Sofía Castañón, diputada de Podemos, es poeta. Ya hace más de diez años que publicó Últimas cartas a Kansas. Este martes, en una sesión del Congreso descafeinada, desbordada de debates catalanes y venezolanos, aprovechó su familiaridad con la despedida epistolar para escribir a Adriana Lastra. Su hasta ahora aliada esperaba un verso halagüeño, conciliador... Pero se llevó una filípica de campeonato. La acusó de "electoralismo", de nombrar a las víctimas de la trata "con fines partidistas" y de tomar el pelo a la ciudadanía. Un "castañón" detrás de otro.
Castañón y Lastra, Sofía y Adriana, acostumbraban a disfrutar de la diferencia mediante el negocio de los matices. Lo que toda la vida se ha llamado "alianza política". Una y otra, desde la moción de censura a esta parte, venían liderando las propuestas de sus partidos referidas al feminismo.
Subió Lastra a la tribuna. Pensaba aprobar con sus socios de la moción de censura una Proposición No de Ley (PNL) para "erradicar la prostitución y la trata de mujeres y niñas con fines de explotación sexual". Todo en uno. Y, además, envuelto en un mecanismo parlamentario -la PNL- que no sirve para nada más allá del debate. Carece de efecto vinculante. Castañón empezaba a revolverse en su butaca.
"El Gobierno socialista estaba trabajando intensamente para presentar una propuesta legislativa, pero no hemos tenido tiempo. Transmito al movimiento feminista que nuestro compromiso sigue intacto", comenzó Lastra ajena a la que se le venía encima. Ay, los "castañones".
Primero le tocó responder a Patricia Reyes, de Ciudadanos, que estuvo dura, afilada. Tal y como marcaba el guion. Le dijo a Lastra que estaba "cansada de recibir lecciones de moralidad y feminismo". Antes de irse, le espetó: "Si quieren prohibir la prostitución, háganlo primero en su propia casa. Costeen de su bolsillo sus visitas a los prostíbulos. En Andalucía, miembros de su partido pagaron 32.000 euros con tarjetas black". Pero Lastra sabía que eso iba a llegar, puso el escudo y siguió 'palante'.
Entonces subió Sofía Fernández Castañón, diputada por Gijón, nieta de minero e hija de escritora. Le dijo tantas cosas a Lastra... Ella la miraba impertérrita, como si la de Podemos le estuviera recitando en asturiano. Empezaron los "castañones". La prueba de que la campaña ha estallado, de que Podemos y PSOE vuelven a ser adversarios que se disputan el voto de la izquierda.
"Vienen ustedes a prisa, corriendo, con una Proposición de Ley que es inane", lanzó Castañón. O dicho de otra forma: que lo que el PSOE planteaba en la Cámara era una tomadura de pelo, un brindis al sol. Después, pisó el acelerador y metió una marcha más. Habló del empleo de la "vulneración de los Derechos Humanos con fines partidistas". Lastra en silencio.
Y cuando parecía que las enmiendas habían terminado, Castañón añadió: "Si querían traer una propuesta sobre prostitución, haberlo hecho". La de Podemos lamentó la hipocresía del Ejecutivo socialista, que mezcló la abolición del negocio con las víctimas de la trata. Un batiburrillo "incomprensible" que también diagnosticó Patricia Reyes. "La abolición nada tiene que ver con las sanciones", zanjó.
Sofía Castañón explicó a su recién estrenada adversaria: "No me va a dar tiempo a decirle todo". Quizá guarde más "cartas a Lastra" para la campaña. Pero lanzó un aviso al votante-navegante: el PSOE "ha venido en el tiempo de descuento para trasladar a la ciudadanía que hacemos algo que en realidad no hacemos". Sea esa repetición en el verbo recurso literario o frase pobre, el mensaje quedó meridianamente claro.