decida la fecha, todos dan por seguro que habrá elecciones pronto, y cada partido da codazos a su alrededor para marcar su perfil. La formación morada se apunta ahora a la oposición y advierte a Pedro Sánchez de que "ya se ha roto la mayoría de la moción de censura y no tragaríamos con decretos que no recojan todo lo que pedimos".
Montero lamentaba "lo ocurrido en el Congreso" porque se ha caído la posibilidad de seguir adelante "transformando el país" y además, desde las trincheras. Joan Tardà, portavoz de Esquerra Republicana, dejó abierta la puerta a seguir aprobando los decretos que el Gobierno lleve al Parlamento, pero Montero no lo ve. "Es que nosotros y PDeCAT somos lo contrario, por ejemplo, en lo tocante al mercado del alquiler... no hay negociación posible".
Rivera plantea las elecciones como la batalla contra el bipartidismo
Albert Rivera, mientras tanto, trabaja para robar votantes al PSOE. Se deja querer por su izquierda —aunque señala que "Sánchez es el problema"—, pero plantea las próximas elecciones como la gran batalla contra el bipartidismo. Esperan golpes a un lado y a otro. Desde la dirección nacional de Ciudadanos se despreocupan porque consideran que su posición es nítida: "Unos hablan todo el rato de Franco y otros del aborto. El bipartidismo nos ha traído hasta aquí, a cuarenta años de concesiones al nacionalismo".
Fuentes cercanas a Rivera indican que Sánchez ya está trabajando para formar una mayoría parlamentaria, la misma que le llevó a la presidencia. "La necesita y la quiere para volver a ser presidente", cuentan. Pero, de ser así, va a ser complicado de asimilar para el electorado socialista desencantado, al que tanto unos como otros están deseando hincarle el diente.
Así, Cataluña volverá a ser el centro de todos los debates. Con los independentistas marcando la agenda política al resto de grupos, los movimientos son tensos, sobre todo ante la posible coincidencia de la campaña electoral con el juicio al procès.