“Lo que se habla, se habla dentro”. Vox da la espalda a la prensa el día en que celebra su Asamblea General Ordinaria para reorganizarse como partido. Este sábado, el partido de Santiago Abascal ha aprobado sus nuevos estatutos que, entre otros asuntos, suprimen los procesos de primarias.
La cita, en el Teatro Bellas Artes de Madrid. El aforo, limitado a 455 asistentes. Con ese restringido contexto, al acto solo tuvieron acceso los miembros de los comités y las gestoras provinciales. El resto de afiliados -y también los periodistas- tuvieron que conformarse con seguir el desarrollo del evento a través del canal de YouTube del partido.
“Me he quedado fuera y vengo desde Sevilla. Tiene tela, ¿eh?”, lamentaba un afiliado en conversación con EL ESPAÑOL. “Mi vicesecretario de organización me dijo que me viniera aquí, pero no estoy en la lista. Supongo que no habrá pasado el mail”, agregaba este simpatizante andaluz, que aspiraba a conocer de cerca el “proyecto de futuro” que se fijaba este sábado Vox.
Sin canutazos... y sin primarias
Es de los pocos que hablaban, y le cuesta. No quiere dar su nombre. Desde la organización recomendaron a los equipos provinciales que no hicieran declaraciones a la prensa. Vox no quería canutazos. Ni siquiera su flamante senador, Francisco José Alcaraz, uno de los últimos en acceder al teatro, aceptó preguntas de los periodistas allí presentes.
Precisamente en el salón de actos escogido por Vox se ratificaban las nuevas normas internas del partido, que acotan la democracia interna. ¿El motivo? Blindarse ante “arribistas, oportunistas” y posibles candidatos rana. Lo aclaró su presidente: “No queremos que nadie rompa Vox desde dentro y saboteen nuestro proyecto”.
La formación ha experimentado una afiliación masiva en los últimos meses, sobre todo desde que diera la sorpresa en los comicios del 2-D en Andalucía e irrumpiera con 12 escaños en el parlamento regional. El partido en el extremo derecho del tablero político, al que sonríen ahora todos los sondeos, no quiere que esa avalancha de inscritos pueda dar pie al intrusismo.
Y ese hermetismo orgánico también se traduce en la relación del partido con la prensa. Los que charlaron con este diario eran únicamente los que se quedaron fuera del teatro. A ellos no les ataba la prohibición de hablar con los medios.
"Les falta proximidad humana"
“Yo no puedo entrar”, contaba Eduardo Pallerola, que viajaba a Madrid desde San Martí de Maldá, un pueblo del municipio de Sant Martí de Riucorb en la comarca de Tárrega, provincia de Lérida. Aprovechando la visita a la capital, se acercaba al acto de Vox con su familia. “Los veo buena gente pero les falta proximidad humana”. Eso sí, pese al “secretismo” del partido, como él mismo define, no dejará de votarles: “Políticamente, no puedo apoyar a nadie más”.
Le convence Vox porque se siente “huérfano y abandonado” por todos los partidos con representación parlamentaria. “Los no independentistas sufrimos una presión que ellos niegan. Esto es mentira. La gente tiene que saberlo y en las televisiones no se cuenta, se disimula mucho”.
Pallerola no se refiere sólo a las amenazas y ataques que él mismo ha padecido en primera persona. De hecho, su casa ha sido pintada en numerosas ocasiones, la primera de ellas, cuenta, durante la consulta ilegal del 9-N en 2014, en lo que la Generalitat de Artur Mas llamó “proceso participativo sobre el futuro político de Cataluña”.
Este votante catalán de Vox denuncia sobre todo la “violencia psicológica” que ejercen los separatistas sobre la ciudadanía. “Es insoportable. La violencia mental y moral es mucho peor que las pedradas y los huevos que tiran”. Por eso se pasó a Vox, porque para él es el único partido que puede hacer un “frente contra todo esto”. Y pide a Abascal que no se presenten como “el enemigo” de los separatistas, sino que, a través de la “pedagogía”, puedan llegar a abrazarles.
“¿Extrema derecha? Ignorantes”
"No voy a hablar. Los medios han contado la mitad de la mitad sobre nosotros", se queja el coordinador de Vox en Arco de la Frontera (Cádiz).
Carlos, coordinador de Almuñécar (Granada), es más locuaz. Es otro más de los inscritos que se ha quedado sin poder escuchar a Santiago Abascal y Javier Ortega Smith. Para él, quienes tildan a Vox de “extrema derecha” son “ignorantes”. “Vox es un partido patriota y social y punto pelota”.
“Ha salido porque es necesario. España está a punto de desaparecer con el tema de Cataluña. Un partido de este tipo tiene cabida en todas las sociedades europeas, ¿por qué no en España?”, se pregunta. “No sé por qué se asustan tanto”.